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Gasolineras independientes, pocas y no tan libres
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LA COMPOSICIÓN DEL MERCADO FAVORECE A LAS GRANDES EMPRESAS

Gasolineras independientes, pocas y no tan libres

El Gobierno ya ha expresado su preocupación por la rigidez de los precios en el mercado de la distribución de la gasolina, pero aún no ha

Foto: Gasolineras independientes, pocas y no tan libres
Gasolineras independientes, pocas y no tan libres

El Gobierno ya ha expresado su preocupación por la rigidez de los precios en el mercado de la distribución de la gasolina, pero aún no ha tomado ninguna medida. Sólo cuatro grandes petroleras, Repsol, Cepsa, BP y Galp, controlan el 61% de las gasolineras repartidas por toda la geografía nacional, según los datos de la memoria anual de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Y ese nivel de concentración no contribuye a bajar los costes finales del combustible, a pesar de que la crisis ha provocado recortes en los precios de casi todos los bienes y servicios.

A juzgar por los datos recogidos en los recientes informes realizados sobre el sector por la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) y la Comisión Nacional de la Energía (CNE) por encargo del Ministerio de Industria, la composición del mercado sólo contribuye a aumentar las ganancias de las grandes corporaciones. Ambos documentos critican la elevada unidad empresarial y la falta de competencia efectiva. Para la CNC, el nivel de oferta en España es “insuficiente”. Lo cierto es que, pese a que la distribución de carburantes se liberalizó en 1993, desde entonces, los propietarios independientes, con libertad para fijar sus precios, sólo han logrado hacerse con una cuota de mercado 17%. Su peso en los litros totales comercializados es todavía menor.

Dificultades de financiación

Si el Ejecutivo quiere bajar los precios de la gasolina, deberá aumentar el peso de los operadores libres, aunque después de todo, tampoco lo sean tanto. Las grandes petroleras apoyan financieramente a sus franquiciados a cambio de una suculenta comisión en cada litro vendido. El margen de ganancia bruta de las gasolineras con bandera (pertenecientes a un grupo) es menor, alrededor de 0,8 céntimos por litro, pero sus propietarios se garantizan los recursos para poder poner en marcha una instalación de estas dimensiones, cuyo coste medio se mueve por los 400.000 euros.

Las gasolineras independientes tienen mayor margen de ganancia bruta, sobre los 0,15 céntimos de euros por litro, pero con ese dinero tienen que financiar la inversión. “Y ese es el mayor problema que tienen los operadores independientes en este momento”, apunta Alfredo Hernández, asesor legal de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES). “Si no hay más puntos de venta sin bandera es porque los empresarios no están logrando la financiación necesaria para poner en marcha negocios de este tipo”, asegura Hernández. “A mucha gente le gustaría montarlas, pero no tiene con qué dinero hacerlo”.

La competencia también crecería si los grandes distribuidores incrementaran su número de estaciones, a pesar de que sus precios se han comportado siempre de un modo extremadamente acompasado. El asesor legal de Ceees no cree, en todo caso, que las principales petroleras estén interesadas en incrementar la oferta. “¿Para qué?”, se pregunta. “No les interesa. Ellos están confortables con sus cuotas de mercado, que son prácticamente las mismas que había hace dos décadas, cuando se privatizó en España la venta de gasolina. El mercado está cerrado y pertenece sólo a unos pocos”, remacha.

Suministradores sin competencia

Además de los problemas de financiación, que otorgan ventaja a los principales grupos, la distribución de combustibles en España tiene otro cuello de botella que impide la plena liberalización del sector: el suministro de los carburantes. Las gasolineras independientes no están obligadas a llenar sus depósitos con una sola marca. Puede elegir el precio más barato. Pero “en la práctica, no hay ninguna diferencia”, apunta Bartolo Sánchez, gerente de una gasolinera libre en Cartagena. “A mí me ofrecen combustible todos los grandes productores pero es que en realidad no hay ninguna diferencia en el precio”, señala. “A lo mejor estamos hablando de que en 1.000 litros de gasolina pueden ofrecerme precios con una variación total, como mucho, de un solo euro. Y eso que se trata de marcas que son supuestamente distintas”.

Bartolo Sánchez cuestiona la rentabilidad en estos momentos de una gasolinera independiente. “Muchas están comenzando a llevarlas familias porque el dinero que se obtiene no siempre da para pagar a empleados”, mantiene el gerente de una estación sin bandera. “Las grandes empresas ya tienen sus propios depósitos de abastecimiento, así que nosotros vivimos casi únicamente de las ventas a los particulares. A esto hay que sumar el descenso del consumo por la crisis. En Murcia aparecieron muchas gasolineras libres porque la gente se pensaba que esto era la gallina de los huevos de oro, pero ahora, la mayoría de los empresarios que tienen una aguantan porque también tienen otro negocio”.

