"Y dejé de estar nervioso": el día en que el 'peque' Schwartzman supo que tenía que dejar el tenis
El tenista Diego Schwartzman decidió colgar la raqueta en el ATP 250 de Buenos Aires con el calor de la afición argentina. El deportista sudamericano confesó que ha perdido la pasión
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Diego Schwartzman apura sus últimos momentos como tenista profesional. El jugador argentino ha decidido que ha llegado el momento de colgar la raqueta, a pesar de contar solo con 32 años y qué mejor lugar para hacerlo que el torneo de su casa, el ATP 250 de Buenos Aires. Será este martes cuando se enfrente al chileno Nicolás Jarry, en el que puede ser su último partido como profesional de aquel jugador que supo sacar sus armas para meter miedo a gigantes.
En los últimos años, y últimamente de manera cada vez más común, la altura se ha convertido en un factor determinante en el tenis. Cada vez es más frecuente ver a jugadores altos que basan su juego en el poderoso saque: conseguir puntos gratis con el servicio es la mejor manera de dominar los partidos. Por esa razón, el peque Schwartzman siempre fue un deportista diferente que supo hacer de la necesidad virtud para pelear entre los mejores del mundo.
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Con solo 1,70 metros, el argentino fue capaz de igualar ese déficit de altura con garra, tesón, pelea y un tenis de muchísimo nivel, armas con las que llegó a ser el octavo mejor jugador del mundo. El argentino era un habitual de las fases finales de los grandes torneos... hasta que aparecieron las lesiones. Y, una vez recuperado y de vuelta a las pistas, perdió esa pasión por el juego, lo que le ha llevado a dejar el tenis una vez acabe su participación en Buenos Aires.
Profesional desde 2009, año tras año iba mejorando sus prestaciones y golpes. Su crecimiento era exponencial y los primeros títulos no tardaron en llegar. Cada temporada, su rendimiento era mejor, hasta que en 2017 iba a dar un puñetazo sobre la mesa: su gran desempeño, alcanzando incluso los cuartos de final del US Open, le convirtieron en la 26ª mejor raqueta del planeta. ¿Cuál sería su techo en la ATP? Solo tres años después, lo iba a conocer.
La temporada 2020 fue la verdadera explosión del peque Schwartzman. Tras derrotar a Rafa Nadal -uno de sus grandes amigos del circuito- en Roma -uno de los terrenos predilectos del español-, perdería la final ante Novak Djokovic. Y, solo unas semanas después, lograba alcanzar las semifinales de Roland Garros, donde precisamente el balear sería su verdugo. Pese a las dos derrotas, se colocaba como el octavo mejor tenista del planeta, un logro solo al alcance de los mejores.
Vivió varias temporadas a gran nivel, hasta que algo cambió en 2022. Tras Roland Garros, encadenó siete derrotas consecutivas en pista dura y sintió cierta pérdida de confianza, agravada un año después por culpa de las numerosas lesiones que fue acumulando. Fue precisamente en ese momento en el que el jugador argentino descubrió que había perdido la pasión por el tenis y que, a pesar de ser joven y tener aún mucho recorrido, había llegado el momento de retirarse.
"Tuve una mala racha a finales de 2022 y ya después dejé de ponerme nervioso los días antes de los torneos, estaba como si nada. Justo antes de los partidos sí me subía la adrenalina, pero me hacía mal, pues se convertía en una especie de ansiedad que me hacía perder el control. Jugaba mal, no tenía ganas de entrenarme y no estaba bien. Ahí me di cuenta de que ya no quería más", explicaba Schwartzman antes de su debut ante Jarry en el torneo de Buenos Aires.
Ahora, está ante los últimos compases de su carrera deportiva y el peque ya no busca reconocimiento ni éxitos: "El resultado está lejos de ser lo que más me importa. Ganar o perder será solo anecdótico". Schwartzman ha decidido, con solo 32 años, colgar la raqueta de manera definitiva. Pese a su juventud, ha perdido la pasión por competir y disfrutar del tenis. Un jugador diferente que marcó una época y supo sacar sus mejores virtudes para doblegar a gigantes con menos alma.
Diego Schwartzman apura sus últimos momentos como tenista profesional. El jugador argentino ha decidido que ha llegado el momento de colgar la raqueta, a pesar de contar solo con 32 años y qué mejor lugar para hacerlo que el torneo de su casa, el ATP 250 de Buenos Aires. Será este martes cuando se enfrente al chileno Nicolás Jarry, en el que puede ser su último partido como profesional de aquel jugador que supo sacar sus armas para meter miedo a gigantes.