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El peligroso juego de las expectativas: Draghi deja para mañana lo que el mercado le pedía hoy
  1. Economía
EL BCE POSPONE LOS ESTÍMULOS A LAS PYMES

El peligroso juego de las expectativas: Draghi deja para mañana lo que el mercado le pedía hoy

Jugar con las expectativas puede quemar. El Banco Central Europeo (BCE) y sobre todo su presidente, Mario Draghi, deben tenerlo presente. A fuerza de defraudarlas, arriesgan

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El peligroso juego de las expectativas: Draghi deja para mañana lo que el mercado le pedía hoy

Jugar con las expectativas puede quemar. El Banco Central Europeo (BCE) y sobre todo su presidente, Mario Draghi, deben tenerlo presente. A fuerza de defraudarlas, arriesgan su credibilidad, y con la de ayer son ya varias las ocasiones en las que la institución europea ha insinuado una cosa y luego ha hecho otra que no se correspondía con lo sugerido. Porque hacer, hizo, pero sin rematar la faena. Dejó para mañana, lo que el mercado y, más aún, la situación económica pedían para hoy. 

Era la medida más esperada. La que quería el mercado y requería la economía real. Pero no llegó. El BCE no anunció ninguna decisión concreta para estimular la concesión de préstamos a las pequeñas y medianas empresas (pymes), de ahí la decepción que se apoderó de los mercados financieros conforme evolucionaba la rueda de prensa de Draghi. Todo lo que concedió fue que la entidad ha acordado "abrir consultas con otras instituciones europeas para adoptar iniciativas que promuevan el funcionamiento de un mercado de títulos respaldados por préstamos a empresas no financieras". Si ese mercado se dinamiza, los bancos podrán sacar más partido a los préstamos que concedan a las pymes, con lo que se verían estimulados para darlos. 

Por tanto, el BCE continúa estudiando cómo poner los raíles a esta medida. O lo que es lo mismo, sigue en el mismo lugar en el que estaba hace un mes, cuando Draghi reconoció que ya estaban trabajando en este asunto. Tras esas palabras, los inversores y los expertos interpretaron -basándose en otros precedentes, como el lanzamiento del nuevo programa de compras de deuda pública (OMT) en septiembre de 2012- que el BCE concretaría esa iniciativa de inmediato, tan pronto como en mayo. Pero no fue así, y por ese hueco se abrió camino la decepción. Habrá que esperar otro mes, hasta la cita del 6 de junio, para conocer si a la tercera va la vencida. 

2. Tipos de interés: cuando hacer historia no es suficiente 

 

El BCE hizo historia. Redujo los tipos de interés al 0,5%, el nivel más bajo de siempre. Pero ante una crisis y unos problemas como los actuales, ni siquiera hacer historia resulta suficiente. De algún modo, abaratar el precio del dinero era lo mínimo que se le pedía a Draghi; a partir de ahí, debía complementar esa decisión con el estímulo a las pymes. Como este no llegó, el recorte de los tipos supo a poco. 

Y es normal porque, dadas las circunstancias vigentes, el efecto de una reducción de los intereses es muy limitado. ¿El motivo? Que el mecanismo de transmisión de la política monetaria no funciona. ¿Por qué no? Por varias causas entrelazadas. La primera, que esos tipos tan bajos no se canalizan en forma de préstamos baratos a la economía real porque, por un lado, los bancos tienen el grifo crediticio bajo mínimos y aún deben reducir y reforzar sus balances antes de volver a abrirlo y, por otro, porque las empresas y los hogares tampoco están para pedir más deuda. Y la segunda, porque la crisis del euro ha causado una fragmentación financiera totalmente contraria al espíritu de la Unión Económica y Monetaria (UEM), ya que provoca que los costes de financiación sean muy diferentes de un país a otro y que los inversores sientan que un euro está más seguro en unos países que en otros. 

En definitiva, reducir los tipos puede tener efectos positivos, como el de mantener en mínimos históricos el euribor a 12 meses, pero no se trata de una medida milagrosa. El resto de la crisis -que no es poco- limita sus efectos. 

