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Orizonia cae tras el agujero dejado por Marsans, el lío con Subías y el adiós de Carlyle
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VENTA POR PARTES Y ERE DE 4.500 PERSONAS

Orizonia cae tras el agujero dejado por Marsans, el lío con Subías y el adiós de Carlyle

Termina de la peor manera posible. Orizonia anunció ayer lunes a sus trabajadores que necesita encontrar con un urgencia un inversor si no quiere verse abocada

Foto: Orizonia cae tras el agujero dejado por Marsans, el lío con Subías y el adiós de Carlyle
Orizonia cae tras el agujero dejado por Marsans, el lío con Subías y el adiós de Carlyle

Termina de la peor manera posible. Orizonia anunció ayer lunes a sus trabajadores que necesita encontrar con un urgencia un inversor si no quiere verse abocada a un final dramático. El grupo turístico, en preconcurso de acreedores desde el pasado viernes, está decidido a deshacerse de los negocios deficitarios y mantener activos sólo una parte de Orbest y Vivo para garantizar su supervivencia, una medida drástica que implicaría un recorte de plantilla que podría afectar hasta a 4.500 empleados, según la reunión mantenido por la dirección con representantes sindicales en la sede de corporativa de Palma de Mallorca.

El plantón de Juan José Hidalgo (Globalia), que ha congelado sus obligaciones para quedarse con Orizonia, una inyección de liquidez imperiosamente necesaria para cubrir sus compromisos financieros, ante la demora de la Comisión Nacional de Competencia (CNC) para dar el visto buena a la operación de fusión, ha terminado por estrangular el rescate del grupo turístico, que lleva cerca de un año peleando contra los elementos para tratar de seguir a flote. Sin embargo, el peso de una deuda de más de 600 millones de euros y la pésima evolución del negocio en el mercado doméstico han abortado cualquier intento de salir adelante.

A pesar de todo, a las puertas del verano de 2012 hubo una posibilidad de reestructurar Orizonia. Dos de sus accionistas, los fondos de inversión Vista Capital e ICG, aliados con el gigante Sun Capital, articularon una inyección de liquidez (60 millones de euros) para salvar el negocio. La entrada de dinero fresco implicaba dos hechos: el adiós de Carlyle, el anterior accionista mayoritario, que había optado por desvincularse tras dar por imposible la puesta en valor de su inversión, y una quita sustancial de los 600 millones de euros, con el consecuente roto para los balances de los bancos acreedores, sobre todo Bankia y Societé Generale.

Los bancos líderes del sindicado buscaron una oferta competitiva antes de regalar Orizonia a los dos fondos de capital riesgo. Fue entonces cuando apareció la candidatura de Barceló, que asesorado por Lazard se vio en disposición de rescatar a su competidor y consolidarse como líder del mercado nacional. Además, en sus filas cuenta con Gabriel Subías, actual responsable de su división de viajes y exconsejero delegado de Orizonia, la persona ideal para gestionar la integración. Sin embargo, la aparición en escena del ejecutivo, que abandonó su antigua casa envuelto en polémica, frustró la operación ante el veto del fondo ICG.

El agujero de Marsans

Hace casi seis años, el fondo de capital riesgo Carlyle compró la división turística de Iberostar a la familia Fluxá, por la que pagó cerca de 900 millones. Para comandar su apuesta confió en Gabriel Subías, primer ejecutivo del grupo, al que hizo accionista minoritario y consejero delegado para dar forma a la futura Orizonia. La relación duró hasta la primavera de 2010, fecha en la que se produce el cese fulminante del primer ejecutivo, que había mantenido un pulso con sus accionistas a cuenta de Viajes Marsans, un cliente que había dejado en sus cuentas un agujero de 60 millones de euros y que el management pretendía absorber.

Aquel traspiés representó un quebranto insalvable para la apurada cuenta de resultados de Orizonia, que durante años ejecutó una serie de compras para integrar de manera vertical todas actividades del negocio turístico. La exigencia de aportar nuevos fondos para cubrir las necesidades financieras y a su vez cumplir las condiciones de los bancos acreedores para refinanciar los más de 600 millones de deuda espantó a Carlyle, que a pesar de los esfuerzos por mantener a flote la compañía era consciente de que jamás rentabilizaría su inversión, aunque al menos había recuperado lo desembolsado.

En este escenario, con el accionista mayoritario sin estímulos para continuar y con Orizonia bloqueada por una estructura financiera asfixiante, la entrada de dinero nuevo era la única alternativa para garantizar la viabilidad del grupo turístico. A pesar de las urgencias, en sólo una semanas se cayó primero la oferta de Vista-ICG-Sun por el veto de Bankia y Societé, que prefirieron la alternativa de Barceló, a su vez rechazada por los accionistas por su oposición a Subías. Con el concurso de acreedores llamando a la puerta, el equipo gestor liderado por Pepe Duato recurrió a Pepe Hidalgo, su antiguo mentor, para que presentara una oferta.

Su compromiso inicial, sin embargo, ha terminado en suspenso a la espera de los parabienes de Competencia, una marcha atrás que ha precipitado el desenlace previsible. Acogida a la figura del preconcurso de acreedores para evitar el pago a proveedores durante cuatro meses mientras negocia con los bancos, Orizonia se ha puesto manos a la obra para deshacerse de los negocios deficitarios y concentrar su actividad en una redimensionada Orbest, su aerolínea mayorista, y en la red de oficinas comerciales Vibo, aunque también con una dimensión más ajustada. El plan, sin embargo, puede dejar a 4.500 empleados sin trabajo.

Termina de la peor manera posible. Orizonia anunció ayer lunes a sus trabajadores que necesita encontrar con un urgencia un inversor si no quiere verse abocada a un final dramático. El grupo turístico, en preconcurso de acreedores desde el pasado viernes, está decidido a deshacerse de los negocios deficitarios y mantener activos sólo una parte de Orbest y Vivo para garantizar su supervivencia, una medida drástica que implicaría un recorte de plantilla que podría afectar hasta a 4.500 empleados, según la reunión mantenido por la dirección con representantes sindicales en la sede de corporativa de Palma de Mallorca.

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