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Bañuelos & Cía: el regreso del hombre que embaucó a Amancio Ortega
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TUVO QUE HUIR DEL PAÍS Y REFUGIARSE EN LONDRES

Bañuelos & Cía: el regreso del hombre que embaucó a Amancio Ortega

La Caixa se negó en su día a financiar a Enrique Bañuelos, por entonces estrella rutilante de la cosa inmobiliaria y sobre todo bursátil. Fue tras

Foto: Bañuelos & Cía: el regreso del hombre que embaucó a Amancio Ortega
Bañuelos & Cía: el regreso del hombre que embaucó a Amancio Ortega

La Caixa se negó en su día a financiar a Enrique Bañuelos, por entonces estrella rutilante de la cosa inmobiliaria y sobre todo bursátil. Fue tras una cena con dos directores de la caja catalana. El empresario valenciano no sólo abonó la cuenta sino que dejó doscientos euros en propinas. Los financieros se miraron ojipláticos. “Si este tío va por ahí regalando el dinero, ni de locos vamos a prestarle el nuestro”, vinieron a decirse el uno al otro. Así hicieron… hasta hace unos días.

El pasado viernes, Isidre Fainé, número uno de La Caixa, se fotografiaba junto a Enrique Bañuelos, el president Artur Mas y el consejero de Economía, Andreu Mas-Colell. Desde entonces, en los círculos de Madrid y Barcelona no se habla más que de esa fotografía por tan extraño maridaje: el seny más sofisticado combinado con los agresivos tiburones del mundo del dinero.

En la galería gótica de la primera planta del Palau de la Generalitat, que une el Pati dels Tarongers con el Saló de Sant Jordi, lugar de los actos solemnes, se habían reunido para anunciar el proyecto Barcelona World, un complejo de ocio que servirá de réplica al Eurovegas de Madrid y que contará con una inversión de 4.500 millones de euros. Bañuelos se encargará de buscar a los socios financieros mientras que La Caixa pondrá los terrenos, unas seiscientas hectáreas junto a Port Aventura. ¿Y el dinero? ¿Quién pone el dinero? Ese asunto todavía no está del todo claro.

La noticia del proyecto fue recibida con algarabía en medios y opinión pública catalana ignorando las sombras que acompañan al siempre polémico Enrique Bañuelos, actualmente presidente de la sociedad inversora Veremonte y en su día fundador de aquel invento inmobiliario llamado Astroc. Quizá porque la memoria en España es más frágil que la de un pez en un acuario, se haya olvidado ya que el broker valenciano tuvo que huir del país y refugiarse en Londres tras dejar en la quiebra a unos cuantos socios que todavía andan por ahí purgando sus penas y a unos cuantos miles de accionistas que han visto esfumarse parte de su patrimonio.

Enrique Bañuelos (Sagunto, 14 de febrero de 1966) es un broker más que empresario, alguien que te quiere comprar la empresa antes de que hayan servido el primer plato y a los postres ya ha puesto precio a la operación. “Es listo. Listísimo. Un vendedor nato. Te convence, te apabulla. Lo suyo no era el mercado inmobiliario. No sabía hacer casas, pero vendiéndolas era único. Tenía todo el negocio en la cabeza” (Los señores del ladrillo, 2011). En esta ocasión se ha metido en el bolsillo a Mas y Fainé.

En los inicios de su carrera fue coronado como ‘rey de la miel’ en Sagunto, donde montó un negocio para la compraventa de este producto; luego pasó a ser el ‘rey del ladrillo’ con la malograda Astroc; en Brasil le llamaban el ‘rey de la soja’ por su negocio de materias primas para la elaboración de biocombustible; y ahora en Barcelona se alza de nuevo como el ‘rey del juego’. A pesar de sus orígenes humildes, a Bañuelos siempre le gustado mostrarse a los demás con cierto aire regio

El inversor de Sagunto marchó a Brasil para replicar el modelo de Astroc que tan buenos réditos le dio a él, pero tan malos a sus accionistas. Tras meterse en negocios inmobiliarios y agrícolas, el resultado final fue parecido. Así las cosas, tuvo que salir a la carrera de Brasil. ¿El motivo? La mayoría de los bancos se negaba a cerrar deals con él por su pasado en España, tal y como él mismo reconocía en su primera entrevista a un medio brasileño, dos años después de desembarcar al otro lado del charco.

