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La austeridad da sus últimos coletazos: Rajoy abre la mano del gasto público
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EL GASTO PÚBLICO DEJA DE SER CONTRACTIVO

La austeridad da sus últimos coletazos: Rajoy abre la mano del gasto público

Lo dice el servicio de estudios del BBVA con toda rotundidad: “El tono contractivo de la política fiscal desaparecerá en 2015”.

Foto: Montoro junto a Rajoy en el Congreso (Efe).
Montoro junto a Rajoy en el Congreso (Efe).

Lo dice el Servicio de Estudios del BBVA con toda rotundidad: “El tono contractivo de la política fiscal desaparecerá en 2015”. ¿Qué quiere decir esto? Pues que en el año electoral por excelencia–autonómicas y locales a finales de mayo y generales en noviembre–, el gasto público dejará de ser un lastre para el crecimiento. Al contrario de lo que ha sucedido en los últimos años. Exactamente, desde que España aplicó los recortes pactados con Europa en el marco del escenario de reducción del déficit público.

Los economistas del BBVA, incluso, estiman que ya en 2014 la consolidación fiscal suavizará su “contribución negativa” al aumento de la actividad económica. Y eso es, en verdad, lo que está sucediendo. Los últimos datos de Estadística muestran que con base 100 en 2008 el gasto en consumo final de las Administraciones Públicas durante el segundo trimestre de este año se sitúo en 99 puntos. O expresado de forma más concreta. Si en 2012 y 2013 el consumo del sector público en términos de Contabilidad Nacional cayó un 4,8% y un 2,3%, respectivamente, ahora está aumentando a un ritmo anual del 1,1%.

Esta relajación de la política fiscal no tiene que ver sólo con el gasto. También con los ingresos. Como sostiene el BBVA, “en el corto plazo, la rebaja impositiva supondrá un adelantamiento de la demanda doméstica privada que dará lugar a un impulso al crecimiento en 2015 y 2016”.

Menos contracción del gasto y una política fiscal más expansiva mediante una rebaja de impuestos afectarán, lógicamente, al déficit público. Y eso es, precisamente, lo que destaca el BBVA, el hecho de que todavía en un contexto de alto desequilibrio entre ingresos y gastos (32.050 millones de déficit presupuestario hasta julio incluyendo sólo al Estado) se vaya a relajar de forma relevante la política fiscal. La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ya avanzó con ocasión de la presentación del ‘techo de gasto’ que los Presupuestos Generales de 2015 “no incluirán ajustes del gasto adicionales”.

BBVA admite que esa suavización de la orientación presupuestaria también tendrá efectos positivos por razones cíclicas. Y en concreto, sus economistas recuerdan que la rebaja fiscal “producirá una caída de los ingresos estructurales de las Administraciones Públicas que, en el corto plazo, se verá compensada por el impulso cíclico de los recursos tributarios”. O lo que es lo mismo, a más crecimiento derivado de la rebaja fiscal, mayor recaudación.

Rebaja de impuestos

Hay que tener en cuenta, en todo caso, que, según las últimas previsiones de la Comisión Europea, España seguirá teniendo en 2014 y 2015 uno de los mayores desequilibrios fiscales. Este año, según la UE, se alcanzará el 5,6% del PIB (el Gobierno lo rebaja al entorno del 5,2%), y el próximo se situaría en el 6,1%, si bien hay que tener en cuenta que esas previsiones no incorporan el efecto de la rebaja de impuestos, cuyo coste en términos de ingresos se compensará con un aumento de la actividad económica. El BBVA, de hecho, estima que el déficit de 2015 se situará en el entorno del 4,5% del PIB, ligeramente por encima del objetivo de estabilidad (4,2%).

La relajación de la austeridad fiscal por la vía de los hechos contradice el mensaje oficial. Rajoy ha insistido este verano –ante la canciller Merkel– que España sigue comprometida con la austeridad fiscal. Pero la realidad es distinta. Los ingresos adicionales o el ahorro que se obtenga por la mejora cíclica de la economía española (desempleo o servicio de la deuda por el desplome de los tipos de interés) no van a destinarse a reducir de forma adicional el objetivo de déficit público, sino, por el contrario, irán a consolidar la recuperación a través de una política fiscal más laxa.

Aunque el ministro Montoro no presentará hasta el último Consejo de Ministros de septiembre el proyecto de ley de Presupuestos, lo que se ha filtrado hasta ahora es que ninguna Administración está preparando nuevos ajustes. El Gobierno, incluso, se plantea alguna compensación a los empleados públicos tras años de congelación de salarios, aunque este punto todavía no está decidido. En estos momentos, según el sindicato CSI-F, está negociando un aumento de la oferta pública de empleo para los próximos años después de años de cuasi congelación.

Deterioro de la CCAA

El mayor margen de maniobra se deriva, fundamentalmente, de la actuación presupuestaria de la Administración Central y de las corporaciones locales, toda vez que los ingresos de las comunidades autónomas siguen bajo mínimos. Como sostiene el BBVA en relación a la primera mitad de 2014, “con excepción de Navarra, el resto de CCAA muestra un deterioro en sus balances respecto del acumulado del año anterior, producto de la caída de los ingresos y el aumento del gasto”.

Detrás de este comportamiento se encuentra el hecho de que los tributos cedidos o propios de las regiones (muchos de ellos ligados a la construcción) continúan creciendo muy por debajo de lo que lo hace el resto de impuestos. En el caso de los ayuntamientos (más dependientes de un impuesto más estable como es el IBI) no sucede eso, y ello explica que, según las previsiones del Gobierno, vayan a tener equilibrio presupuestario en el próximo trienio.

Por lo que respecta al Estado, los siete primeros meses del año dan como resultado que los ingresos netos totales (sin la deuda pública) crecen a un ritmo del 5,7%. En términos homogéneos (es decir, corregidos los distintos ritmos de devolución en 2013 y 2014 y los aplazamientos de entes públicos), los ingresos aumentan un 5,3%, tres décimas más que la cifra acumulada hasta junio. Ahora bien, hay que tener en cuenta que el impacto sobre los ingresos de las medidas normativas hasta julio –se trata de ingresos no recurrentes que no volverán a aparecer– alcanza los 1.070 millones. Aun así, sin contar este efecto, el Estado habría recaudado 4.179 millones más que en los siete primeros meses del año pasado, algo que da mayor margen de maniobra para no continuar con el ajuste del gasto público.

Lo dice el Servicio de Estudios del BBVA con toda rotundidad: “El tono contractivo de la política fiscal desaparecerá en 2015”. ¿Qué quiere decir esto? Pues que en el año electoral por excelencia–autonómicas y locales a finales de mayo y generales en noviembre–, el gasto público dejará de ser un lastre para el crecimiento. Al contrario de lo que ha sucedido en los últimos años. Exactamente, desde que España aplicó los recortes pactados con Europa en el marco del escenario de reducción del déficit público.

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