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La CNMV admite que la falta de sanciones graves anima a utilizar información privilegiada
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La CNMV admite que la falta de sanciones graves anima a utilizar información privilegiada

La CNMV admitió ayer por primera vez en la historia su responsabilidad en el uso generalizado de información privilegiada en las operaciones corporativas. Lo hizo mediante

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La CNMV admite que la falta de sanciones graves anima a utilizar información privilegiada

La CNMV admitió ayer por primera vez en la historia su responsabilidad en el uso generalizado de información privilegiada en las operaciones corporativas. Lo hizo mediante un estudio que analiza el comportamiento de los valores objeto de OPA desde 1992 hasta 2006, que concluye que las medidas para atajar esta práctica han fracasado y, más importante, que la inacción del supervisor ha contribuido a este cáncer del mercado.

Así lo reconoce Mª Victoria Villanueva Fresán, técnica de la dirección de estudios de la CNMV y autora del informe: “A partir de 2002, los rendimientos anormales tras el levantamiento de la suspensión [de los valores] siguieron creciendo llegando a representar cinco veces más que a comienzo de los noventa. Esto, posiblemente unido a menores sanciones impuestas por la CNMV a comienzo de este siglo, ha provocado que los indicios de uso de información no pública fueran bastante superiores en este periodo”.

Y es que el cuadro de sanciones impuestas por la CNMV por información privilegiada es para echarse a reír o a llorar, según se lo quiera tomar cada uno: cuatro multas en 2006, dos en 2005, ninguna entre 2002 y 2004, tres en 2001 y cero de nuevo en 2000.

Parece que el año pasado el supervisor se ‘puso las pilas’, con una cuantía de las sanciones de 1,77 millones de euros, sólo superara por la cuota de 1994 (1,94 millones). Pero si se tiene en cuenta que la Unidad de Vigilancia de Mercado del supervisor investigó a 415 personas físicas y jurídicas, y que emprendió 2.227 actuaciones, la cifra de sanciones resulta ridícula. Aparte de que, de esos 1,77 millones de euros, un millón corresponde a una multa impuesta a Deutsche Bank por uso de información privilegiada en la colocación de Ebro Puleva en 2004.

Las conclusiones del informe causaron ayer estupor en buena parte del sector financiero. Un operador del mercado se preguntaba “por qué la CNMV destina recursos a explicarnos por qué no evita la información privilegiada en vez de destinarlos a evitarla en serio”.

Aunque reconoce sus responsabilidades, la CNMV se excusa con los tópicos habituales: “Combatir el empleo ilegal de información privilegiada es muy complejo. Detectar el acto ilícito es complicado debido al elevado número de intermediarios y de operaciones diarias, la rapidez con que se efectúan y la interconexión de los mercados mundiales. Y, aunque se haya detectado un caso de posible uso de información privilegiada, resulta también difícil poder probarlo y sancionarlo”. Como ya dijo en su día el expresidente de la CNMV, Juan Fernández-Armesto, “al final acabas pillando al marido de la secretaria”.

En todo caso, lo que no admite duda es el abuso de mercado generalizado que padecemos en nuestro país: según el informe, los inversores que operan en la bolsa española se anticiparon a la noticia en el 40% de las OPAs y la situación ha empeorado desde 2002, cuando se introdujo la Ley de Medidas de Reforma del Sistema Financiero. Una norma que obligaba a las empresas a elaborar las famosas ‘listas de iniciados’ y que, a la vista de estos resultados, ha fracasado estrepitosamente.

Las subidas tardan más pero son más violentas

Una conclusión curiosa es que ahora la información privilegiada no se anticipa a las noticias tanto como en los años 90, sino que los movimientos “anormales” (las subidas de la cotización) sólo se producen en los dos días anteriores a un anuncio de OPA. Villanueva Fresán ofrece dos posibles explicaciones: que los agentes obtienen la información no pública cada vez más tarde o que ha cambiado su forma de actuación retrasando su uso.

La CNMV admitió ayer por primera vez en la historia su responsabilidad en el uso generalizado de información privilegiada en las operaciones corporativas. Lo hizo mediante un estudio que analiza el comportamiento de los valores objeto de OPA desde 1992 hasta 2006, que concluye que las medidas para atajar esta práctica han fracasado y, más importante, que la inacción del supervisor ha contribuido a este cáncer del mercado.

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