Las claves que llevaron a Zara de A Coruña a la Gran Manzana

No es un cuento, pero bien podría comenzar con un érase una vez. La historia nos situaría en un pequeño pueblo leonés, Busdongo de Arbás. El año 1936, apenas cuatro meses antes de que estallara la guerra civil española. Amancio Ortega, fundador del emporio textil Inditex nacía en el seno de una familia humilde de tres hermanos. En esos años, aquel niño no podía imaginar que, con el paso del tiempo, llegaría a presidir una de las mayores empresas del país y crearía una filosofía de éxito que cambiaría buena parte de los cimientos de la industria textil. El libro 'Zara, visión y estrategia de Amancio Ortega' escrito por el antiguo colaborador de El Confidencial, David Martínez (Ed. Conecta), repasa buena parte de esta historia que va de las calles de A Coruña a Pekín o Nueva York y, como los buenos cuentos, no deja indiferente a nadie.

Inditex rastrea sin descanso todas las tendencias que se mueven en el mercado, las capta y las fabrica. "En apenas dos semanas los modelos pasan de los bocetos a las perchas de las tiendas", apunta Martínez. El negocio se puede definir como un concepto de moda rápida: "vende lo que el consumidor pide y lo hace en el menor tiempo posible" y de ello dan buena cuenta los grandes equipos que la multinacional tiene en su central en Galicia que no dejan de producir las nuevas prendas que se exponen semana tras semana. El objetivo marcado a fuego por la compañía es mandar productos nuevos a cada tienda al menos dos veces por semana y realizar un seguimiento constante de lo que más se vende y lo que no, de las recomendaciones de los clientes y lo que se lleva en cada momento.

Este modelo de producción basado en el concepto just in time elimina los stocks y los gastos de almacenamiento y mantiene latente el interés por los nuevos productos. "Todo el mundo sabe que cada diez días encontrará una colección totalmente nueva en cualquiera de las tiendas". Y por si esto fuera poco la guinda del pastel es que los productos se consiguen vender sin realizar apenas inversión publicitaria. "Ortega ha insistido siempre con no abusar de la publicidad y así, los escaparates de cada una de las tiendas son el mejor reclamo". 

Luchar por mantener unos precios competitivos ha sido otra de las obsesiones de Amancio Ortega al frente de Inditex. "Hasta que llegó Zara en los 70, las colecciones se pensaban y diseñaban con más de un año de antelación. Después se fabricaban con tres meses de plazo y por último se entregaban a los distribuidores. Esto suponía tres riesgos fundamentales: una fuerte acumulación de existencias, una apuesta por colecciones que podían no tener éxito en el mercado y unos precios poco competitivos, dados los márgenes que se cargaban en cada paso de la cadena".

La expansión internacional, factor clave

Uno de los puntos fuertes de Inditex es su presencia internacional en más de 80 países de todo el mundo. Esto ha hecho posible que la compañía haya seguido creciendo a pesar de la fuerte caída del consumo en Europa y los coletazos de la crisis económica mundial. A día de hoy, el grupo que sube un 54% en bolsa en el año tras posicionarse como la empresa con mayor valor de mercado en España, sigue apostando con fuerza por su expansión, especialmente en Asia. 

En concreto, el mercado español ya sólo representa un 25% de las ventas del grupo, que está volcado en abrir nuevas tiendas en todo el mundo. Sólo en China, la firma ha duplicado en un año su red comercial de 75 establecimientos, una tendencia que se viene repitiendo en multitud de países. Zara no ha dejado de perseguir su objetivo de obtener una posición privilegiada que le permite reinar en el mercado y seguir potenciando su modelo de negocio.

Los resultados hablan por sí solos. Tras anunciar la remodelación de su tienda estrella en la quinta avenida neoyorquina (como modelo de establecimiento ecológico), la firma se prepara para desembolsar 750 millones de euros para abrir más de 400 nuevas tiendas. Todo ello, manteniendo la fidelidad a un modelo de negocio 'made in Galicia' que no deja sorprender a lo largo de todo el mundo.