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Hacienda se queda sin ricos: sólo 13.000 contribuyentes ganan más de 600.000 euros
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EL IRPF SE ROMPE: EL 4% DE LOS CONTRIBUYENTES SOPORTA YA EL 40% DE LA RECAUDACIÓN

Hacienda se queda sin ricos: sólo 13.000 contribuyentes ganan más de 600.000 euros

El IRPF no es sólo un tributo que actualmente se sostiene únicamente por los asalariados. Es, también, un impuesto quebrado y escasamente neutral en el tratamiento

El IRPF no es sólo un tributo que actualmente se sostiene únicamente por los asalariados. Es, también, un impuesto quebrado y escasamente neutral en el tratamiento de las rentas en función de sus fuentes de generación (capital o trabajo). Pero que, al mismo tiempo, descansa fundamentalmente sobre las rentas más altas, aunque eso sí, sólo las que tienen nómina, lo que merma su capacidad recaudatoria. Empresarios y rentistas han logrado evitar su capacidad recaudatoria haciendo buena la célebre frase del ex ministro Fernández Ordóñez: "Cada vez tengo más amigos que son personas jurídicas y menos personas físicas”. ¿La diferencia? Tributar al 43% en IRPF o al 30% en Sociedades. O al 1% si el contribuyente ha constituido una sicav.

Los datos más recientes de la administración tributaria indican que el 4,3% de las liquidaciones -759.870 contribuyentes- soporta nada menos que el 40,3% de la recaudación ¿Su delito? Tener unos ingresos declarados superiores a 60.000 euros al año en términos brutos; es decir, antes de pagar impuestos.  Este es el grupo que, según Hacienda, puede considerarse rico a efectos tributarios, y de ahí que la presión fiscal se cebe fundamentalmente en ese coletivo. ¿Se referirá Zapatero a él cuando habla de subir la tributación de las rentas “más altas”?

Dicho en otros términos. Según un informe del Instituto de Estudios Fiscales –dependiente del Ministerio de Hacienda- el 10% de las rentas (primera decila) aporta el 33,75% de la renta total que grava el IRPF; mientras que el segundo escalón (otro 10%) aporta otro 14,89%. Este quiere decir que el 20% contribuye con casi el 50% de las rentas declaradas a efectos fiscales. En concreto, un 48,64%.

Y es que en España ser considerado ‘rico’ a efectos fiscales no tiene nada que ver con la imagen del potentado o del especulador de Wall Street. Todo lo contrario. El tramo más elevado del IRPF -el que está obligado a pagar a Hacienda el 43% de sus rentas generadas- opera a partir de 52.360 euros anuales. Si usted gana esa cantidad o más puede estar en la lista de las “rentas altas” de las que habla Zapatero. El segundo tramo del IRPF  -con una tributación del 37%- opera a partir de los 32.360 euros, y baja hasta el 28% cuando los ingresos son inferiores a esa cantidad pero superiores a 17.360 euros. Por debajo de esas cantidades, el tipo mínimo fijado por Hacienda se sitúa en el 24%.

El simulador de Funcas realizado a partir de datos reales del IRPF estima que por cada punto que suba el impuesto en cada uno de los tramos, Hacienda recauda de forma adicional el 0,25% del PIB. O lo que es lo mismo, unos 2.500 millones de euros, lo que significa  que si finalmente se suben dos puntos, los ingresos aumentarían en torno a los 5.000 millones de euros, aunque incluyendo todas las rentas y no sólo las más elevadas.

Esas cifras, por supuesto, son aproximadas, ya que un incremento de los tipos impositivos provoca automáticamente un efecto sustitución. Los contribuyentes pueden optar por otras ‘soluciones’ fiscales para optimizar sus relaciones con Hacienda. Tampoco parece claro que se pueda actuar únicamente sobre un determinado tramo del  IRPF, ya que esto produce distorsiones en el impuesto. Pasar de un tramo a otro –por el simple efecto de la inflación- sería enormemente costoso para un contribuyente. E, incluso, podría aumentar la elusión fiscal mediante una rebaja artificial  de retribuciones.

Un impuesto enormemente progresivo

Las cifras sobre la enorme capacidad redistributiva del IRPF indican que se trata de un impuesto altamente progresivo que prácticamente exonera de tributación a las rentas más  bajas. Así, por ejemplo, el 62,9% de las liquidaciones, aquellas con rentas inferiores a 21.000 euros al año, tan sólo aportan el 11,7% de la recaudación (incluyendo ayudas por maternidad). Los porcentajes se equilibran en el caso de quienes anualmente ingresan entre 21.000 y 31.000 euros. Estas rentas representan el 17,5% de las liquidaciones, pero contribuyen en un 16,2% a la recaudación del IRPF. Aquí está la parte mollar del impuesto en términos de declarantes. Son, a efectos tributarios, las clases medias. A las que, según Zapatero, no les afectará la subida de la tributación directa.

La progresividad del impuesto comienza a notarse a partir del tramo de ingresos comprendidos entre 30.000 y 60.000 euros. Dentro de este tramo se encuentra el 15,4% de las liquidaciones, y aportan el 31,9% de lo recaudado. Es decir, algo más del doble de lo que les correspondería en caso de que el IRPF no fuera progresivo. Es decir, lineal, como el que defendía Miguel Sebastián cuando era sólo asesor de Zapatero. Como se ha dicho, el 4,3% restante (los más ‘ricos’) contribuye con un 40,3% de los ingresos totales por IRPF. Estos seguirían siendo, por lo tanto, los principales perjudicados por la subida del IRPF.

