El desplome de las materias primas pone en jaque a la economía mundial
La noticia positiva es que el precio de las materias primas está bajando, la mala es que la caída es tan abrupta que la economía mundial se ha puesto en alerta
La noticia positiva es que el precio de las materias primas está bajando para los países consumidores, la mala es que la caída es tan abrupta que la economía mundial se ha puesto en alerta. No en vano, los desplomes ponen en riesgo no sólo a los países productores, sino también a las economías avanzadas que exportan e invierten en esos mercados.
En el caso español, por ejemplo, el 15% del beneficio de las empresas del Ibex viene de Latinoamérica. Y los más afectados son, precisamente, BBVA, Santander y Telefónica, los valores de mayor peso del selectivo. La principal fuente de ingresos de la región, como se sabe, procede de las materias primas. En concreto, alrededor de una cuarta parte de su recaudación fiscal.
No se trata de descensos irrelevantes. El petróleo ha caído en los últimos doce meses un 40%; el algodón, un 22%; el gas natural, un 15,8; la soja (determinante para algunos países latinoamericanos), por encima del 20%; el azúcar, un 15%; el cobre y el maíz, un 12% y el trigo un 8%. Por lo tanto, se trata de un desplome generalizado derivado de la menor demanda de los países consumidores (principalmente la Unión Europea), y también China, cuyo índice de gerentes de compras (PMI manufacturero) ha caído en diciembre, según Markit, a niveles de hace siete meses y entra en zona recesiva. Un ejemplo revela esta influencia: ayer, el precio del plomo cotizó en mínimos de los últimos 27 meses tras conocerse la debilidad de la producción manufacturera en China.
Es decir, que el descenso de las materias primas no tiene sólo que ver con factores de oferta (shale gas estadounidense o producción saudí para colapsar la rentabilidad de las nuevas tecnologías), sino también con las condiciones macroeconómicas de los países consumidores. Por ejemplo, las expectativas de una subida de tipos de interés en EEUU –que en todo caso no será inminente– están provocando una menor presión sobre el precio de las materias primas al retirarse liquidez del mercado con la que especular. Al mismo tiempo, un incremento de las tasas tiende a fortalecer al dólar (las divisas de los países emergentes continúan depreciándose), por lo que la inversión en materias primas pierde rentabilidad.
Para la Eurozona, ayer se conoció que la actividad comercial de la región aumentó a un ritmo ligeramente más rápido en diciembre, aunque el ritmo de expansión siguió siendo uno de los más débiles observados durante los doce últimos meses, sostiene la nota de Markit.
Niveles de la Gran Recesión
La consecuencia de esta ralentización (distinto es por ahora el caso español) es que el WTI de EEUU ha llegado ya a cotizar por debajo de los 55 dólares/barril (159 litros), mientras que el Brent ha roto la barrera psicológica de los 60 dólares. En ambos casos, niveles de hace cinco años, en plena Gran Recesión tras el pinchazo de la burbuja del crédito en EEUU, que arrastró a medio planeta.
Se trata de una situación muy parecida a la que sucedió a mediados de los años 80, cuando el jeque Yamani, por entonces todopoderoso ministro del petróleo saudí, inundó el mercado de crudo para hacer inviables las explotaciones del mar del Norte, lo que provocó que el petróleo cayera hasta el entorno de los 10-12 dólares/barril de la época.
Ahora, por el contrario, lo que buscan los saudíes es frenar a la potente industria de EEUU que extrae crudo a precios muy competitivos usando las nuevas tecnologías. Se calcula que en ese sector trabajan actualmente nueve millones de estadounidenses con salarios más altos que la media. Y no hay que olvidar que, desde que se ha colapsado el mercado del petróleo, la rentabilidad de las operaciones relacionadas con el shale gas ha pasado del 5,7% al 9,5%, lo que revela que la tensión se ha trasladado a ese negocio. Por lo tanto, si el petróleo no sube en un tiempo razonable, muchas instalaciones pueden dejar de ser viables o verse en la necesidad de presentar suspensión de pagos ante el alza de las rentabilidades que exige el mercado para poder financiarse.
El caso más llamativo sigue siendo el de Rusia. Algunos estudios han calculado que, si el petróleo cae de precio 25 dólares durante un año, la pérdida de ingresos para el país puede rondar los 100.000 millones de dólares. En palabras de Carax, un bróker financiero, si a esto se une el bloqueo de EEUU y la UE por la crisis ucraniana, “la situación se hace insoportable”, algo que ha quedado plasmado en la subida de los tipos de interés por parte del Banco Central de Rusia.Si bien es verdad que algunos informes estiman que el país tiene suficientes reservas de divisas para pagar los intereses de la deuda durante un año..
El caso de Brasil no es tan dramático, pero es, igualmente, ilustrativo de las tensiones de los emergentes. El servicio de estudios del BBVA ha estimado que el “tono más restrictivo de la política macroeconómica”, así como una caída adicional del precio de las principales exportaciones del país, “limitarán la capacidad de recuperación de la economía en el 2015”. Su previsión es que el PIB crezca solamente el 1,3% el próximo año. Tampoco hay que olvidar que no sólo Venezuela sufre de forma dramática por la caída del petróleo, sino también países como Colombia o Ecuador, cuya principal fuente de divisas es, precisamente, el crudo. Por su parte, en Argentina los productores de soja guardan en silos la cosecha a la espera de que suba el precio y poder sacarlo al mercado.
El descenso de las materias primas y de los metales industriales influye también sobre el oro, que ayer sufrió la mayor caída en cinco semanas. En este caso, por un doble fenómeno: las expectativas de que la Reserva Federal suba los tipos y el temor a que Rusia tenga que desprenderse de parte de sus reservas de oro para hacer frente a la crisis, lo cual provocaría un descenso en su cotización. Rusia conserva unas reservas equivalentes a 37,6 millones de onzas, frente a los 9,1 millones que mantiene España. Los futuros del oro para entregas en febrero cotizan ya en 1.194 dólares.
La noticia positiva es que el precio de las materias primas está bajando para los países consumidores, la mala es que la caída es tan abrupta que la economía mundial se ha puesto en alerta. No en vano, los desplomes ponen en riesgo no sólo a los países productores, sino también a las economías avanzadas que exportan e invierten en esos mercados.