"¿Por qué a mí?": la gran historia de Djere, el niño que dormía en el coche y próximo rival de Alcaraz

Carlos Alcaraz ya está en octavos de final del Conde de Godó, después de conseguir una trabajada victoria ante el joven Ethan Quinn en su debut. Ahora, buscará los cuartos de final del torneo y lo hará ante un jugador algo más veterano, cuya vida no ha sido un camino de rosas. Y, a pesar de ello, Laslo Djere sigue sonriendo con el tenis, ese deporte que le dio la felicidad y que le obligó a numerosos esfuerzos en su vida para lograr el sueño de su vida.

Desde muy pequeño, Djere mostró gran pasión por el deporte, en buena parte gracias a su padre, Caba, que era un gran amante de Andre Agassi y Pete Sampras. Nacido en Serbia en 1995, no tardó mucho en empuñar su primera raqueta. Sus padres le llevaron a entrenar a una escuela de Voivodina, donde solo tardó dos años en confirmar que aquella pasión que su padre le había trasladado era mucho más que eso. El tenis se le daba realmente bien.

TE PUEDE INTERESAR

Lo que Alcaraz aprendió tras Montecarlo y lo que busca en Barcelona por cuarta vez en su carrera

Rubén Rodríguez

Así, comenzó una andadura por torneos locales, donde empezó a demostrar que tenía mucha calidad y que podía llegar muy lejos. Pero Djere nació en una familia humilde, donde los dispendios económicos tenían que ser muy medidos para evitar problemas financieros. Y, por esa razón, no podía jugar todos los torneos disponibles y, aquellos en los que competía, no había nada de hoteles o habitaciones cómodas. El coche era el mejor hábitat posible.

"Empecé a entrenar y, después de dos años, mi padre y mi entrenador vieron que era bastante bueno. Me encantaba el tenis, así que empezamos a viajar. Al menos tres fines de semana al mes, recorreríamos Serbia. Fuimos a Belgrado, Novi Sad, Pancevo, Kraljevo, Subotica o Kikinda. Mi padre me llevaba y yo me dormía en la parte trasera del coche", explicaba Djere en declaraciones a la ATP. Era el comienzo de una carrera prometedora.

Laslo Djere siguió firmando un gran tenis, lo que le llevó con 15 años a estar a las puertas del tenis profesional. Y, entonces, llegó uno de los primeros grandes golpes de su vida: "Cuando mi carrera empezaba a crecer, descubrí que mi madre, Hajnalka, tenía cáncer. Había empezado en el colon, pero cuando lo descubrieron, en noviembre de 2010, ya se había convertido en metastásico. Murió 17 meses más tarde. Tenía 16 años y me había quedado sin una madre", afirmaba.

Pese al duro golpe, su pasión por el tenis no frenó, para llegar a vivir sus mejores momentos cerca de los 20 años, donde ganó once títulos entre ITF y Challengers, además de llegar a otras diez finales. Y, entonces, recién aterrizado en la ATP, llegaba el segundo gran golpe de su carrera. "Mi padre también tenía cáncer. Cáncer de colon, el mismo que mi madre. Pensamientos horribles volvieron a pasar por mi cabeza. ¿Por qué me pasa esto a mí? ¿No era suficiente con perder a mi madre?".

"Tuve que ser fuerte y estar ahí para él. Quería ayudarlo todo lo que pudiese, darle todo mi amor. Lo peor de todo es que acabó. Mi padre pasó por la radioterapia y por la quimioterapia. Nada funcionó. Murió en diciembre de 2018, a los 55 años. Ahí estaba yo: con 23 años y sin padres", explicaba un compungido Djere. Solo unos meses más tarde, ganaba su primer título ATP, tras llevarse el torneo en Río de Janeiro y lo celebraba señalando al cielo y con un precioso discurso.

Desde entonces, ha ganado otros dos títulos, el último hace unas semanas en Santiago de Chile. Llegó a ser el 27º del mundo y, desde entonces, sigue disfrutando del tenis como siempre. Ahora se enfrentará a Alcaraz en octavos de final del Conde de Godó, en un partido de mucho nivel. "Sé que veré a mis padres en algún momento, pero mientras tanto, trato de que estén orgullosos de mí y de dar lo mejor de mí". Y, con esa intención, saltará a la pista en Barcelona este jueves.