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El sector financiero alemán critica a Draghi: “No vemos peligros deflacionarios”
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ORTODOXIA MONETARIA DE MERKEL Y EL BUNDESBANK

El sector financiero alemán critica a Draghi: “No vemos peligros deflacionarios”

Mario Draghi lleva meses entre la espada y la pared. El acero ante los ojos del presidente del Banco Central Europeo es la caída de los precios en la eurozona

Foto: El presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi junto a la canciller alemana Angela Merkel (Reuters)
El presidente del Banco Central Europeo (BCE) Mario Draghi junto a la canciller alemana Angela Merkel (Reuters)

El sector financiero alemán y las aseguradoras germanas han criticado el programa de compra de bonos que pondrá en marcha el Banco Central Europeo (BCE). Algunos responsables políticos se han sumado también a los reparos lamentando que la canciller Angela Merkel no manifieste posición alguna. El presidente de la Asociación de Cajas de Ahorro, Georg Fahrenschon, dijo que el BCE se ha puesto bajo presión y, al final, no ha tenido otra salida que satisfacer las expectativas que el mismo había creado en los mercados.

El argumento de que la medida es necesaria para combatir tendencias inflacionarias ha sido rechazado por Fahrenschon, quien considera que, si se hace abstracción de la caída de los precios de los carburantes, el índice de inflación es estable, aunque en un nivel bajo y el consumo es robusto. "No veo por ninguna parte peligros deflacionarios que haya que combatir", dijo Fahrenschon

El presidente de la Asociación de Aseguradoras Alemanas (GDV), Alexander Erdland, también criticó la decisión por considerar que ésta causa un daño a los ahorradores y hace aún más difícil crear ofertas de planes de pensiones privados. Mientras, Merkel ha desistido comentar la decisión del BCE argumentando que hay que respetar su independencia pero dentro de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su ala bávara, Unión Socialcristiana (CSU), hay voces que piden al gobierno que dé un espaldarazo a los críticos de la compra de bonos.

placeholder Europa afronta una caída de los precios en la eurozona (EFE)
Europa afronta una caída de los precios en la eurozona (EFE)

Así, por ejemplo, el diputado cristianodemócrata Klaus Peter-Wilisch ha lamentado que Merkel haya dejado solo al presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, que se ha mostrado en contra del programa. "Es lamentable que el Gobierno deje solo al Bundesbnak", dijo Wilisch en declaraciones que recoge el periódico económico Handelsblatt en su edición digital. Wilisch también aseguró que hay otros miembros del Consejo Directivo del BCE que están en contra de la medida.

La resistencia alemana al gatillo de Draghi

Y es que Mario Draghi llevaba meses entre la espada y la pared. El acero ante los ojos del presidente del Banco Central Europeo no ha sido otro que la caída de los precios en la eurozona, azuzada por el derrumbe del crudo. La pared la constituye el Gobierno alemán y el Bundesbank, con su ortodoxia monetaria, sus tecnicismos legales y su apelación a la ética, los tres grandes argumentos de la canciller Angela Merkel y sus hombres fuertes en este ámbito, el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble y el presidente del Bundesbank Jens Weidmann.

El gran respaldo que tiene esta postura en el pueblo alemán se entiende por la devastación económica que sufrió el país a causa de la hiperinflación de la década de los años 20 del siglo pasado. La gente llegó entonces a empapelar su casa con billetes de 1 marco, pues era más barato que comprar papel

No en vano la defensa cerrada de la ortodoxia monetaria fue durante décadas luz y guía la acción del Bundesbank. Berlín cree firmemente que una política monetaria expansiva derivará irremediablemente en inflación y burbujas especulativas, independientemente de la situación de los precios y del cuadro macroeconómico. Los portavoces del Ejecutivo alemán han repetido esta idea hasta hace escasas semanas, cuando ya en la mayoría de países de la eurozona se percibía la sombra de la deflación. El gran respaldo que tiene esta postura en el pueblo alemán se entiende por la devastación económica que sufrió el país a causa de la hiperinflación de la década de los años 20 del siglo pasado. La gente llegó entonces a empapelar su casa con billetes de 1 marco, pues era más barato que comprar papel.

El control de los precios, por su parte, se considera uno de los grandes pilares sobre los que se asentó el “milagro” económico alemán de la posguerra. Y los alemanes se lo agradecen a su banco central, al que atribuyen un papel clave en su recuperación económica tras la II Guerra Mundial. Lo dijo en 1992 el entonces presidente de la Comisión Europea (CE), Jacques Delors, cuando aseguró: “No todos los alemanes creen en Dios, pero todos creen en el Bundesbank”.

