Juan Roig sigue siendo pesimista: "África puede volver a empezar en los Pirineos"

La crisis va para largo. Juan Roig puso en alerta a Mercadona en octubre de 2008 ante la debacle económica que veía venir. Ayer jueves, en la presentación pública de los resultados de su cadena de supermercados, el empresario valenciano compartió las previsiones negativas existentes para 2010. Pero su tono pesimista le hizo ir aún más lejos y se aventuró a sentenciar que si España no hace los deberes que le corresponden, “África puede volver a empezar en los Pirineos”. Categórico.

 

Convertido en referente del mundo de la distribución, el presidente de Mercadona dibujó ayer un escenario negativo para el sector del consumo y para el de la economía en general. De manera sencilla, Roig hizo hincapié en la necesidad de volver a pelear por el céntimo, “como cuando en España éramos más pobres”. Una filosofía que ha tratado de implementar en su compañía durante los últimos 18 meses para poder ofrecer productos más baratos sin modificar la variables de calidad y seguridad.

Para corregir esta deriva, Roig tiró de recetario clásico: trabajar más y mejor. La crisis ha provocado un desajuste entre el nivel de riqueza alcanzado y la productividad de España como país. “Esa diferencia se corregirá de forma natural”, explicaba de manera gráfica con las manos. Las soluciones posibles son pocas: “O somos más productivos o nos empobrecemos todos”. Y si nada cambia, la famosa leyenda atribuida al francés Alejandro Dumas a mediados del siglo XIX volverá a tomar cuerpo.

Con estos ingredientes macro, Juan Roig desgranó también la evolución de Mercadona a lo largo de 2009, los primeros resultados afectados plenamente por la crisis. Y como ya aventuró hace un año, fueron peores, aunque no como imaginó. La cadena de supermercados ganó 270 millones de euros, un 16% menos que en 2008, aunque no un 50% inferior como pensó hace un año, cuando describió el entorno económico que venía para 2009 como el equivalente al de una depresión de posguerra mundial.

Preparado para lo peor, como ya han sufrido sus competidores, Mercadona consiguió repetir su nivel de facturación en 15.500 millones de euros (+1%), cifra que espera llevar hasta los 16.000 millones durante 2010 y recuperar así la cota de los 300 millones de beneficio. Sin embargo, sus ventas por superficie comprable disminuyeron un 3%, mientras el volumen de kilos/litros vendidos (una terminología propia de la marca valenciana) y el número de clientes recibidos aumentó respecto al año anterior.

Roig está satisfecho con los resultados de 2009. El giro drástico iniciado a finales de 2008, con la polémica salida de productos de sus lineales, ha dado resultado. A pesar de la guerra de precios con sus competidores y de la presión de los fabricantes con marca propia, pulso que acaparó el transcurso del último año, Mercadona ha capeado el primer año de crisis. "Estoy contento con los resultados obtenidos, pero la crisis no ha acabado. La que se nos viene encima es gorda", repetía antes de poner fin a su intervención.

De acuerdo a los datos de la compañía valenciana, la marca blanca ha dejado de ser un estigma. Las referencias de Mercadona representan un 35% de la facturación del grupo, tres puntos más que el año anterior. Aún así, Roig asegura que su filosofía es recomendar el mejor producto al mejor precio, independientemente de quien sea el fabricante. El sacrificio debe llegar vía precios, reduciendo los costes a lo largo de la cadena de producción. En su caso, sólo arañando un céntimo por producto vendido, el ahorro sería de 100 millones.

Por muchas explicaciones ofrecidas, el presidente de Mercadona habla ya para un público convencido del éxito de su formato. Su discurso ofrece mayor interés cuando eleva las reflexiones a ámbitos como la evolución del consumo, las recetas para salir de la crisis y los modelos empresariales a seguir en un entorno de crisis como el actual. No tiene ninguna varita mágica, pero su doctrina sobre la marca blanca y la filosofía de siempre precios bajos es parte ya del manual de las escuelas de negocios. Y todo por arañar un céntimo.