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Guerra de sucesión en Fidelity
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Guerra de sucesión en Fidelity

Es la guerra. En plena tormenta de los mercados financieros, con todos los ojos puestos en la evolución de los principales índices bursátiles y en la

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Guerra de sucesión en Fidelity

Es la guerra. En plena tormenta de los mercados financieros, con todos los ojos puestos en la evolución de los principales índices bursátiles y en la creciente agudización de la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, una de las principales casas de servicios financieros libra su particular batalla al margen de lo que pueda ocurrir con la bolsa o con un posible crash como el vivido a finales de los años 80.

Fidelity Investments, una de las firmas de inversión que, de momento, consigue mantenerse a salvo de las redes del subprime, vive días de fuerte marejada. Ya ha comenzado la cuenta atrás para que su presidente y consejero delegado, el mítico Edward C. 'Ned' Johnson III, alcance, a sus 77 años de edad, la merecida jubilación después de toda una vida dedicada a la gestora que en 1946 fundó su padre.

Claro está que, cuando se habla de una firma como Fidelity, todo podría apuntar a que la sucesión se produciría por la vía directa de la consanguinidad debido a la fuerte tradición familiar de la compañía. En este sentido habría que tener muy en cuenta a la hija de Ned, Abigail Johnson, que tiene mucho peso en las decisiones que se toman tras los muros de la gestora.

Sin embargo, unas declaraciones del presidente en el New York Times, en las que aseguraba que no tenía por qué poner necesariamente a su hija al frente de su imperio, dispararon las alarmas y sirvieron de espoleta para el inicio de toda una ‘guerra de sucesión’.

Son muchos los rumores y varios los nombres que han venido sonando en los últimos meses. El primer asalto lo protagonizaron Abigail y una de las nuevas estrellas del sector, Ellyn A. McColgan, de 53 años, que entró en la firma en 1990 y que el pasado mes de abril se convirtió en la directora del departamento de ventas y operaciones. Pero McColgan, pese a que era una de las favoritas para sentarse en el sillón de la presidencia, le ha durado dos asaltos a ‘la hija del jefe’.

El pasado 7 de agosto presentaba su dimisión para, según asegura la firma, “buscar nuevas oportunidades fuera de la compañía”. Y es que fuentes cercanas han declarado en varios medios económicos que las aspiraciones de McColgan pasan por ser CEO de cualquier empresa y las cosas se le estaban poniendo difíciles dentro de Fidelity desde la llegada de un tercero en discordia, Robert Lawson, de 60 años de edad, que ha vuelto a la gestora después de 16 años y que lo ha hecho para ponerse al frente del departamento de ventas y planes de pensiones como director de FMR Corp.

Un fichaje que cayó como un jarro de agua fría para McColgan, ya que vio como de la noche a la mañana pasó de reportar directamente al ‘jefe supremo’ para hacerlo a un mando intermedio que, además, también aspira a ser el hombre del año en la firma y conseguir la confianza de ‘Ned’ y, en consecuencia, la presidencia de Fidelity.

De esta forma, la presión ha dejado a McColgan fuera de juego. Ahora, con la llegada de este nuevo oponente, Abigail tendrá que luchar con alguien que cuenta no sólo con una amplísima experiencia en el sector, sino que además es un viejo conocido de la firma de inversión en la que estuvo dirigiendo el departamento de operaciones y ventas entre 1985 y 1991. ¿Podrá Abigail noquear también a Lawson?

Es la guerra. En plena tormenta de los mercados financieros, con todos los ojos puestos en la evolución de los principales índices bursátiles y en la creciente agudización de la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, una de las principales casas de servicios financieros libra su particular batalla al margen de lo que pueda ocurrir con la bolsa o con un posible crash como el vivido a finales de los años 80.