Economía de escala

Aunque Bartolo quiera bajar el precio del litro en su establecimiento, tiene un margen limitado para hacerlo por la ausencia de competencia entre sus suministradores. Pero además, debe tener en cuenta su demanda. Alfredo Hernández, con una dilatada experiencia en el sector, asegura que una estación independiente debe comercializar al año más de un millón de litros si quiere ser rentable. Y tiene dos opciones: bajar el precio esperando vender así más litros o subir el coste sacrificando parte de las ventas. No es una decisión fácil. Y las gasolineras que se equivocan, desaparecen.

En cambio, las pertenecientes a las grandes petroleras no necesitan vender tanto para ser viables porque se benefician de las ventajas de su integración en una red. Por ejemplo, no necesitan tener su propio camión cisterna para conseguir suministros. Y los sistemas informáticos pertenecen a la matriz. La economía de escala juega en contra de los pequeños.

Con todo, son las estaciones libres las únicas que revolucionan la inflexibilidad de los precios, como demuestran los informes encargados por  el Ministerio de Industria. El poder de las grandes es tan elevado que, pese a los estragos que está provocando la crisis en el poder adquisitivo de los ciudadanos, desde 2007 sus márgenes de beneficio han aumentado más de un 20%. El caso contrario también sirve de prueba: la facilidad con la que pueden hundir los costes si se lo proponen. Sin ir más lejos, en noviembre los precios cayeron porque el propio Ministerio de Industria presionó a Repsol, Cepsa, BP y Galp para que el IPC bajara y el Gobierno pudiera destinar menos fondos a la actualización de las pensiones. El dominio de las corporaciones abruma.

Emplazamientos clave

Por otro lado, las gasolineras libres tienen también la desventaja de su posicionamiento en el mercado. Como apunta Gaspar Carmona, propietario de la consultora Zemos, “los mejores lugares para poner una gasolinera suelen estar en manos de las grandes redes porque, además de las ventas, les interesa que su marca sea vista por un número muy amplio de consumidores”. Las grandes confluencias son puntos estratégicos de venta pero también herramientas de márketing. Y como ocurre en los centros comerciales con los locales más cercanos a la entrada, los cruces y los accesos a las grandes ciudades son las áreas más valoradas.

“En esos sitios, es muy difícil que un empresario pueda afrontar el coste que supone el precio de un terreno y la instalación del equipamiento”, sostiene Carmona. Si lo consiguiera, podría bajar los precios, porque el volumen de ventas que tendría garantizaría su rentabilidad. El responsable de Zemos afirma que, en su opinión, sigue habiendo disponibles muchos puntos de venta interesantes. Otra cosa es que alguien esté en condiciones de adquirirlos.

Las barreras de entrada explican que, en las autovías y carreteras principales, predominen de forma tan aplastante las principales marcas. “En esos sitios, además del suelo y de la instalación, tienes que pagar el coste del enganche a la autovía y los carriles de aceleración y desaceleración. El precio total se dispara por encima del millón de euros. Y no hay muchos empresarios que cuenten con ese dinero”, argumenta Alfredo Hernández, asesor legal de Ceees.

La ausencia de operadores libres provoca de este modo que los cuatro grandes distribuidores puedan fijar precios más altos en las estaciones de las autovías, autopistas y carreteras nacionales, a pesar de que son las más transitadas (por lo que no necesitarían vender más caro para ser rentables) y de que su emplazamiento privilegiado les permite reducir al mínimo los costes del transporte del combustible. Por ahora, en un sector tan estratégico como el del combustible sigue habiendo sombras que luces. Y la falta de claridad la están pagando los consumidores cada vez que paran en una estación de servicio.

El Gobierno ya ha expresado su preocupación por la rigidez de los precios en el mercado de la distribución de la gasolina, pero aún no ha tomado ninguna medida. Sólo cuatro grandes petroleras, Repsol, Cepsa, BP y Galp, controlan el 61% de las gasolineras repartidas por toda la geografía nacional, según los datos de la memoria anual de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP). Y ese nivel de concentración no contribuye a bajar los costes finales del combustible, a pesar de que la crisis ha provocado recortes en los precios de casi todos los bienes y servicios.