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Reestructuradores S.A., servicios especiales para tiempos de crisis
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ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA SALVARSE

Reestructuradores S.A., servicios especiales para tiempos de crisis

Están de moda. Ellos son los ejecutivos del momento y sus compañías las únicas que hacen el agosto en plena crisis. Tienen dedicación exclusiva y unos

Están de moda. Ellos son los ejecutivos del momento y sus compañías las únicas que hacen el agosto en plena crisis. Tienen dedicación exclusiva y unos honorarios muy elevados, pero sus servicios especiales pueden resultar vitales para resucitar una empresa en apuros o para garantizar a los acreedores que sus créditos serán recuperados en la mayor cuantía posible. Hablamos de Reestructuradores S.A., cuando el negocio es evitar la quiebra o ejecutar una demolición ordenada.

 

Aunque siempre se mueven bajo un deliberado perfil bajo, Hollywood ha convertido a uno de estos ejecutivos anónimos en protagonista de uno de sus últimos films. El encargado de dar vida al chief restructuring officer (CRO) es nada menos que George Clooney, que se presenta a si mismo como una persona que trabaja “para una empresa que alquila mis servicios a unos cobardes que no se atreven a echar a sus propios empleados”, explica con aplomo. “Y con razón, la gente se vuelve loca cuando la despiden”.

Al ritmo de los ciclos económicos, las empresas dedicadas a estos servicios especiales adquieren su cota de protagonismo en los momentos más pronunciados de la crisis, “cuando ya suele ser demasiado tarde para arreglar las cosas”, según explica el ejecutivo de una de estas firmas. Normalmente, su oportunidad llega de la mano de inversores, como las firmas de capital riesgo, cuando alguna de sus operaciones pasa por apuros y tiene problemas para cumplir sus obligaciones con los bancos.

En otras ocasiones, son los propios bancos los que llaman a su puerta para evitar que alguno de sus acreedores se declare en quiebra. Otras veces, son los accionistas o el consejo de administración los que optan por poner en manos de un reestructurador el rumbo de su compañía. Y siempre, como denominador común, para actuaciones de urgencia, donde se combinan en menos de ocho semanas trabajos de auditoría, negociaciones con proveedores y plantilla y un control férreo sobre los gastos.

Sin el aire seductor de Clooney, pero con porte de Wall Street, visitó España el responsable de una de las firmas internacionales más importantes en este negocio. Toni Álvarez III presentó en Madrid la puesta de largo de su compañía. En realidad, no era más que un acto de marketing para dar visibilidad a su consultora, contratada para gestionar la liquidación del gigante financiero Lehman Brothers, que ya ha trabajado puntualmente en la Península desde comienzos de 2000 con pequeños equipos.

Igual que Alvarez & Marsal, otras firmas internacionales ven ahora en suelo español su momento para hacer negocio. Es el caso de American Appraisal, firma especializada en valoraciones independientes con seis oficinas en toda España donde Ernesto Ollero y Fernando Ramírez de Verger despachan los servicios de valoración, consultoría en transacciones y asesoramiento en real estate, y David Jiménez-Ayala encabeza el área de restructuring, recovery y due diligence.

Entre las firmas genuinamente españolas, dos de las más señeras dedicadas al mercado de la reestructuración son Noraction y Gila & Co. La primera, con sede en el País Vasco, es una de las patas de negocio de la boutique financiera Norgestion, que entre su paleta de servicios ha incluido siempre la gestión temporal de empresas, es decir, el diseño de planes de viabilidad, reflotamientos y diagnósticos de urgencia. En conjunto, trabajo quirúrgico para dar la vuelta a compañías que han perdido el norte.

No es habitual verles en acción i ponerles cara. Gila & Co lleva casi quince años dedicada a reflotar empresas, el trabajo que nadie aspira a realizar cuando termina de hacer un MBA. Carlos Gila y Juan Calvera son los dos socios que forman parte del reducido equipo especializado en resolver problemas, como los que han estado a punto de acabar con La Seda de Barcelona o como los que han obligado a implementar un plan de ajuste en Unidad Editorial. Nadie oyó hablar de ellos.

En ocasiones, los tiempos difíciles también son caldo de cultivo para que irrumpan en escena inversores en busca de fortuna. En realidad, tienen poco de inversores y mucho de oportunistas en busca de notoriedad pública. Suelen aparecer con el cebo de reflotar una compañía en problemas, pero en ningún momento enseñan el cheque salvador con los fondos esperados. Al contrario, suelen aludir a remotos inversores internacionales, normalmente árabes, dispuestos a fiarles su dinero para invertir en España.

¿Les suena de algo? En los últimos meses, desconocidos emprendedores, sin ningún pasado solvente que avale su candidatura, han llamado a la puerta de empresas en la cuerda floja, como la antigua Sos Cuétara, Air Comet o Fincas Corral. Como recordaba recientemente un ilustrativo artículo de El País, algunos de estos personajes, como Josep Ricola o Joan Batalla aparecen al calor que dejan las compañías en problemas. Ellos buscan los focos de los medios, los reestructuradores no. Se parecen, pero no son lo mismo.

Están de moda. Ellos son los ejecutivos del momento y sus compañías las únicas que hacen el agosto en plena crisis. Tienen dedicación exclusiva y unos honorarios muy elevados, pero sus servicios especiales pueden resultar vitales para resucitar una empresa en apuros o para garantizar a los acreedores que sus créditos serán recuperados en la mayor cuantía posible. Hablamos de Reestructuradores S.A., cuando el negocio es evitar la quiebra o ejecutar una demolición ordenada.

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