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La crisis de deuda envenena la economía europea y la empuja hacia otra recesión
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ESPAÑA ES YA EL PAÍS DE LA EUROZONA QUE MENOS RECAUDA

La crisis de deuda envenena la economía europea y la empuja hacia otra recesión

La economía europea vuelve a las andadas. Pero ahora empujada por la crisis de la deuda soberana, que ha arrastrado con fuerza la confianza de los

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La crisis de deuda envenena la economía europea y la empuja hacia otra recesión

La economía europea vuelve a las andadas. Pero ahora empujada por la crisis de la deuda soberana, que ha arrastrado con fuerza la confianza de los agentes económicos sobre el futuro de la eurozona. Y ya sin el manto protector del BCE, cuya política monetaria extraordinariamente expansiva prestando dinero a tres años y con garantías de baja calidad se ha diluido.

El aumento de la aversión al riesgo tiene que ver también con las incertidumbres políticas derivadas de las elecciones en Francia tras el triunfo en primera vuelta de François Hollande. Pero también con las próximas citas electorales en Alemania o Grecia o con el referéndum en Irlanda sobre el Pacto Fiscal (31 de mayo). Y no es ajeno al efecto que tiene sobre la eurozona el deterioro de la actividad económica en los países periféricos, hacia donde el núcleo duro del euro destina buena parte de sus exportaciones.

Inquieta, en particular, el deterioro de la economía alemana, y ayer esta preocupación se reflejó con intensidad en el índice PMI de manufacturas, un indicador que muestra las expectativas de los gerentes de compras. Y ese índice continúa por debajo de 50 puntos, lo que refleja una próxima contracción de la actividad. Aún así, Alemania  todavía acumula un gigantesco superávit por cuenta corriente (bienes y servicios) equivalente a 47.700 millones de euros, frente al déficit de 7.500 millones que sufre España.

Los inversores temen, sin embargo, que los planes de reducción del déficit público debiliten todavía más la economía de la eurozona, y por eso han acelerado la venta de sus posiciones en los países periféricos. De hecho, Alemania (25% de la eurozona) ha vuelto a pagar por sus emisiones una rentabilidad históricamente baja -1,63% por el bono a diez años- mientras que, por el contrario, la crisis de deuda soberana se está trasladando con toda intensidad a la economía real de los países con mayores dificultades. Estos países no sólo tienen que pagar más por endeudarse (en el entorno del 6% en el caso español), sino que los procesos de ajuste fiscal aumentan el desempleo y frenan el crecimiento. Y en este contexto, lo que está creciendo es el 'no' ciudadano a las políticas de austeridad sin límites.

Francia, Holanda....

El problema es que Europa está construida sobre un complejo mecanismo de vasos comunicantes (en lo político y lo económico) y lo que sería una buena noticia para Alemania (bajas rentabilidades a la hora de financiarse) se convierte en una losa  para los países periféricos debido a que, en paralelo, se produce un aumento de las primas de riesgo por la fuga de depósitos hacia ‘países refugio’. Incluso países como Francia -el corazón de Europa- ya tiene que pagar un diferencial con Alemania equivalente a 142 puntos básicos, el máximo nivel en tres meses. Mientras que Holanda -tradicional aliada de Alemania- ha visto como su prima de riesgo se va hasta los 79 puntos básicos, el mayor nivel en tres años a cuenta de la ruptura de su Gobierno de coalición. Y en Holanda ha habido una auténtica rebelión contra los recortes pese a que su déficit se situó el año pasado en el 4,7%, sustancialmente menor que el español.

La consecuencia de esta doble realidad no puede ser otra que un deterioro de la actividad económica general. Hasta el punto de que es muy probable que ya en este primer trimestre la economía europea haya caído en una nueva recesión.

El último trimestre del año pasado la economía se contrajo tres décimas respecto del mismo periodo anterior, y es muy probable que en el primero de 2012 haya sucedido algo parecido. En el caso español, el banco central acaba de estimar una caída del PIB de cuatro décimas en el primer trimestre, lo que supone la vuelta a la recesión. Y recientemente Funcas ha estimado que durante todo este año la economía estará en esa situación.

Estos duros procesos de ajuste que empujan a la economía europea a la recesión son, precisamente, los que penalizan a países como España, cuyo déficit público -ya es oficial- se sitúa en el 8,5%, el tercero más alto de Europa tras Irlanda (-13,1%) y Grecia (-9,1%). Pero con un perfil extremadamente peligroso que no deja lugar a dudas sobre la naturaleza de los problemas de la economía española.

Según Eurostat, los ingresos públicos continúan en caída libre y España es ya el país de la eurozona que menos recauda respecto de su Producto Interior Bruto (PIB). Lo paradójico del caso es que el hundimiento de los ingresos se ha producido, incluso, después de haber elevado los tipos de impositivos (en particular el IVA), algo que no ha sucedido en ningún otro país, donde el aumento de la presión fiscal (por ejemplo en Grecia y Portugal) ha supuesto un crecimiento significativo de la recaudación.

Los datos publicados por Eurostat indican, en concreto, que el conjunto de las administraciones públicas españolas recaudó el año pasado una cifra equivalente al 35,1% del PIB, a años luz de la media de la eurozona, donde los ingresos totales representaron el 45,2% del PIB.

Incluso países intervenidos por la Unión Europea (UE) en los que la ‘troika’ obligó a elevar la presión fiscal (fundamentalmente los impuestos indirectos), recaudan más que España. La Hacienda griega, por ejemplo, ingresa el 40,9% del PIB, por encima del 39,7% de un año antes; mientras que en Portugal la recaudación ha crecido más de tres puntos de PIB (del 41,4% al 44,7%), pese a que ambos países han caído en un fuerte periodo recesivo que cada día se parece más a una depresión económica. Incluso en Irlanda, con bajos tipos impositivos, el sector público recauda más que en España, un 35,7% de su PIB, según los datos de Eurostat.

La economía europea vuelve a las andadas. Pero ahora empujada por la crisis de la deuda soberana, que ha arrastrado con fuerza la confianza de los agentes económicos sobre el futuro de la eurozona. Y ya sin el manto protector del BCE, cuya política monetaria extraordinariamente expansiva prestando dinero a tres años y con garantías de baja calidad se ha diluido.

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