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Palabra de Cristóbal Montoro: así ha salido España de la recesión
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EL MINISTRO CONVERSA CON 'EL CONFIDENCIAL'

Palabra de Cristóbal Montoro: así ha salido España de la recesión

Se le ve relajado. Probablemente, más de lo que cabría esperar sin conocer argumentos en un país con seis millones de parados. Pero tiene sus razones

Foto: El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)
El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. (Reuters)

Se le ve relajado. Probablemente, más de lo que cabría esperar a prioriy sin conocer sus argumentos en un país con casi seis millones de parados. Pero Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda (“y de casi todo”, como asegura con sorna) tiene sus razones. Estaba convencido, y lo repite hasta la saciedad, de que ajustar los grandes desequilibrios macroeconómicos no iba a ser fácil. Al contrario, iba a ser muy doloroso.

Y pone un ejemplo: cuando se va a realizar una intervención quirúrgica -y la economía española estaba en cuidados intensivos- hay que abrir al paciente, y, necesariamente, sufren los tejidos del cuerpo. Eso es lo que ha pasado. Pero ha merecido la pena, sostiene al final de la tarde del pasado miércoles, 48 horas después de enviar los Presupuestos de 2014 al Congreso.

El resultado de esa política, asegura, es que la economía habrá abandonado entre julio y septiembre la recesión después de nueve trimestres consecutivos de contracción del PIB. Y Montoro se muestra algo más que satisfecho de ello. Entre otras razones porque, en contra de lo que suele creerse -sostiene-, los mercados no hacen caso del ruido mediático. “Los mercados leen datos, no el clima político”, asegura en su despacho mientras proclama ufano: “Ya he presentado siete Presupuestos [del Estado] y es un error pensar que sirven las recetas del pasado”. Un país, asegura, “levanta la confianza desde sus cifras, y nunca hemos tenido que hacer una devaluación interna para ganar competitividad teniéndonos que ajustar a un tipo de cambio fijo”. Situando, al mismo tiempo, la inflación por debajo del 1%, algo que nunca se había producido en España.

¿Y cuál ha sido la receta para dejar atrás la recesión, que no la crisis? Pues, según Montoro, sanear la economía española, enferma de tanto endeudamiento, lo que llegó a situar las necesidades de financiación de la nación en más de un 10% del PIB. O lo que es lo mismo, España necesitaba cada año más de 100.000 millones de euros para mantener un artificial nivel de vida gracias al crédito fácil y barato.

Vivir de prestado

La medicina ha sido tan dura que en apenas un lustro las necesidades de financiación han bajado hasta los 5.878 millones de euros (el 0,6%) del PIB de 2012. Y es muy probable que incluso este año España tenga capacidad de financiación (y no necesidades), lo que supone un hito histórico en un país acostumbrado a pedir dinero en el exterior para salir adelante.

Desde luego que la medicina del ajuste no ha salido gratis ni ha sido inocua. Todo lo contrario. Sus contraindicaciones se han resuelto por la vía de la destrucción de buena parte del tejido productivo con su corolario en términos de desempleo. Montoro, sin embargo, lo justifica. Gracias al ajuste, en 2013, con una economía que va caer un 1,3%, la destrucción de empleo se está frenando, algo que no había sucedido nunca en la economía española. “Es algo magnífico”, sostiene.

Según Montoro, no había otro camino para volver al crecimiento. Y pone un ejemplo. Gracias a que las empresas se han desapalancado de una forma intensa -desconocida en la reciente historia económica de España-, hoy la capitalización bursátil de muchas compañías está creciendo [ver gráfico]. Y lo achaca a que sus balances están hoy más saneados. Incluso las constructoras, que se han visto obligadas a hacer una “cura de caballo”, ven hoy como sus acciones suben, lo que el ministro de Hacienda achaca a la estrategia económica del Gobierno, que pasaba por un ajuste severo para recuperar la confianza de los mercados.

La capitalización de la Bolsa española ha subido en unos 150.000 millones en los últimos meses desde que los mercados están tranquilos. Y ello pese a que el Gobierno aprobó una medida polémica que puso en su día en pie de guerra a las empresas (sobre todo constructoras y eléctricas) que crecieron en el extranjero gracias a la deducibilidad fiscal de los gastos financieros. Hacienda pagaba la fiesta, sugiere, y eso explica que cuando se suprimió esa ventaja fiscal muchas empresas pusieran el grito en el cielo. No ha sucedido nada. Al contrario, hoy los ingresos fiscales se están recuperando y las compañías están más saneadas por el proceso de desendeudamiento.

Por qué se suben los impuestos

Un dato ilustra la naturaleza del ajuste. Y es, precisamente, el que le gusta sacar a Montoro para justificar la estrategia seguida. El déficit de las Administraciones Públicas ha pasado de 94.935 millones en 2011 a 70.433 un año después (sin contar las ayudas a la banca), lo que significa un increíble recorte del gasto público de algo más de 24.500 millones de euros. Sólo Grecia, en términos relativos, ha hecho un ajuste tan colosal, presume Montoro desde su decimonónico despacho de la calle Alcalá. Es en este contexto en el que asegura que la subida de impuestos era inevitable si España quería honrar sus compromisos de pago y alumbrar un nuevo ciclo de crecimiento económico.

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Pone otro ejemplo. Hace un año, casi todo el mundo presionaba al Gobierno para que pidiera el rescate. Rajoy se revolvió y no aceptó esa estrategia. Y el resultado es que hoy la prima de riesgo de España no deja de bajar por haber cumplido la senda de consolidación fiscal pactada con Bruselas, que es lo que el Gobierno pretendía cuando decidió elevar los impuestos: “Volver a ser un país creíble”.

Es verdad que la deuda pública rondará el 100% del PIB, pero a Montoro no le preocupa porque incluso con estos niveles (un billón de euros) la carga financiera (algo más de tres puntos y medio del PIB) será inferior a la que se pagaba en los años 90, cuando España salió de la crisis, también en unas circunstancias muy adversas. Y entonces ya Montoro aprendió lo que era aplicar una política de ajuste. En aquel caso, para formar parte del euro.

¿Corre España el peligro de sacrificar su futuro recortando tanto la inversión? El ministro tiene una respuesta: “El Estado no tiene capacidad para hacer más obras, sobra casi de todo”. Y continúa: “Es verdad que hay que seguir haciendo algunas inversiones, pero en los últimos años se ha gastado demasiado”.

Hay quien le acusa de mantener una Administración ineficiente y costosa. Pero Montoro se defiende con un argumento: las plantillas de las Administraciones se han reducido en más de 300.000 empleados públicos, y cierres masivos adicionales, como algunos proponen, sólo pondrían en peligro la prestación de servicios esenciales para los ciudadanos, y además serían medidas procícliclas. Es decir, que, en lugar de salir de la recesión, España la alentaría.

Acaba con una frase que le gusta repetir que un día le oyó decir a Benedicto XVI: “Es verdad que la Iglesia, a veces, es sucia. Pero sigue siendo la Santa Madre Iglesia”. Una forma piadosa de justificar que el PP se apartara de su programa electoral. Son los renglones torcidos de Dios.

Se le ve relajado. Probablemente, más de lo que cabría esperar a prioriy sin conocer sus argumentos en un país con casi seis millones de parados. Pero Cristóbal Montoro, el ministro de Hacienda (“y de casi todo”, como asegura con sorna) tiene sus razones. Estaba convencido, y lo repite hasta la saciedad, de que ajustar los grandes desequilibrios macroeconómicos no iba a ser fácil. Al contrario, iba a ser muy doloroso.

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