3. Otra ronda de 'barra libre' por un año 

Draghi anunció ayer que prorrogará la barra libre para la financiación bancaria, al menos, hasta mediados de 2014. Es decir, como instauró en 2008, seguirá prestando a los bancos tanto dinero como le pidan y a un interés fijo en las operaciones periódicas mediante las que los financia. Se conoce como barra libre porque antes de introducir este sistema, el BCE financiaba a los bancos mediante una subasta en la que pujaban por el dinero a un interés variable y sin seguridad de que fueran a conseguir la cantidad solicitada. Vamos, que antes era una barra limitada

Esta ampliación garantiza que la financiación seguirá siendo barata... pero eso no impidió que fuera el segundo placebo -junto con la rebaja de los tipos- que el BCE ofreció como contrapartida a la decepción de las pymes. En este caso, eso sí, el espíritu trilero de Draghi fue más evidente. Primero, porque esta medida estaba descontada: alargar la barra libre se ha convertido en una tarea casi protocolaria en los últimos tiempos. Y segundo, y sobre todo, porque la entidad anunció esta prórroga de la barra libre antes de lo previsto, ya que podría haberlo comunicado en junio, como hizo el año pasado, en el que, al igual que este año, este sistema caducaba a finales de junio. 

Eso sí, Draghi supo envolver el caramelo a la perfección. En anteriores ocasiones la ampliación era por seis meses; ahora lo ha hecho por un año entero

4. Dispuesto a zambullirse en las aguas de los intereses negativos

Sin duda, supuso la mayor sorpresa de la rueda de prensa. Draghi admitió que el BCE "está preparado técnicamente" y "tiene la mente abierta" para situar los intereses de la facilidad de depósito por debajo del 0%. 

La facilidad de depósito es como una especie de cuenta corriente a un día: si a los bancos les sobra dinero, lo pueden llevar a esa facilidad durante 24 horas para sacarle algún rendimiento. El problema para ellos es que el BCE ya no lo retribuye porque en julio de 2012 situó los intereses de esta cuenta en el 0%. Hasta ahora, ese era el límite. Draghi había sostenido que la institución no tenía previsto zambullirse en las "desconocidas aguas" de los intereses negativos -esto es, por debajo del 0%-. Pero ayer, con esas declaraciones, mudó su posición y abrió la puerta a la posibilidad de bucear en esas aguas... y "asumir las consecuencias negativas" que pueda generar esa decisión. 

Si lo hiciera, implicaría que los bancos, en vez de cobrar, tendrían que pagar por depositar dinero en la facilidad. ¿Por qué iba a adoptar una decisión así? Para estimular que los bancos muevan su dinero y traten de rentabilizarlo por otras vías -a ser posible, con préstamos a la economía real-. Más que nada, porque, pese a que ahora no retribuye a los bancos, estos aún aparcan en la facilidad de depósito más de 100.000 millones de euros al día -según el último dato, 120.832 millones el pasado miércoles-.  

Por el momento, ayer mantuvo el interés de la facilidad de depósito en el 0%. Los que sí recortó fueron los intereses de la facilidad de crédito -los que cobra a los bancos por prestarles dinero durante un día-, que bajaron del 1,5 al 1%. Lo hizo en esta magnitud porque el BCE procura ser simétrico y trata de que los tipos oficiales -desde ayer al 0,5%- se encuentren justo en la mitad entre los intereses de la facilidad de crédito y de depósito. Por este motivo, las alusiones que realizó ayer sobre los intereses de la facilidad de depósito también pueden ser una pista acerca de que el BCE contempla reducir más los tipos oficiales. 

5. Coincidencia con Bernanke: el BCE no lo puede hacer todo

Donde no sorprendió ni engañó Draghi fue en los llamamientos que realizó a las autoridades políticas nacionales y europeas para que hagan su parte del trabajo. En este sentido, su línea argumental se asemeja a la de su colega al frente de la Reserva Federal (Fed) estadounidense, Ben Bernanke, quien, en cuanto puede, recuerda que "la política monetaria no es la panacea".

Draghi subrayó que su estrategia monetaria seguirá siendo "expansiva tanto tiempo como sea necesario", pero reclamó más apoyo. Por un lado, recordó que "es esencial que los Gobiernos intensifiquen la implementación de reformas estructurales a escala nacional", con crítica incluida a los que recurren a las subidas de impuestos y no a los recortes de gastos. Y, por otro, apremió a que se sigan dando pasos hacia "una genuina Unión Económica y Monetaria, incluyendo una rápida implementación de la unión bancaria". 

Es más, aún fue más contundente al definir tres campos de actuación en los que el BCE no puede intervenir. Primero: "No puede sustituir a los Gobiernos". Segundo: "No puede limpiar los balances bancarios". Y tercero: "No puede financiar a los países". 

Jugar con las expectativas puede quemar. El Banco Central Europeo (BCE) y sobre todo su presidente, Mario Draghi, deben tenerlo presente. A fuerza de defraudarlas, arriesgan su credibilidad, y con la de ayer son ya varias las ocasiones en las que la institución europea ha insinuado una cosa y luego ha hecho otra que no se correspondía con lo sugerido. Porque hacer, hizo, pero sin rematar la faena. Dejó para mañana, lo que el mercado y, más aún, la situación económica pedían para hoy.