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La condena de la hipoteca: con la maleta en la puerta y el miedo a ser desahuciados
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La condena de la hipoteca: con la maleta en la puerta y el miedo a ser desahuciados

Dicen que las penas si se comparten lo son menos, algo que se aleja de la realidad si el problema en cuestión tiene que ver con

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La condena de la hipoteca: con la maleta en la puerta y el miedo a ser desahuciados

Dicen que las penas si se comparten lo son menos, algo que se aleja de la realidad si el problema en cuestión tiene que ver con la temida pero deseada hipoteca. Todo empieza con una ilusión. La misma que tenía Rubén Sastre en el año 2006 cuando su banco le concedió una hipoteca de 700 euros mensuales para una vivienda en Ocaña (Toledo), que se convirtieron en 900 con la primera revisión, y en 1.300 al cabo de dos años, un pago al que no podía hacer frente.

“Había firmado una hipoteca basura sin ningún beneficio, pero entonces no tenía ni idea”, confiesa a El Confidencial. Intentó recurrir a la dación en pago -entrega del bien como pago a la deuda-, que el banco le denegó, como a muchos otros, y ahora se enfrenta a un posible embargo. En estos momentos busca soluciones con todas sus fuerzas, pero aunque lo consiguiera, “siempre habrá alguien perjudicado, porque los bancos no conocen de otras leyes que no sean las suyas, caminan al margen del sistema”.

“Es imposible salir de este infierno”, se lamenta María Montaña. Ella se encuentra en el paro, y no puede hacer frente al pago de su hipoteca. Para ello, intentó vender un segundo inmueble. “Pero nadie compra casas porque les están embargando la suya”, explica.

Casi 100.000 solicitudes de ejecuciones hipotecarias

Según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la crisis es la responsable de que los juzgados españoles hayan recibido 93.319 solicitudes de ejecuciones hipotecarias en 2009, una cifra récord que creció el 59% respecto del ejercicio anterior, cuando el número de peticiones incluso se duplicó.

Las demandas de ejecución por impago de hipotecas, que solicitan sobre todo entidades financieras, permiten que cualquier acreedor pueda subastar el bien con el fin de recuperar los importes prestados más los intereses. En este sentido, la situación actual ha hecho que se disparen las ejecuciones superando incluso las previsiones del CGPJ.

En vista de la situación económica y con sólo fijarse en la cantidad de asociaciones para hacer frente a este tipo de problemas (como la Plataforma de afectados por la hipoteca), el número de ejecuciones hipotecarias no hará sino aumentar en los próximos meses. David Gil puede ser uno de los que engrose las cifras, pues están a punto de ejecutarle su vivienda debido a la cláusula suelo y a la negativa de su banco de renegociar la hipoteca. Tanto él como su pareja se encuentran en paro. Una situación laboral que lamentablemente comparten muchos otros como Esther Álvarez, asustada porque lleva unos cuantos retrasos en los pagos de la hipoteca, por lo que ha intentado negociar con su banco, pero la entidad parece no querer llegar a ningún acuerdo. “No escuchan a nadie”, afirma desolada.

Otros se encuentran a una mayor profundidad del pozo, si cabe: con la ejecución hipotecaria ya iniciada. Es el caso de Gustavo Gaitán. Recurrió a la dación en pago, pero la respuesta del banco fue que en España “eso no existía”. También lo intentó Mª Ángeles, quien se enfrenta a un posible embargo de su vivienda, al igual que Verónica Chavero. Ella llevó a cabo una hipoteca puente y tras finalizar el año de carencia la letra del piso se disparó hasta los 2.000 euros. Fue entonces cuando intentó sin éxito negociar con la Unión de Créditos Inmobiliarios.

“Parece que lo que persiguen los bancos es el embargo”, concluye Félix García. En su caso, sí le aceptaron la solicitud de dación en pago, pero por poco tiempo, pues unos meses después se echaron atrás. El objetivo del banco, en opinión de Félix, ha sido siempre la subasta pública.

Dicen que las penas si se comparten lo son menos, algo que se aleja de la realidad si el problema en cuestión tiene que ver con la temida pero deseada hipoteca. Todo empieza con una ilusión. La misma que tenía Rubén Sastre en el año 2006 cuando su banco le concedió una hipoteca de 700 euros mensuales para una vivienda en Ocaña (Toledo), que se convirtieron en 900 con la primera revisión, y en 1.300 al cabo de dos años, un pago al que no podía hacer frente.

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