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La banca por fin se plantea en serio solucionar el problema del ladrillo
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ABANDONA EL DISCURSO DE "AGUANTAR HASTA QUE PASE LA CRISIS"

La banca por fin se plantea en serio solucionar el problema del ladrillo

Algo empieza a moverse por fin en la banca en cuanto a la necesidad de solucionar el gran problema de todas las entidades: el inmobiliario. El

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La banca por fin se plantea en serio solucionar el problema del ladrillo

Algo empieza a moverse por fin en la banca en cuanto a la necesidad de solucionar el gran problema de todas las entidades: el inmobiliario. El Banco de España y las propias entidades empiezan a reconocer, incluso en público, que lo que han hecho hasta ahora no ha servido de nada y que tienen que adoptar medidas más contundentes -y dolorosas- para evitar que la crisis actual acabe en una década perdida como la de Japón.

Hasta hace unos meses, el discurso generalizado de las entidades era el de "aguantar el chaparrón hasta que escampe". Por ejemplo, Roberto Higuera, ex consejero delegado de Popular, siempre decía que el banco no tenía ningún problema en aguantar los inmuebles en balance el tiempo que hiciera falta y que lo que no iba a hacer era asumir pérdidas. Del mismo modo, Juan María Nin, director general de La Caixa, ponía el ejemplo de los propietarios particulares: "¿Usted vendería su piso a cualquier precio aunque pierda dinero o esperaría a poder venderlo mejor si puede seguir pagando la hipoteca? Pues en las entidades pasa lo mismo".

Esta mentalidad generalizada es la que explica por qué bancos y cajas, aunque han rebajado el precio de los inmuebles que se han adjudicado, siguen vendiéndolos a niveles muy superiores a los que pueden pagar los demandantes en un entorno de paro creciente -y sin visos de remitir- y rebajas de salarios. La consecuencia es que apenas venden pisos, pese a los descuentos y a que ofrecen hipotecas por el 100% del precio.

Con la misma lógica, la banca ha refinanciado a la mayoría de las grandes inmobiliarias (con excepciones como Nozar o Noriega) y les ha concedido tres, o incluso cinco, años sin pagar un euro, ya que tampoco venden un piso. A ver si para entonces ha escampado y pueden devolver algo de lo que deben.

Pero la crisis no escampa ni la morosidad tampoco. Es más, las perspectivas para 2011 y 2012 no pueden ser peores, como adelantó El Confidencial a principios de octubre y como luego ha reconocido públicamente la mayoría de las entidades. Y mientras tanto, los ladrillos se siguen acumulando en los balances y empiezan a alcanzar niveles insostenibles; al fin y al cabo, el negocio hipotecario supone el 55% del beneficio del sistema financiero español. Hay que hacer algo.

El Banco de España toma la iniciativa

Esta situación es la que motivó en julio el cambio de la circular contable del Banco de España, que obliga a que los bancos provisionen un 10% del valor de los inmuebles por cada año que los mantengan en balance, y acelera el calendario de provisiones de los créditos morosos (aunque ya no hace falta provisionar el 100% del crédito, sino que se minora por el valor de la garantía hipotecaria con ciertos descuentos). Pero este cambio también parece insuficiente.

De ahí que el lunes el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, insistiera en que las entidades, "al aceptar inmuebles como pago de deudas, no difieran el reconocimiento de las pérdidas". Y añadió "la necesidad de que las entidades sean más transparentes en un momento de ajuste del sector inmobiliario y en el que la confianza en el sector bancario es todavía débil".

Ahí puso el dedo en la llaga, porque la falta de transparencia del sector respecto a su exposición inmobiliaria es uno de los grandes problemas del sector. Si uno hace caso a los mensajes oficiales de los principales bancos y cajas, nadie ha dado crédito para segunda vivienda, nadie ha dado hipotecas por más del 80% del valor de la vivienda, nadie ha aceptado tasaciones infladas...

La solución, muy complicada

El presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, reconoció en los encuentros financieros que organiza su entidad que "la digestión inmobiliaria es un gran reto al que se enfrentan prácticamente todas las entidades financieras". Pero advirtió que hay que buscar el equilibrio entre dos riesgos: que la digestión sea demasiado lenta "y los activos inmobiliarios se enquisten en los balances", lo que conduciría a una crisis a la japonesa; o que sea demasiado forzada, "de forma que, en un momento crítico como el actual, las instituciones incurran en cuantiosas pérdidas por la realización precipitada de activosen un mercado tan poco líquido como el inmobiliario".

Por tanto, la solución no es nada fácil. Pero más allá de medidas como las contables, acortar los procedimientos judiciales o favorecer el desarrollo del suelo (como pidió Rato), el sector coincide en que no hay más remedio que aceptar una fuerte caída de los precios de la vivienda, mucho mayor que la que hemos visto hasta ahora.

Carlos Sánchez proponía ayer desde esta página la creación de un 'banco malo' al estilo de Irlanda, controlado por el Gobierno y en el que se depositen los activos problemáticos de la banca (ladrillos y crédito promotor moroso, básicamente, que ascienden a 181.000 millones según el Banco de España, aunque habría que añadir todo el crédito promotor refinanciado) y que ese banco malo decida qué promotoras son viables y cuáles no, subaste los activos de las inviables y dé salida a los ladrillos de los bancos. A precios muy bajos y con fuertes pérdidas para ellos, claro. Algo muy doloroso, pero que cada vez parece más inevitable.

Algo empieza a moverse por fin en la banca en cuanto a la necesidad de solucionar el gran problema de todas las entidades: el inmobiliario. El Banco de España y las propias entidades empiezan a reconocer, incluso en público, que lo que han hecho hasta ahora no ha servido de nada y que tienen que adoptar medidas más contundentes -y dolorosas- para evitar que la crisis actual acabe en una década perdida como la de Japón.

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