El segundo gran argumento alemán contra la compra de deuda pública es de carácter legalista. En los tratados europeos se estipuló claramente que el bloque nunca debía conformar lo que en alemán denominan una ‘Transferunion’, es decir, una unión en la que de forma sistemática se transfiere dinero de unos países a otros. Ese era uno de los grandes temores alemanes cuando se avanzó la integración comunitaria y Berlín insistió en este aspecto para acallar cualquier reticencia interna. Cada uno debe asumir sus propias responsabilidades, era el lema.

Este precepto es el que el Gobierno alemán también ha sabido imponer, por ejemplo, en la articulación de la unión bancaria, con la configuración de la controvertida "cascada de responsabilidad" de los rescates a entidades financieras, cuyo último escalafón son los contribuyentes de terceros países. Merkel y Schäuble impusieron sus tesis en Bruselas frente a los que abogaban por alguna forma de mancomunización y uno de los grandes perjudicados fue España. De igual manera, Berlín sostiene que la compra de bonos soberanos por parte del BCE, además de no estar entre sus competencias monetarias, que interpreta de forma restrictiva, es financiación estatal encubierta.

placeholder Merkel en una imagen de archivo (Reuters)
Merkel en una imagen de archivo (Reuters)

De hecho, éste fue el argumento principal que sostuvieron los economistas ortodoxos y euroescépticos que en 2013, en representación de 37.000 querellantes, acudieron al Tribunal Constitucional alemán para que evaluase la legalidad del programa OMT del BCE, de compra de deuda pública en los mercados secundarios. En el supuesto de una quita, explicaron, el BCE incurriría en pérdidas que se trasladarían a los bancos centrales nacionales, entre ellos el Bundesbank, que consecuentemente requerirían de dinero público para tapar estos agujeros.

Por último, el Gobierno alemán esgrime contra el programa de Draghi el "daño moral" que podría suponer la QE. Apuntan que una combinación de inflación -que resta valor a las deudas- y de mejora de la competitividad exterior -vía depreciación del euro- podría desincentivar la puesta en marcha de reformas estructurales en los países en crisis debido a la mejora "artificial" de la economía.

Visita a Berlín

Todo parece por eso indicar que el presidente del BCE ha retrasado la puesta en marcha de este esperado programa de compra de bonos porque quería contar con el respaldo de Alemania, con diferencia la mayor economía del bloque. Y sólo desde esta óptica se pueden explicar algunos de los detalles del plan, entre ellos la decisión de que cada banco central tenga que asumir parte de las pérdidas que generen sus compras de deuda. Los expertos consideran que estas decisiones le restan pegada al programa y que parecen tan sólo perfiladas para satisfacer a Merkel, Schäuble y Weidmann.

En todo caso, parece que Draghi lleva tiempo convencido de que hoy era su día D. A pesar de que Merkel no está convencida de la aventura expansiva. Si bien la canciller no se ha referido explícitamente al programa desde su encuentro con el presidente del BCE, sí que se ha referido a él de forma indirecta. Fue en la tradicional fiesta de apertura del año de la Deutsche Börse, el operador del parqué de Frankfurt. “La presión para mejorar la competitividad en Europa debe mantenerse, de lo contrario ninguna otra cosa podrá ayudarnos”, afirmó la canciller. A buen entendedor pocas palabras bastan.

El sector financiero alemán y las aseguradoras germanas han criticado el programa de compra de bonos que pondrá en marcha el Banco Central Europeo (BCE). Algunos responsables políticos se han sumado también a los reparos lamentando que la canciller Angela Merkel no manifieste posición alguna. El presidente de la Asociación de Cajas de Ahorro, Georg Fahrenschon, dijo que el BCE se ha puesto bajo presión y, al final, no ha tenido otra salida que satisfacer las expectativas que el mismo había creado en los mercados.

El argumento de que la medida es necesaria para combatir tendencias inflacionarias ha sido rechazado por Fahrenschon, quien considera que, si se hace abstracción de la caída de los precios de los carburantes, el índice de inflación es estable, aunque en un nivel bajo y el consumo es robusto. "No veo por ninguna parte peligros deflacionarios que haya que combatir", dijo Fahrenschon

El presidente de la Asociación de Aseguradoras Alemanas (GDV), Alexander Erdland, también criticó la decisión por considerar que ésta causa un daño a los ahorradores y hace aún más difícil crear ofertas de planes de pensiones privados. Mientras, Merkel ha desistido comentar la decisión del BCE argumentando que hay que respetar su independencia pero dentro de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y su ala bávara, Unión Socialcristiana (CSU), hay voces que piden al gobierno que dé un espaldarazo a los críticos de la compra de bonos.

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