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Osborne, un joven ministro de Economía con mucha vida a sus espaldas
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Osborne, un joven ministro de Economía con mucha vida a sus espaldas

George Osborne se ha convertido a sus 38 años en el Canciller de Exchequer más joven de Reino Unido en más de un siglo. Y lo

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Osborne, un joven ministro de Economía con mucha vida a sus espaldas

George Osborne se ha convertido a sus 38 años en el Canciller de Exchequer más joven de Reino Unido en más de un siglo. Y lo cierto es que no tiene un reto especialmente fácil. Por una parte tiene que hacer frente a una deuda pública equivalente al 62% del Producto Interior Bruto, y un déficit previsto de 178.000 millones de libras. Por otra, sabe que en gran medida depende de él el éxito o el fracaso de la extraña coalición formada por los conservadores y los liberal-demócratas.

Aunque su amiguísimo David Cameron haya confiado en él para darle las llaves del Número 11, sabe que el nombramiento del liberal Vince Cable como ministro de Negocios le va a dar más de un quebradero de cabeza. Frente a la inexperiencia de Osborne, el liberal cuenta con una reputada carrera ligada siempre a la Economía. Él fue quien avisó primero en Reino Unido de la crisis que se avecinaba en su libro La Tormenta, y fue él quien describió más tarde un plan clave para hacerla frente en Después de la Tormenta. Por eso, muchos consideran que debería ser Cable quien se encontrara en su puesto y no Osborne.

De cara a la opinión pública, la relación entre ambos es cordial. Aunque el veterano de 67 años no deja de verle como un crío. Ya de por sí, entre el Ministerio del Tesoro y el de Negocios siempre han existidos tensiones. Las había cuando era un único partido el que dirigía al país y no son pocos los que piensan que el escenario actual es una bomba de relojería.

Primeros rifi-rafes

De hecho, han sido Osborne y Cable los que han protagonizado el primer rifi-rafe del idílico gobierno de coalición. En un principio, se especuló con la idea de que los bancos serían competencia del liberal, pero finalmente ha sido el joven tory quien los ha metido dentro de su cartera. Será Osborne quien dirija la comisión especial que se cree para la reforma bancaria. Cable sólo ocupará una silla de invitado.

Y esto sabe que repercutirá de un u otra manera en su futuro. Cameron siempre había apostado por él y defendido en todos sus escándalos, que para su edad no han sido pocos. Pero a partir de ahora el líder tory tendrá que templar el agua a la tercera fuerza política para poder quedarse en Downing Street.

De momento, Osborne ha tenido que ver cómo el premier elegía como su primera visita el ministerio de Negocios y no el suyo para ganarse la confianza de Cable.

De puertas para dentro está claro que no todo serán facilidades. Y de puertas para fuera, sabe que no cuenta con mucho respaldo. La City aún no se fía de él y aunque no se pone en duda su talento, muchos consideran que el cargo le viene grande para los tiempos que corren. El ministro aparece ante Canary Wharf como un joven que no va a hacer las cosas mejor que su antecesor, Alistair Darling. Una encuesta realizada antes de las elecciones por Financial Times reveló que el tory no convencía, y la mayoría de banqueros prefería al laborista.

Osborne no se deja amedrentar. Al fin y al cabo sabe que, con el actual panorama, no pasará a la historia como el ministro del Tesoro más popular. Los conservadores planean el mayor ajuste desde 1945 y en su primer día al frente de la cartera el tory bajó un 5% el sueldo a los ministros.

Su prioridad, sin duda, es hacer frente al agujero presupuestario, y decidir si cumple con su promesa de disolver la Autoridad de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés). De momento, el regulador no aparece en el documento de las reformas que baraja la coalición del gobierno. El organismo, por su parte, se niega a comentar si ha recibido un indulto o si su jefe ejecutivo, Héctor Sants, que tenía intención de abandonar el cargo en julio, podría haber sido persuadido para quedarse.

