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España recupera el 60% de la competitividad con Alemania por los despidos y salarios
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según datos deL BCE

España recupera el 60% de la competitividad con Alemania por los despidos y salarios

La economía continúa ganando competitividad con Alemania, pero con un alto coste en términos de empleo. Así lo aseguran los últimos datos del BCE, que reflejan escasos avances respecto al IPC

Foto: El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y la canciller alemana, Angela Merkel. (EFE)
El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y la canciller alemana, Angela Merkel. (EFE)

La economía española continúa ganando competitividad con Alemania y el resto de países de la zona euro, pero con un coste enorme en términos de salarios y empleo. Hasta el extremo de que todos los avances tienen que ver con los costes laborales unitarios (relación entre empleo y productividad), pero nada con la evolución de los precios interiores medidos a la luz del IPC, la otra variable clave para entender la competitividad de un país junto al deflactor del PIB (todos los precios que influyen en una economía).

Lo acaba de poner de relieve el Banco Central Europeo (BCE), que ha diseñado su primera aplicación pública en la que prácticamente se puede observar en tiempo real la evolución de los grandes indicadores macroeconómicos de cada país para poder compararlos con lo que sucede en la eurozona. Y su conclusión es que España ha recortado un 58,3% la competitividad perdida con Alemania desde el primer trimestre de 2008, que marca el punto máximo de distancia entre ambos países.

La serie que publica ahora el BCE comienza en enero de 1999, justo el momento que dio comienzo la unión monetaria y, por lo tanto, del euro. Y lo que pasó desde entonces hasta que estalló la crisis económica es que España fue perdiendo competitividad de forma acelerada.

¿Las razones? Básicamente por el fuerte ritmo de creación de empleo (sin que se tradujera en avances significativos de la productividad) y por los aumentos nominales de salarios para compensar la mayor inflación derivada de que el PIB crecía sostenido por el consumo público y privado. Con base 100 en 1999, España alcanzó los 119,8 puntos en términos de costes laborales, mientras que Alemania, por el contrario, y en ese mismo periodo de tiempo, bajó hasta los 85,8 puntos debido a la devaluación interna inspirada inicialmente por el Gobierno Schröder y asumida por los sucesivos ejecutivos.

Sin embargo, tras pincharse la burbuja del crédito se perdieron más de tres millones de puestos de trabajo, al tiempo que muchas empresas y el propio sector público tuvieron que recortar los salarios de sus trabajadores, lo que explica que desde entonces haya mejorado de forma notable la posición comparativa de España. Hasta el punto de que se ha recuperado más de la mitad de la competitividad perdida.

Frente a a la Eurozona, hacia donde se destina el 51% de las exportaciones españolas, la ganancia de competitividad ha sido, igualmente, muy relevante. Si al comienzo de la crisis la competitividad de la economía española era 13 puntos peor (119,8 puntos frente 106,8 en la zona euro), ahora (primer trimestre de 2015) España es más competitiva (-3,1 puntos de diferencia) en términos de costes laborales.

Como señala el BCE, este indicador se calcula como la ratio entre la remuneración por asalariado y la productividad del trabajo, y ésta se mide como el PIB a precios constantes (sin inflación) dividido por el número total de personas empleadas utilizando las cuentas nacionales trimestrales publicadas por Eurostat, la agencia estadística de la Unión Europea.

Grecia e Irlanda, dos países intervenidos por la troika (BCE, FMI y Comisión Europea), han evolucionado en idéntico sentido que España, pero los tres países siguen siendo, pese a los ajustes, menos competitivos en términos de costes laborales que Alemania. Se sitúan en un nivel muy parecido al de Francia, que también está muy alejada de la competitividad de Alemania.

Una cuestión de productividad

El éxito germano nada tiene que ver con ganancias de competitividad vía destrucción de empleo o recortes salariales, sino con la productividad del factor trabajo. Justo lo contrario de lo que ha sucedido en España o Grecia, precisamente, los países que más puestos de trabajo han destruido desde el estallido de la crisis en términos relativos. Alemania, de hecho, y según publicó ayer Eurostat, es el país con menos desempleo de Europa (el 4,7% de la población activa), mientras que España y Grecia (en ambos casos por encima del 22%) encabezan la estadística.

En el caso español, las ganancias de competitividad desde 2008 tampoco tienen nada que ver con la evolución de los precios pese a la contención de los salarios. Al comenzar la crisis, Alemania era un 13,8% más competitiva que España en términos relativos, pero en julio de este año ese porcentaje no sólo no ha bajado, sino que ha crecido hasta el 16,8%, lo que significa que el país de la canciller Merkel es ahora más competitivo vía IPC. Y ello pese a que España ha vivido prácticamente en recesión entre 2009 y 2013, lo que lógicamente presiona a la baja la evolución de los precios. Y, por el contrario, disparado el desempleo.

La economía española continúa ganando competitividad con Alemania y el resto de países de la zona euro, pero con un coste enorme en términos de salarios y empleo. Hasta el extremo de que todos los avances tienen que ver con los costes laborales unitarios (relación entre empleo y productividad), pero nada con la evolución de los precios interiores medidos a la luz del IPC, la otra variable clave para entender la competitividad de un país junto al deflactor del PIB (todos los precios que influyen en una economía).

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