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La década perdida
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LAS BOLSAS SE ENCUENTRAN EN LOS MISMOS NIVELES DEL 11-S

La década perdida

"En bolsa, a largo plazo siempre se gana", dice uno de los axiomas más viejos del mercado. Bueno, pues depende de lo que entendamos por largo

"En bolsa, a largo plazo siempre se gana", dice uno de los axiomas más viejos del mercado. Bueno, pues depende de lo que entendamos por largo plazo. Si son 10 años, no. Los principales índices mundiales se encuentran actualmente en los mismos niveles previos al 11 de septiembre de 2001. Es decir, que quien mantenga posiciones desde entonces no ha ganado nada ni tampoco perdido... salvo el tiempo con el consiguiente coste de oportunidad.

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Como pueden observar en el primer gráfico, el S&P 500, el índice amplio de Wall Street, pelea estos días por mantener los 1.200 puntos, que es justamente donde se encontraba antes de los ataques terroristas. El Ibex 35 (segundo gráfico) presenta una situación similar, pues cotiza alrededor de los 8.000 en que se movía hace 10 años.

Otros índices sí registran ligeras subidas respecto a los niveles de hace una década. Es el caso del Dow Jones, que se encuentra en torno a 11.500 puntos frente a los 10.500 de entonces. Pero también hay otros baremos en la situación opuesta, como el EuroStoxx 50, el índice más importante de la zona euro, que antes del 11-S llegó a 4.000 puntos y ahora anda por 2.100. Algo que se explica por el derrumbe de la banca, en especial la francesa y la italiana, en los últimos meses.

Que estemos donde estábamos hace 10 años no significa que no nos hayamos movido por el camino. De hecho, los movimientos han sido mucho mayores que en ningún período anterior de la Historia, porque el 11-S inauguró una nueva era en la que la volatilidad es el nuevo paradigma y que ha destrozado todas las medias históricas. Por centrarnos en el Ibex, en estos años ha llegado a estar a 6.000 y a 16.000 puntos.

Diez años de sobresaltos

Cuando Bin Laden conmocionó al mundo, las bolsas ya se encontraban en tendencia bajista tras el estallido de la burbuja 'puntocom' en marzo del año 2000, y EEUU acababa de encontrar en recesión. Pero la psicosis terrorista agravó ambas situaciones. El desplome inicial -cuando Wall Street reabrió sus puertas tras seis días cerrada- no fue excesivo y a fin de año los índices habían recuperado los niveles previos a los atentados. Pero la recesión y la guerra contra el terror emprendida por el presidente Bush prolongaron las caídas bursátiles hasta el suelo definitivo de marzo de 2003, coincidiendo con la conquista de Bagdad. El S&P 500 marcó mínimos en 800 y el Ibex, en 6.000

Dio comienzo entonces una subida prolongada gracias a la recuperación económica, al fin de la Guerra de Irak y a la creciente tranquilidad por la ausencia de nuevos atentados importantes en suelo norteamericano, aunque no en otros lugares: en España tuvimos nuestro doloroso 11-M en 2004 y Londres fue golpeada el 7 de julio de 2005. Además, el mantenimiento de unos tipos de interés muy bajos durante mucho tiempo tanto por parte de la Fed como del BCE dieron pie a una burbuja de crédito que tuvo su principal reflejo en el mercado inmobiliario.

Pero, pese a los altibajos normales, las bolsas mantuvieron su tendencia alcista hasta el otoño de 2007, cuando el S&P alcanzaba máximos históricos casi en 1.600 puntos y el Ibex rozaba los 16.000.

Desde unos meses antes, una palabra hasta entonces desconocida empezaba a dominar los titulares: 'subprime'. El aumento del paro y las subidas de tipos provocaron que muchos hipotecados no pudieran pagar la letra, hudieron las titulizaciones masivas de estos créditos y dejaron a los pies de los caballos a la banca, las firmas que garantizaban hipotecas -Fannie Mae, Freddie Mac- y las aseguradoras (AIG). La burbuja inmobiliaria saltaba por los aires y llegaban las primeras quiebras -Northern Rock, Bear Stearns-, que marcaron la defunción del mercado alcista.