En el terreno personal, se ha especulado mucho sobre las similitudes entre la relación de Osborne y Cameron y la que tenían Tony Blair y Gordon Brown. Los dos tories pertenecían al llamado círculo de Notting Hill y se arrimaron mucho a la sombra de Michael Howard, al igual que los laboristas se arrimaron a la de John Smith. Pero, a diferencia del escocés, Osborne nunca ha mostrado ansias por convertirse en primer ministro. Desde que le nombraron portavoz de Economía del partido, con sólo 33 años, siempre se ha centrado en los números dejando a su amigo el camino abierto para consolidar su liderazgo.

Un niño bien

Al igual que Cameron, Osborne también procede de un ámbito de cucharilla de plata. Es hijo de Baronet Osborne, cofundador de la empresa de diseño de papel Osborne & Little. Tiene tres hermanos. Su infancia la pasó en una casa valorada en 5 millones de libras en Notting Hill y su fortuna personal actual ronda los 4,7 millones de euros. Su mujer, Frances Howell, con la que tiene dos hijos, también procede de una familia aristócrata.

Como el líder tory, el actual canciller fue a Oxford, donde se graduó por Historia Moderna, perteneció al controvertido Billingdon Club, donde el esmoquin que servía de uniforme costaba por aquel entonces 2.000 libras y el presupuesto de las fiestas de noche no bajaban nunca de los cuatro dígitos.

Los pocos escándalos de Cameron se terminaron por aquella época, pero los de Osborne han seguido hasta hace muy poco, poniendo en alguna ocasión en peligro su carrera política.

En 2005, su foto agarrado a una mujer a la que prensa tildó de “prostituta cocainómana” dio la vuelta al país. El incidente se le perdonó por pertenecer a los años de juventud, pero poco después protagonizó otro que a punto estuvo de costarle el puesto.

El heredero de la familia Rothschild, el empresario Nat Rothschild, le acusó de haber pedido a Oleg Deripaska 50.000 libras para donarlas a las arcas del partido durante unas vacaciones a bordo del yate del magnate del aluminio ruso.

La Comisión Electoral finalmente no encontró pruebas que le vincularan con el delito. Osborne siempre pensó que Peter Mandelson había sido la garganta profunda que habría filtrado la información (por encontrarse en el mismo barco) y no dudó en acusarle después de haber criticado a Gordon Brown poco después de que éste le acogiera en su gobierno.

Los episodios bochornosos no terminan ahí. Es más, se puede decir que su nombre ha estado vinculado a todos los que han dominado la vida política de los últimos años. El canciller no salió bien parado con los excesos de gastos de los diputados –le acusaron de pedir más dinero del que realmente costaba su hipoteca- y tampoco consiguió pasar desapercibido cuando un aliado de Brown ideó un plan para sacar trapos sucios inventados por los tories para sabotear su reputación antes de la campaña electoral. Las informaciones publicadas aseguraban que la mujer le Osborne tenía problemas mentales.

Su hermano pequeño tampoco le ha ayudado a mejorar su imagen. Un año antes de convertirse a las enseñanzas del Corán para casarse con su novia nacida en Bangaldesh –ahora se llama Mohammed- Adam Osborne fue suspendido del Hospital Wythenshawe de Manchester por prescribir medicamentos a una joven de 21 adicta a la cocaína sin ser su paciente.

George Osborne se ha convertido a sus 38 años en el Canciller de Exchequer más joven de Reino Unido en más de un siglo. Y lo cierto es que no tiene un reto especialmente fácil. Por una parte tiene que hacer frente a una deuda pública equivalente al 62% del Producto Interior Bruto, y un déficit previsto de 178.000 millones de libras. Por otra, sabe que en gran medida depende de él el éxito o el fracaso de la extraña coalición formada por los conservadores y los liberal-demócratas.

Reino Unido Bertín Osborne