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Marita March da el gran golpe con su venganza inmobiliaria familiar
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PELEABA POR INMUEBLES VALORADOS EN 75 MILLONES

Marita March da el gran golpe con su venganza inmobiliaria familiar

Una vez más, Marita March Cencillo (63 años) se ha salido con la suya. La nieta del magnate mallorquín Juan March Ordinas resolvió a su favor

Foto: Marita March da el gran golpe con su venganza inmobiliaria familiar
Marita March da el gran golpe con su venganza inmobiliaria familiar

Una vez más, Marita March Cencillo (63 años) se ha salido con la suya. La nieta del magnate mallorquín Juan March Ordinas resolvió a su favor el pasado mes de mayo un conflicto familiar que llevaba encendido algo más de seis años, como un rescoldo de la hoguera provocada por el boom inmobiliario. Estaba en liza una jugosa herencia valorada en 75 millones de euros compuesta por cinco propiedades (palacetes, fincas…) que se disputaban distintos herederos de Bartolomé March Servera, el menor de los hijos del patriarca de la saga empresarial con sede en Palma de Mallorca.

Según distintas fuentes familiares, desde hace tres meses María Dulce March es propietaria única de Lejuma, la sociedad a través de la cual se gestionaba el patrimonio inmobiliario legado por su padre Bartolomé March. Su principal oponente durante todo este tiempo ha sido su sobrina Ana María Chico de Guzmán March, hija de Francisco Javier Chico de Guzmán y Girón (Duque de Ahumada) y de Leonor March Cencillo, accionista mayoritaria de la sociedad con un 62%, que reclamaba su disolución para así poder disponer los bienes. Era pleno 2005 y entonces el ladrillo valía su peso en oro.

Siete años después, el conflicto se ha resuelto mediante una subasta. El pasado 17 de mayo, la participación accionarial de Ana María Chico de Guzmán March fue vendida al mejor postor en una notaría de Madrid en virtud del mandamiento judicial del Juzgado de Primera Instancia nº 14 de los de Madrid. A pesar del interés de un supuesto inversor mexicano, el comprador final resultó ser Marita March, convirtiéndose así en propietaria de Lejuma, es decir, del patrimonio inmobiliario que antes compartió con sus dos hermanos Leonor y Manuel March Cencillo y sus descendientes.

La pugna por la herencia inmobiliaria no ha sido la primera ocasión en la que los tres hijos de Bartolomé March Servera se han enfrentado. A lo largo del tiempo, Marita, Leonor y Manuel han llegado a hacer públicas sus desavenencias por disputas sobre el patrimonio familiar. La más sonada y conocida tuvo que ver con la propiedad de un goya, el lienzo de “La Condesa de Benavente”, una obra pictórica del genio aragonés valorada en más de siete millones de euros que el padre había donado a la fundación que lleva su nombre y que finalmente terminó en manos de Marita March.

En estos enredos familiares, María Dulce March ha ido siempre por libre. Casada con Alfonso Fierro, heredero de la otrora poderosa saga empresarial asturleonesa, la mallorquina consiguió hacerse con el control de la Fundación Bartolomé March Servera en detrimento de sus hermanos y de sus sobrinos. Ni siquiera la mediación de Luis Alberto Salazar-Simpson como presidente del patronato ha evitado conflictos, que también se han extendido a la desaparición de piezas de un valioso conjunto cerámico napolitano, la propiedad de una valiosa obra medieval (Tríptico de Biniforani) o la propia biblioteca familiar.

En medio de esas disputas, cuyo último episodio ha tenido por objeto los bienes inmobiliarios, que han llegado a estar en venta durante estos años, subyacen las acusaciones mutuas entre los integrantes de esta rama de los March. Hermanos, sobrinos y primos se reprochan entre sí del expolio de los bienes familiares, la mayoría de los cuales eran de su padre, que sólo heredó una pequeña parte de toda la gran fortuna amasada por el patriarca Juan March Ordinas, donó a la fundación que lleva su nombre. Entretanto, la familia sigue creciendo y emparentándose con otras grandes fortunas.