La puntilla, como es bien sabido, fue la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, que provocó el hundimiento en picado de las bolsas mundiales y el rescate masivo con dinero público de la banca en EEUU y Europa. El S&P 500 perforaba los 700 puntos en marzo de 2009. El Ibex no lo hacía tan mal porque aquí no hubo que rescatar ningún banco entonces, y era capaz de salvar los 7.000.

Entonces se produjo uno de los poquísimos suelos en 'V' que se recuerdan en los mercados (de ahí que al principio muchos inversores no se lo creyeran), seguido por una subida vertical que devolvía al Ibex a los 12.000 a finales de ese año y al S&P 500 a los niveles de 2001, es decir, los 1.200. Y ahí llegaba el 'decoupling', es decir, la separación de los destinos de Europa y EEUU a raíz del estallido de la crisis de la deuda soberana a principios de 2010 y los sucesivos rescates de Grecia, Irlanda y Portugal (de momento).

Los índices europeos no han vuelto a superar esos niveles, aunque sí los de EEUU, que marcaban máximos esta primavera -el S&P cerca de 1.400-. La necesidad de elevar el techo de deuda, la debilidad económica y la probable vuelta a la recesión han provocado el desplome que comenzó el mes pasado y que probablemente aún no ha hecho suelo, según los expertos. En nuestro continente, la desconfianza en el sector financiero por su altísima exposición a la deuda pública ha provocado desplomes aún mayores. Y aquí estamos, con el Ibex de nuevo en 8.000.

¿Estamos ahora mejor que entonces?

Esa es la gran pregunta. Sin duda, el 11-S fue un acontecimiento que marcó una crisis inédita hasta entonces, pero la crisis financiera y de deuda actual tampoco tiene precedentes, al menos de esta magnitud. Recuerden que llevamos tres rescates de países occidentales (hasta ahora los impagos y rescates eran propios de los emergentes) y que pertenecen a la Unión Monetaria Europea. Tampoco parece suficiente con el capital inyectado a la banca europea hasta ahora por culpa de la pérdida de valor de la deuda que tienen en cartera (o su exposición inmobiliaria en el caso de España). Y cada vez parece más claro que tanto Europa como EEUU volverán a entrar en recesión cuando apenas habían salido de la de 2009.

Casi todo el mundo coincide en que lo ocurrido entonces ha determinado la situación en que nos encontramos. El gurú Ed Yardeni, que era estratega de Deutsche Bank en 2001 y ahora dirige su propia firma, opina que "el principal impacto del 11-S fue destruir cualquier sombra de disciplina fiscal en Washington, y un tremendo aumento del déficit público y de la intromisión del Gobierno en la economía, así como de los compromisos militares de EEUU fuera de su territorio".

Además, existe un consenso en que, sin los atentados, los tipos no habrían bajado tanto ni durante tanto tiempo, lo que habría evitado la burbuja inmobiliaria y de crédito, así como el doloroso desapalancamiento en que nos encontramos. Asimismo, la percepción del riesgo cambió para siempre hace 10 años. Desde entonces, se exige mucho más para asumir el riesgo de invertir en bolsa y, al menor contratiempo, el dinero huye hacia los bonos o el oro, o cualquier otro activo seguro. Y eso se traduce en una volatilidad inmensa: caídas del 2% son pequeñas ahora, y del 4%, como la del viernes, se han convertido en normales.

"En bolsa, a largo plazo siempre se gana", dice uno de los axiomas más viejos del mercado. Bueno, pues depende de lo que entendamos por largo plazo. Si son 10 años, no. Los principales índices mundiales se encuentran actualmente en los mismos niveles previos al 11 de septiembre de 2001. Es decir, que quien mantenga posiciones desde entonces no ha ganado nada ni tampoco perdido... salvo el tiempo con el consiguiente coste de oportunidad.