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La 'anti-guerra de las divisas': Brasil e Indonesia intervienen para frenar la caída de sus monedas
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EL REAL BRASILEÑO, EN MÍNIMOS DESDE 2009

La 'anti-guerra de las divisas': Brasil e Indonesia intervienen para frenar la caída de sus monedas

El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, fue el primero en aludir al término "guerra de las divisas" para describir, allá por 2010, las maniobras

El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, fue el primero en aludir al término "guerra de las divisas" para describir, allá por 2010, las maniobras que estaban realizando varios países para debilitar sus monedas. Manifestaba así su malestar, puesto que esas artimañas impulsaban el tipo de cambio del real brasileño y restaban competitividad al país. Para frenar su fortaleza, adoptó medidas para debilitarlo. Casi tres años después, Mantega se ha visto obligado a actuar de nuevo. Pero con una gran diferencia: esta vez lo ha hecho para detener su caída. 

Ayer, y por segunda jornada consecutiva, las autoridades brasileñas, con el banco central como brazo ejecutor, intervinieron en el mercado para interrumpir la caída de su divisa. ¿Lo consiguieron? No. El efecto disuasorio de la medida apenas se notó unas horas; en cuanto el mercado retomó las riendas, el real se despeñó de nuevo. Un 0,7% contra el euro, hasta los 2,865 reales, y un 0,8% contra el dólar, hasta los 2,15 reales. La divisa brasileña no estaba tan débil contra las otras dos monedas desde 2009. 

Más éxito tuvo Indonesia, que también maniobró para contener el descenso de su divisa. Lo hizo mediante una subida de los tipos de depósito del 4 al 4,25% y con la compra de deuda indonesia en el mercado. Como consecuencia, la rupia se apreció más de un 2% contra el euro, hasta las 13.110 rupias, y se cambió a menos de 9.900 unidades por dólar, cuando a comienzos de la semana llegó a superar las 10.000 rupias por dólar. 

Una tendencia preocupante

Pero la debilidad del real brasileño y de la rupia indonesia no suponen una excepción, sino que se suman a las fuertes caídas que están sufriendo las divisas emergentes. Desde finales de abril, la lira turca, el peso mexicano, el baht tailandés, el peso chileno, la rupia india y el rand sudafricano se han depreciado entre un 5 y un 11% contra el euro. En el caso de la rupia india, esta semana se ha situado en mínimos históricos contra el euro, en las 78 rupias, y el dólar, en las 59 rupias. 

Del mismo modo que la apreciación de sus monedas molestaba porque suponía un obstáculo en tiempos de crisis y debilidad económica, actualmente esta debilidad preocupa, y mucho, porque contiene importantes riesgos, con el agravante de que se está produciendo a toda velocidad. Tras el rápido descenso de las monedas emergentes figuran motivos como una masiva salida de capitales de esos países o el descenso de las materias primas, es decir, factores que afectan a la línea de flotación de sus economías. Y entre las consecuencias sobresalen la inestabilidad financiera que provocan esos movimientos y el riesgo de que la inflación se dispare al encarecerse el coste de los productos importados. 

Todos ellos son riesgos de sobra conocidos para muchos de estos países, que pasaron por una crisis financiera profunda a finales de los 90 que estalló a partir del cambio de sus monedas y que se saldó con una extraordinaria salida de capitales -que se traducen en notables caídas en las bolsas y fuertes subidas en el rendimiento de los bonos- y la consiguiente recesión. A partir de aquella experiencia -y de la subida de las materias primas desde entonces-, los países emergentes tomaron nota y se cubrieron con la acumulación de reservas en divisa extranjera, hasta almacenar las mayores del mundo. Y ahora ya hay quien las está empleando para estabilizar el comportamiento de su divisa, como es el caso de Indonesia, cuya despensa de divisas cayó en mayo hasta una cifra equivalente a los 105.000 millones de dólares, por debajo de los casi 113.000 millones de finales de 2012. 

Y parece que les va a hacer falta disparar más munición. Así lo confirma, por ejemplo, la fuerte depreciación del real a pesar de que en los dos últimos meses el Banco de Brasil ha elevado los tipos de interés en dos ocasiones, para llevarlos del 7,25 al 8%. 

Fortaleza del yen y el euro 

La debilidad de las divisas emergentes contrasta con la renovada fortaleza del euro y, sobre todo, del yen. La divisa europea se apreció ayer un 0,15% contra el dólar, hasta los 1,333 dólares, su cambio más alto contra el billete verde desde febrero. 

Más relevante es la revalorización del yen, sobre todo por la influencia que ejerce en los mercados. Ayer, la moneda nipona fortaleció un 0,15% contra el euro, hasta los 127,7 yenes, y un 0,3% contra el dólar, hasta los 95,8 yenes. De este modo, se mantiene en su nivel más alto contra la moneda estadounidense desde las históricas medidas anunciadas por el Banco de Japón a comienzos de abril. La ascensión del yen concuerda con el descenso de las divisas emergentes porque comparten un denominador común: ambos están conectados por el movimiento defensivo de los inversores ante las decisiones que pueda adoptar la Reserva Federal (Fed) estadounidense en la reunión de la próxima semana. 

El ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, fue el primero en aludir al término "guerra de las divisas" para describir, allá por 2010, las maniobras que estaban realizando varios países para debilitar sus monedas. Manifestaba así su malestar, puesto que esas artimañas impulsaban el tipo de cambio del real brasileño y restaban competitividad al país. Para frenar su fortaleza, adoptó medidas para debilitarlo. Casi tres años después, Mantega se ha visto obligado a actuar de nuevo. Pero con una gran diferencia: esta vez lo ha hecho para detener su caída.