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La gran chapuza de Caja Castilla-La Mancha
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LA VENTA A CAJASTUR SUBRAYA EL OSCURANTISMO Y EL DOMINIO DE LA POLÍTICA

La gran chapuza de Caja Castilla-La Mancha

La venta de Caja Castilla-La Mancha (CCM) a Cajastur la semana pasada sienta un precedente muy preocupante para los próximos pasos del inevitable proceso de reestructuración

Foto: La gran chapuza de Caja Castilla-La Mancha
La gran chapuza de Caja Castilla-La Mancha

La venta de Caja Castilla-La Mancha (CCM) a Cajastur la semana pasada sienta un precedente muy preocupante para los próximos pasos del inevitable proceso de reestructuración del sistema financiero español, por su oscurantismo y por la falta de criterios claros para la adjudicación de una entidad intervenida por un supervisor público que debería haber actuado con la máxima transparencia. Con esta polémica, culmina una intervención que ha estado plagada de escándalos desde el principio.

Todavía no se conocen muchos términos de la operación -y los que se conocen se han filtrado, porque oficialmente no se ha dicho casi nada-, nadie sabe por qué Cajastur ha sido la elegida ni por qué se le han concedido tantas prebendas, es un arcano cómo va a funcionar la complejísima estructura creada, tampoco se entiende por qué el Banco de España traiciona su propia filosofía y no ha acometido una fusión completa, aparte de la muy discutible gestión de la entidad durante la intervención. Y la negativa a pujar de la mayoría de las cajas no sugiere nada positivo para el futuro.

"El Banco de España se quería quitar de encima el marrón de CCM a toda prisa, y por eso la ha colocado de cualquier manera y dando a Cajastur todo lo que le ha pedido a cambio de que se la quede", es la opinión generalizada en el sector, expresada por un directivo de una caja de ahorros.

Explicar la fórmula elegida para la venta a Cajastur resulta casi un trabalenguas. Cajastur no se fusionará con CCM, sino que utilizará una filial suya -Banco Liberta- para quedarse con el negocio puramente bancario de la caja manchega, aunque tampoco se quedará  con él al 100%: Cajastur controlará el 75% de Liberta y la antigua CCM tendrá el 25% restante. A cambio, tiene una garantía del Fondo de Garantía de Depósitos que cubre posibles pérdidas en la cartera crediticia de CCM de hasta 2.475 millones, además de una inyección de capital de 1.300 millones en forma de cuotas participativas (900 millones) y preferentes (los otros 400). Todo lo cual puede comerse la totalidad del FGD de las cajas y obligar al sector a reponerlo en 2010.

Lo que sea con tal de venderla

La cartera de participaciones empresariales -la tristemente famosa Corporación Industrial de CCM, donde se incluyen la mayoría de los activos tóxicos encabezados por el Aeropuerto de Ciudad Real- queda fuera del acuerdo... aunque no del todo. Cajastur no asume la responsabilidad ni las posibles pérdidas, pero sí su gestión a cambio de una comisión (aunque ese extremo tampoco está del todo claro).

En definitiva, una enorme cantidad de concesiones por parte del Banco de España que nadie se explica en el sector, salvo que no le quedara más remedio que hacerlas para que alguien -quien fuera- se quedara con la caja intervenida en marzo. Y lo cierto es que Miguel Ángel Fernández Ordóñez  se la ha tenido que entregar a Cajastur como mal menor tras la negativa de La Caixa a plegarse a sus deseos y quedarse con el muerto, con el consiguiente enfado del gobernador.

Esta negativa de la entidad que preside Isidre Fainé y la de Ibercaja, que se retiró en el último minuto, deja muy claro el desinterés absoluto del sector por quedarse con una caja quebrada y con un balance que es una bomba de relojería. Más allá, nadie sabe por qué se ha adjudicado a Cajastur y no a BBK (el otro candidato). La única explicación oficial es que la caja asturiana ofrecía una solución integral y más barata, pero el Banco de España no ha dicho cuánto costaba cada una, ni si había unos criterios objetivos, o un baremo de puntos, o cualquier práctica habitual en un proceso de venta.

Un escándalo tras otro

En realidad, este caos viene desde el principio: la intervención de CCM en marzo. Como se recordará, entonces el informe del Banco de España y la enorme cantidad puesta a disposición de la caja dejaron en evidencia las explicaciones del Gobierno para justificar la intervención (básicamente, que se debió a un problema puntual de liquidez). Después, la reformulación de las cuentas de la entidad reveló unas pérdidas mucho mayores de las oficiales, lo que tuvo la inevitable consecuencia de sembrar la sospecha sobre los resultados de todo el sector.

Una vez intervenida, la gestión de los administradores del Banco de España también ha provocado varios escándalos: los más sonados, la remuneración de los depósitos por encima del resto de la banca aprovechando la "garantía del Estado" y la recompra de las preferentes al 100% cuando las demás entidades las estaban adquiriendo con grandes descuentos.

Y ya en el proceso de venta, ante la imposibilidad de vender los activos de la caja a un precio mínimo aceptable, UBS (banco encargado de la reestructuración) aconsejó la adjudicación de la caja entera en una subasta. Pero la solución adoptada divide en dos la caja y otorga a Cajastur un mandato de venta de los activos industriales, es decir, la misma idea que descartó UBS.

Incógnitas sin resolver

Por no hablar de la enorme cantidad de incógnitas por despejar: ¿Quién va a controlar y gestionar la 'otra CCM', la poseedora del 25% de la entidad fusionada? En teoría, la Junta de Castilla-La Mancha, diputaciones y ayuntamientos, pero es de suponer que no volverán los antiguos administradores. ¿Esa 'otra CCM' podrá seguir considerándose una caja de ahorros al no tener negocio bancario, es decir, ahorros? Según la actual Ley de Cajas, no, sino que tendría que transformarse en una fundación. Aunque algunas fuentes sugieren que se puede cambiar la norma para dar cabida a este tipo de figuras.

Al final, el Banco de España está dando un mensaje muy negativo a la opinión pública con tanta opacidad y falta de rigor, y ha perdido mucha credibilidad en el sector: frente al mensaje de dureza que quiere trasladar a las cajas para obligarlas a fusionarse con la amenaza de una intervención, la chapuza de CCM es una muestra de debilidad clara: las grandes cajas no hacen ni caso a sus peticiones y las pequeñas obtienen prebendas sin cuento.

La venta de Caja Castilla-La Mancha (CCM) a Cajastur la semana pasada sienta un precedente muy preocupante para los próximos pasos del inevitable proceso de reestructuración del sistema financiero español, por su oscurantismo y por la falta de criterios claros para la adjudicación de una entidad intervenida por un supervisor público que debería haber actuado con la máxima transparencia. Con esta polémica, culmina una intervención que ha estado plagada de escándalos desde el principio.

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