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Bankia abre un "concurso de ideas" para vender su rascacielos maldito
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LA TORRE FOSTER COSTÓ 815 MILLONES DE EUROS

Bankia abre un "concurso de ideas" para vender su rascacielos maldito

Más de cinco años después, Bankia ha decidido poner fin a su relación maldita con la Torre Foster. El rascacielos comprado en 2007 para ser su

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Bankia abre un "concurso de ideas" para vender su rascacielos maldito

Más de cinco años después, Bankia ha decidido poner fin a su relación maldita con la Torre Foster. El rascacielos comprado en 2007 para ser su futura sede corporativa tiene los días contados. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri ha iniciado un "concurso de ideas" para deshacerse del más cotizado de sus activos inmobiliarios y a la vez el más ruinoso, dado que el precio que pueda obtener distará mucho de los 815 millones de euros que pagó la antigua Caja Madrid para hacerse con una de las cuatro torres del Real Madrid.

Según fuentes del sector, Bankia recibe durante esta semana a los principales intermediarios del mercado inmobiliario para escuchar propuestas sobre cómo maximizar la Torre Foster. Formalmente, es sólo una toma de contacto para medir el feeling de los fondos de inversión antes de encargar de manera oficial un cuaderno de venta. En cualquier caso, se abre la carrera por colocar uno de los activos singulares más importantes, que sin duda situará de nuevo a España en el radar de los inversores internacionales.

Tras más de nueve meses en el cargo, Goirigolzarri se ha decidido a soltar lastre de uno de los activos más contaminados de Bankia. En pleno pico de la burbuja inmobiliaria, solo unos días antes de que estallara la crisis financiera del verano de 2007, Caja Madrid adquirió el rascacielos que la petrolera Repsol había levantado en los ternos de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid por la friolera de 815 millones de euros. Una joya arquitectónica que debía convertir en símbolo la nueva sede corporativa de la entidad regida entonces por Miguel Blesa.

En el proceso de reestructuración de Bankia, el rascacielos maldito pasó a formar parte de la cartera de BFA, su propio banco malo, la holding a la que las siete cajas de ahorro fusionadas aportaron sus activos más problemáticos a la espera de mejor vida. Posteriormente, tras el rescate del FROB y el traspaso de activos a la Sareb, la colosal Torre Foster se mantuvo bajo el perímetro de la entidad, en concreto dentro de la cartera de participadas a la que ha puesto recientemente el cartel de "se vende" siguiendo la hoja de ruta marcada desde Bruselas.

Durante meses, en los momentos de más tensión financiera, la necesidad de capital de Caja Madrid colocó en una situación muy controvertida al singular rascacielos, generando un debate interno sobre la conveniencia o no de cambiar de sede y, por tanto, de vender la torre, donde sólo ha llegado a ocupar dos plantas. Sin embargo, el deterioro del valor del activo, hasta el 50% respecto a las potenciales ofertas, impidió en todo momento su venta, pues habría generado minusvalías de casi 400 millones imposibles de asumir por el balance de la entidad.

Un activo con muchos pretendientes

Con el balance de la entidad ya saneado, cualquiera que sea el precio obtenido por la venta de Torre Foster computará como beneficio. Esta situación, sin embargo, ya estaba contemplada desde la época del presidente Rodrigo Rato y en todo momento se descartó la venta del rascacielos, pues en teoría estaba concebida para uso propio, a pesar de las ofertas de compra presentadas por distintos fondos de inversión. En caso contrario, como llegó a contemplarse, cabía la opción de su posible comercialización, una alternativa poco óptima para maximizar la inversión. 

Precisamente, la venta de Torre Picasso a finales de 2011 colocó en el mercado al rascacielos de Bankia. La referencia de precio fijada por Amancio Ortega, que compró la joya inmobiliaria de FCC por 400 millones euros, con un descuento del 50% respecto a su valoración más alta, sirvió para que inversores interesados en activos prime, como la firma estadounidense Tishman Speyer, llamaran sin éxito a la puerta de la entidad financiera. Las diferencias de precio hicieron inviable la operación, igual que con otros rascacielos, como el de El Corte Inglés. 

La última operación del boom

En el momento de su adquisición, la entidad presidida entonces por Blesa concibió el rascacielos como una inversión para mantener su sede central dentro de una zona "con una clara expectativa de revalorización" gracias al desarrollo urbanístico del eje norte del Paseo de la Castellana, la popular Operación Chamartín, que lleva 20 años parada. Caja Madrid compró la torre aún en proceso de construcción y no se concluyó hasta finales de 2009. A partir de esa fecha, la entidad debería haber procedido a ocupar los 74.000 metros cuadrados del edificio.

Ese anhelada mudanza, sin embargo, nunca llegó a buen puerto, impidiendo así que se liberara para su venta o alquiler una de las Torres Kio que ocupa como sede corporativa. En su lugar, el único negocio inmobiliario realizado por la vieja Caja Madrid con sus activos inmobiliarios en propiedad han sido las ventas parciales de su cartera de 2.000 oficinas a inversores institucionales bajo el socorrido formato de sale & lease back. Nada comparado con lo que ahora se avecina. Una operación singular y a la vez ruinosa en proporciones similares.

Más de cinco años después, Bankia ha decidido poner fin a su relación maldita con la Torre Foster. El rascacielos comprado en 2007 para ser su futura sede corporativa tiene los días contados. La entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri ha iniciado un "concurso de ideas" para deshacerse del más cotizado de sus activos inmobiliarios y a la vez el más ruinoso, dado que el precio que pueda obtener distará mucho de los 815 millones de euros que pagó la antigua Caja Madrid para hacerse con una de las cuatro torres del Real Madrid.