Adserá, Méndez y el polémico equipo de Bañuelos

Si su vuelta a España ha generado suspicacias, la composición de su equipo no le anda a la zaga. Su consejero delegado es Javier Adserá, un financiero de buena formación cuyo principal currículo es la presidencia de Natraceutical (una empresa de apenas 40 millones de euros) y cuyo mayor pelotazo no fue otro que la salida a bolsa de Astroc en abril de 2006, operación que él mismo instrumentó.

Lo llamativo de que aquella asesoría fue que Adserá ejercía a la vez miembro del consejo de administración y vicepresidente y primer accionista de Riva y García, el broker que, junto a Sabadell y Caja Madrid, vendió las acciones de la inmobiliaria valenciana. Para más inri, la responsable de los servicios jurídicos de la sociedad de valores, Cristina de Uriarte, también tenía un asiento en el consejo de Astroc, sin que la CNMV advirtiera posible conflicto de interés.

Riva y García, Sabadell y Caja Madrid valoraron la compañía en más de 1.000 millones de euros. Para que el valor de los títulos pasara de 6,5 euros –precio de la OPV- a más de 70, se dedicaron a limitar la venta de acciones y a convencer a determinados inversores para que se hicieran con importantes paquetes y así hacer subir el precio en un corto periodo de tiempo.

Bañuelos consiguió embaucar a apellidos del calibre de la familia Godia, una de las grandes fortunas catalanas, al propio Sabadell y a Caixa Galicia. Todos tomaron paquetes de cerca del 5%. El puente con la caja gallega lo tendió con Yago Méndez, hijo del eterno director general de la entidad, José Luis Méndez, ahora defenestrado. Yago nunca progresó en la caja tal y como él esperaba, y se marchó hace un año tras quedar relegado a un puesto de segunda fila tras la fusión con Caixanova.

El hecho de que entrara Caixa Galicia llamó la atención de Amancio Ortega, al que le ofrecieron comprar un 10%. El inversor gallego no se fiaba mucho de Bañuelos, por lo que llevó a cabo una pequeña investigación. Finalmente tomó un 5% por más de 150 millones de euros, cuyo valor final sería cero o prácticamente cero.

Todos perdieron buena parte de la inversión, que tuvieron que provisionar con urgencia tras el desplome de la cotización a principios de 2007. Todos menos el propio Bañuelos, que vendió en cuanto el castillo de arena empezó a desmoronarse. Ahora, tras su periplo brasileño, tras anunciar proyectos hoteleros que nunca llegó a desarrollar, reaparece en España pagando servicios prestados. De la noche a la mañana se ha convertido en accionista de referencia de Amper y ha firmado con Alejandro Agag un acuerdo para poner en marcha la Fórmula 1 de los coches eléctricos.

A Yago Méndez  le ha contratado como uno de sus hombres de confianza y lo ha puesto como consejero delegado de Amper. A Adserá lo ha nombrado el primer ejecutivo de su holding Veremonte, con el que pretende desarrollar el citado Barcelona World. No se sabe todavía si Riva y García tendrá algún papel en la operación.

Lo que sí es conocido es que este broker fue multado recientemente por la CNMV por una infracción muy grave, castigo que también comparte con Bañuelos, que hace dos años fue sancionado por el organismo supervisor por falta de información sobre Astroc. Al inversor valenciano le buscó las cosquillas Baltasar Garzón por una demanda de accionistas minoritarios, pero el juez no encontró delito alguno. Quizás su principal condena fue reconocer que “el valor de Astroc era irreal”.

La Caixa se negó en su día a financiar a Enrique Bañuelos, por entonces estrella rutilante de la cosa inmobiliaria y sobre todo bursátil. Fue tras una cena con dos directores de la caja catalana. El empresario valenciano no sólo abonó la cuenta sino que dejó doscientos euros en propinas. Los financieros se miraron ojipláticos. “Si este tío va por ahí regalando el dinero, ni de locos vamos a prestarle el nuestro”, vinieron a decirse el uno al otro. Así hicieron… hasta hace unos días.

Amancio Ortega