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Europa se queda sin oxígeno y el BCE encuentra un resquicio para actuar
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FRANCFORT CONSTATA QUE LA TRANSMISIÓN DE LA POLÍTICA MONETARIA SE HA ROTO

Europa se queda sin oxígeno y el BCE encuentra un resquicio para actuar

Algo se mueve en Fráncfort. Y, esta vez, en la buena dirección para España. Los mercados descuentan ya que el Consejo de Gobierno del Banco

Algo se mueve en Fráncfort. Y, esta vez, en la buena dirección para España. Los mercados descuentan ya que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidirá el próximo jueves, dos de agosto, medidas de calado para frenar la escalada de las primas de riesgo en los países periféricos. Lo que nadie se atreve a adivinar es la dirección que tomará el BCE.

La panoplia de posibles medidas es amplia, pero todas ellas tienen el marchamo de urgentes. O, incluso, excepcionales en un contexto como el actual, en el que un banco tan relevante como Citi ha calculado que las probabilidades de salida de Grecia del euro han subido del 75% al 90%. Mientras que, en paralelo, los tesoros nacionales de España e Italia encuentran enormes (y caras) dificultades para salir al mercado. La parte positiva la vuelve a dar Irlanda, que se financió ayer a cinco años (3.800 millones) al 5,5%, por debajo de España. Mientras que a ocho años pagó un 5%, pese a ser un país intervenido.

La transmisión de la política monetaria -a través del canal del crédito- se ha roto, y eso explica que el BCE esté ahora -al menos es lo que deja entrever en sus últimas declaraciones- más dispuesto a tomar medidas ‘no convencionales’ que van más allá que una simple rebaja de los tipos de interés (del 0,75% al 0,50%), cuyo efecto sobre la economía real tardaría, en todo caso, entre tres o cuatro trimestres para ser eficaz. Aunque ya se deja notar en el Euribor, situado por debajo del 1%.

Y entre esas medidas no convencionales aparecen dos viejas recetas que el BCE saca a relucir en situaciones límite: el compromiso de dar al mercado la liquidez que necesite o la reanudación del programa de compra de bonos, abandonado desde marzo. La posibilidad de que el Fondo de Estabilidad compre directamente deuda pública (con dinero de la autoridad monetaria) se presenta todavía muy verde. Es la hora del BCE, cuya potencia (aunque sea sólo con declaraciones) es inmediata. Algo parecido a lo que viene reclamando el Gobierno español desde hace semanas.

La ‘hoja de ruta’ de la UE

A medio plazo todos los ojos están puestos en octubre, cuando Draghi, Barroso, Juncker y Van Rompuy tengan que presentar la ‘hoja de ruta’ -un informe preliminar- de la UE para el futuro, que debe aprobarse en diciembre. Ese será el momento clave de la eurozona.

Hay, sin embargo, quien opina que este jueves el consejo del BCE se limitará a dar una “señal al mercado, pero poco más”, asegura el responsable de un importante servicio de estudios. En su opinión, cabe esperar una relajación de los colaterales -de las garantías- que deben presentar los bancos para financiarse en el BCE,  toda vez que las necesidades de financiación son tan grandes que las entidades deben hacer frente a un gran número de titulizaciones. Pero de comprar bonos, nada de nada. En su opinión, lo que quiere hacer el BCE es actuar como agente financiero, obligando a que sea el actual Fondo de Estabilidad o el futuro Mecanismo de rescate (el embrión del futuro Tesoro europeo) los que asuman el riesgo de la deuda soberana. En ningún caso el BCE.

Lo que ha aflojado las resistencias del BCE no es sólo la escalada de la presión contra España e Italia (que representan cerca del 25% del PIB de la eurozona), sino, una doble percepción que ya la sugerían los banqueros de Fráncfort en el último boletín mensual de coyuntura. Por un lado, la desaparición de cualquier presión inflacionista; y, por otro, la constatación de que la economía mundial, y, en particular, la europea, se ralentiza. Se ahoga por falta de actividad. Y todo en un contexto de restricción del crédito sin apenas precedentes.

Ayer mismo, el propio BCE reveló que los préstamos al sector privado en la eurozona han vuelto a tasas negativas en términos interanuales (-0,2%). O un 0% en media mensual durante el segundo trimestre del año.

Un argumento consistente

¿Qué significa esto? Pues que los mecanismos de transmisión de la política monetaria se han quebrado, y ese es el argumento jurídico del que dispone el BCE para actuar directamente sobre los mercados. El Banco Central Europeo tiene prohibido comprar bonos, pero sólo puede hacerlo cuando la inestabilidad afecte a la propia política monetaria. Y eso es, precisamente, lo que está ocurriendo ahora, en el que la enorme liquidez que ha suministrado desde diciembre no llega a los agentes económicos. Los ‘halcones’ alemanes que piden que el BCE deje de intervenir en los mercados, tienen nuevos motivos para estar preocupados.

La nueva estrategia del BCE, en todo caso, está avalada por los fundamentos económicos de la eurozona. La inflación mundial -un componente esencial para el primer exportador del planeta- ha seguido moderándose en los últimos meses en un contexto de caída de los precios de las materias primas. En los países de la OCDE, la inflación medida por los precios de consumo se redujo en mayo hasta el 2,1% anual, frente al 2,5 % observado un mes antes.

Esta moderación de los precios tienen mucho que ver con la evolución del petróleo, que se sitúa (el WTI) en el entorno de los 90 dólares barril, el nivel más bajo de este año y un 28% inferior al máximo alcanzado en marzo de 2012. De cara al futuro, sostiene el BCE, los participantes en los mercados prevén que los precios del crudo se mantengan constantes en el medio plazo, y los futuros con entrega en diciembre de 2013 se negocian actualmente a 93 dólares estadounidenses el barril. Es decir, no cabe esperar tensiones inflacionistas.

Tampoco caben sorpresas en el tipo de cambio. Entre finales de marzo y principios de julio de 2012, el tipo de cambio efectivo del euro se depreció por el aumento de las tensiones sobre la moneda única (crisis de deuda soberana), y frente a los 20 mayores socios comerciales de la zona del euro se sitúa un 3,6 % por debajo del nivel registrado a finales de marzo de 2012, y un 6,4 % por debajo de la media de 2011. Se encarecen las importaciones de crudo, pero, a cambio, se benefician las exportaciones.

Ocurre lo mismo con los salarios. Según el BCE, los sueldos negociados en la zona del euro en abril confirman el “alivio de las presiones salariales”. Los costes laborales por hora se redujeron, hasta situarse en el 2% en el primer trimestre de 2012, frente al 2,8% del trimestre anterior. Para el futuro, más de lo mismo. El BCE considera que “en un contexto de debilidad de la situación del mercado de trabajo, las presiones generales sobre los salarios deberían permanecer contenidas”.

Algo se mueve en Fráncfort. Y, esta vez, en la buena dirección para España. Los mercados descuentan ya que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) decidirá el próximo jueves, dos de agosto, medidas de calado para frenar la escalada de las primas de riesgo en los países periféricos. Lo que nadie se atreve a adivinar es la dirección que tomará el BCE.