Los parches de José Manuel González-Páramo para salvar el euro

El economista José Manuel González-Páramo no tiene recetas mágicas para que el euro salga de su crisis. Pero esta semana ofreció dos fórmulas que sí que podrían servir de parche a la actual tormenta que vive la moneda europea: el Fondo de Redención y las euroletras.

Son propuestas que no hace cualquiera. González-Páramo fue el último español que formó parte del consejo del Banco Central Europeo (BCE). Y se fue en loor de multitudes por haber sido el ideólogo, y en buena parte también el ejecutor, de las políticas de inyección masiva de liquidez que llevó a cabo esta  institución entre 2007 y 2012. Lo que popularmente se conoció como el manguerazo del BCE y que, para resumir, pueden definirse como las medidas excepcionales que salvaron a Europa de caer en el precipicio.

En una conferencia en el Círculo Financiero organizadas por La Caixa esta semana en Barcelona, José Manuel González-Páramo expuso estas dos medidas que podrían preservar al euro de nuevos intentos de desestabilización en el actual entorno recesivo.

Tal y como explica el economista, el Fondo de Redención serviría para “comprar  deuda pública de los países miembros donde superase el 60% del PIB”. “Esta deuda –añade- sería adquirida por un fondo conjunto y permitiría una reestructuración suave”.

La mutualización de la deuda a corto plazo, según él, “permitiría al euro funcionar de una manera muy estable”“Todo esto se haría a cambio de una cesión de soberanía y de un cambio del Tratado de la Unión” reconoció este economista, que también aceptó que este mecanismo sólo podría ponerse en marcha tras las elecciones generales alemanas, previstas para septiembre de este año. 

González-Páramo también detalló que “el Fondo de Redención tendrá que contar con un presupuesto europeo más amplio, alimentado con parte del IVA y que debería implicar una homologación de los subsidios de desempleo de los países miembro”.

En vez de eurobonos, ‘euroletras’

Ante la reiterada negativa de los alemanes a impulsar un sistema de eurobonos, ahora González-Páramo pone sobre la mesa la alternativa de crear euroletras, que define como “la renuncia de todos los países a emitir sus propias letras del tesoro, la deuda a corto, una potestad que se transferiría a una Oficina Presupuestaria Europea que emitiría euroletras para todos”.

Esta mutualización de la deuda a corto plazo, según él, “permitiría al euro funcionar de una manera muy estable”. “Yo no sé si veré los eurobonos o un presupuesto común, pero estas dos fórmulas serían posibles porque el tratado actual todavía permite mucho”, añadió.

Palo al Eurogrupo

Sin embargo, estas medidas son temporales y lo que ha de cambiar a largo plazo son las políticas y estrategias generales de Europa. En este sentido, González-Páramo se mostró muy crítico con las políticas que durante las distintas fases de la crisis ha defendido el Eurogrupo, donde se reúnen al menos una vez al mes los ministros de Economía de la UE, y que, en su opinión, han agravado los problemas económicas europeos. 

“El Eurogrupo ha tomado decisiones que han supuesto daños autoinflingidos, que han  perjudicado mucho” lamentó González-Páramo. Y entre ellas enumeró la eliminación del estatus de acreedor preferente, el corralito en Chipre, los bandazos sobre la quita griega y la doctrina Deuville, que imponía quitas a la deuda privada como condición necesaria para dar apoyo financiero a un país, bajo el eufemismo de participación del sector privado, lo que provocó una crisis financiera al despertar dudas sobre la calidad crediticia de la deuda soberana de la zona euro.

Para González-Páramo, “si se siguen cometiendo errores como los del Eurogrupo podríamos vernos abocados no al fracaso del proyecto pero sí a que los costes de la salida de la crisis fuesen muy superiores”.

Como no podía ser de otra manera, González-Páramo defendió la existencia del euro. “Si el sur de Europa se sale del la zona euro, el resto perdería en los siguientes siete años 5,4 billones de euros. No podemos despiezar el euro alegremente”, advirtió este economista, catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal de la Universidad Complutense.