Si a estas cifras se le aplica una lupa de alta resolución, el resultado es todavía más elocuente. Los 13.058 contribuyentes que declaran unos ingresos superiores a 600.000 euros anuales (100 millones de pesetas) –y que sólo representan el 0,1% de los declarantes- aportan nada menos que el 7,2% de la carga impositiva, lo que da idea de la enorme progresividad del impuesto. Por el contrario, el 49,2% de los contribuyentes con ingresos inferiores a 16.500 euros, contribuyen sólo con el 5,3% de lo recaudado por el Impuesto sobre la Renta.Y es que ricos, lo que se dice ricos, no hay muchos en España a la luz de la información que suministra el IRPF. Sólo 175.904 contribuyentes declararon en 2006 -un año metido en pleno boom inmobiliario- que habían obtenido unos ingresos superiores a 120.000 euros brutos al año. Apenas el 1%de los declarantes del impuesto.

¿Y cuánto se paga por IRPF?  La progresividad del impuesto derivada  del juego de las deducciones y del mínimo exento de tributación hace que las diferencias sean abismales. El tipo efectivo medio (el que realmente se paga y no el que aparece en las tablas oficiales de forma nominal) se sitúa en el 14,4% para el conjunto de los contribuyentes. Pero con notables diferencias. El tipo efectivo más alto se aplica a quienes tienen unos ingresos comprendidos entre 96.000 y 120.000 euros anuales. Este colectivo paga a Hacienda (en relación a su base liquidable) un 29,1% de sus ingresos. Es decir, casi la tercera parte de su renta se va sólo en pagar el IRPF. Si se incluye el resto de impuestos que paga un contribuyente, IVA, Impuestos Especiales (alcohol, tabaco o hidrocarburos), tasas municipales o impuestos autonómicos, la presión fiscal sería, lógicamente, mucho mayor.

El tipo medio efectivo respecto de la renta declarada es especialmente bajo en los tramos con ingresos inferiores a 21.000 euros. El máximo para este colectivo se sitúa en el 9,5%, pero a partir de ahí se aplica una tabla decreciente que llega a ser negativa para quienes obtienen una renta inferior a los 4.500 euros.

Las rentas altas pagan menos

El hecho de que el tipo medio efectivo sea más bajo para las rentas superiores a los 600.000 euros (21,2%) que para aquellas comprendidas en tramos inferiores tiene que ver con una decisión de política fiscal. Las rentas del capital tributan por debajo de las generadas por el trabajo. Y a medida que aumenta la renta, la participación de las ganancias patrimoniales en la generación de rentas es sensiblemente mayor. En 2006 -últimos datos disponibles de la Memoria Tributaria- , esas rentas se gravaban al tipo único del 15%, lo que provoca un achatamiento de la presión fiscal entre el colectivo con mayores ingresos. El PSOE defendía en la oposición la neutralidad del IRPF en función de las fuentes de renta, pero poco se ha avanzado en esa dirección.

Sólo como hipótesis de trabajo hoy se habla en algunos círculos de que el Gobierno puede tener en mente igualar el tratamiento de las rentas del capital (ahora del 19% o del 21% para rentas superiores a 6.000 euros) con el tipo mínimo del IRPF, situado en el 24%. Esta equiparación -que no neutralidad- si que tendría efectos robustos sobre la recaudación.  

El peso de las ganancias patrimoniales -las plusvalías- en las rentas superiores a 600.000 euros al año se sitúa, de hecho, en el 70,3% de las rentas obtenidas, lo que significa que prácticamente las dos terceras partes de sus rentas proceden de rentas del capital y no del trabajo. Una vuelta de tuerca en ese sentido, sería fácilmente vendible por Moncloa en términos de opinión pública.

El desequilibrio entre el tratamiento fiscal de las rentas del trabajo y del capital en el IRPF es, en cualquier caso, enorme, lo que confirma la idea de que el impuesto sobre la renta es un tributo que pagan realmente quienes tienen una nómina. Los datos de la Memoria Tributaria corroboran esta idea. Las rentas del trabajo (principalmente generadas por los asalariados) suponen el 75,5% del IRPF, a años luz de las rentas del capital, que representan apenas el 15% del impuesto. Las rentas derivadas de actividades económicas (profesionales o empresarios) apenas suponen el 7,2% de la estructura del impuesto.

El IRPF es, por lo tanto, un impuesto dual que gravita sobre las rentas del trabajo. Hasta el punto de que en 2006 la renta media de un asalariado se situaba en 19.773 euros, el doble de los 9.856 euros que declaraban los contribuyentes incluidos en el régimen de actividades económicas. En el caso de los declarantes por estimación directa, la renta media se situaba en 13.311 euros, y para la estimación objetiva únicamente en 6.448 euros. Dicho con otras palabras más directas. Los asalariados pagan más impuestos que sus empleadores, al menos en el IRPF. Pero si además tienen elevados ingresos respecto de la media de declarantes, son también quienes soportan la presión fiscal directa. El resto queda casi exonerado.

El IRPF no es sólo un tributo que actualmente se sostiene únicamente por los asalariados. Es, también, un impuesto quebrado y escasamente neutral en el tratamiento de las rentas en función de sus fuentes de generación (capital o trabajo). Pero que, al mismo tiempo, descansa fundamentalmente sobre las rentas más altas, aunque eso sí, sólo las que tienen nómina, lo que merma su capacidad recaudatoria. Empresarios y rentistas han logrado evitar su capacidad recaudatoria haciendo buena la célebre frase del ex ministro Fernández Ordóñez: "Cada vez tengo más amigos que son personas jurídicas y menos personas físicas”. ¿La diferencia? Tributar al 43% en IRPF o al 30% en Sociedades. O al 1% si el contribuyente ha constituido una sicav.

IRPF Mercado Alternativo de Renta Fija