Margallo, Kant y el intento de "suicidio" catalán

Acostumbrada a acoger actos ilustres en pleno centro de Madrid, la Casa de América sustituye esta vez la cultura por la política y pone la alfombra roja a tres personajes poco habituales por estos lares. Dos ministros y un empresario importante pisaron ayer la cuidada moqueta del Palacio de Linares para hablar de responsabilidad social corporativa de las empresas, pero terminaron opinando sobre lo que está en boca de todos: Cataluña.

Fátima Báñez, José Manuel García-Margallo y César Alierta, presidente de Telefónica, se cogieron de la mano frente a la amenaza independentista y no dudaron en saciar las expectativas de los numerosos periodistas allí congregados. El discurso triunfalista de la ministra de Empleo en materia económica contrastó con la preocupación del ministro de Asuntos Exteriores, que no dudó en ponerse filosófico en un salón de actos a rebosar.

No sólo hay que serlo, sino parecerlo

Es más importante la percepción de la realidad que la realidad misma. Margallo aprovecha esta tesis del filósofo alemán Kant para intentar explicar por qué la Marca España se ha resentido en los últimos años. Conjeturas no le faltan. “Basta una percepción sobre la crisis política, las tensiones separatistas o la emergencia de movimientos populistas para que los extranjeros compren menos bonos de nuestra deuda pública”.

En efecto, tampoco faltaron palos para Podemos ni para su homólogo en Grecia. El triunfo de Tsipras es “una noticia preocupante” para Margallo, pero quizá no tanto como el posible “suicidio” de Cataluña. Así lo calificó él mismo ante los medios con un semblante más serio de lo normal. “Mi única preocupación es no defraudar a los millones de catalanes y españoles que no quieren que Cataluña se suicide y no desean una amputación tan dolorosa”.

'Puenting' sin cuerda

Margallo puso fin a la foto de familia con una amarga reflexión ante unos periodistas ávidos por escuchar su postura una vez más. “Si mis amigos se van a tirar por un puente, les pido que no lo hagan. Si aún así se tiran, no les sigo. Intentaré estar debajo para ayudarles”. Entre tanto 'intento de suicidio', Margallo rebate a los que ven en él un claro ejemplo del discurso del miedo.

Es tan simple como decirles que midan las consecuencias antes de depositar su voto

Algo parecido sugirió Alierta a los empresarios catalanes. Nadie esperaba que el presidente de Telefónica hiciese declaraciones al margen de la conferencia sobre el informe Las empresas españolas crean valor. Responsabilidad Social Corporativa en Iberoamérica, pero se saltó el guión en el último minuto. Acorralado -literalmente- por un grupo de periodistas, Alierta invitó a los empresarios a que “hagan números” de cara a las elecciones del 27-S.

Cataluña, te quiero

Si algo quedó claro es el amor que el empresario aragonés profesa a esta comunidad autónoma. “Quiero muchísimo a Cataluña” y a los catalanes, repitió sin cansarse. “Lo mejor para ellos es seguir en España”, pues los efectos económicos de una supuesta independencia serían “súper negativos”.

La declaración de amor de Alierta, arropado en todo momento por unos hombres que intentaban sacarlo de la nube mediática con urgencia, marcó el inicio de un cóctel en el que no faltaron corbatas, vino blanco, frutos secos, música clásica, apretones de manos y cuchicheos. La tensión por la cercanía de las elecciones catalanas se palpa en el ambiente.

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