Las dos lecciones y el momento de debilidad que convirtieron a Nadal en leyenda del deporte
El tenista español es uno de los mejores deportistas de toda la historia, pero su aprendizaje muchas veces llegó de momentos complicados. Así lo explica en una emotiva carta
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Acaba 2024 y, con ello, llega el fin de Rafa Nadal como tenista profesional. A lo largo de las dos últimas décadas, el balear se ha ganado por méritos propios ser considerado como uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Y no solo por sus increíbles resultados deportivos sino, especialmente, por su manera de competir: nunca dando una bola por perdida, luchando hasta el final, teniendo fe en la victoria hasta el último punto. Es la resiliencia hecha persona.
Pero para que Nadal llegara a ser ese jugador irreductible, tuvo que aprender por el camino. Y el manacorí aprendió dos grandes lecciones durante su juventud que le sirvieron para entender que, si quería ser uno de los mejores del mundo, debía de ser mucho más constante y riguroso en su trabajo. No solo eso, sino que un deportista de élite debe de aprender a dejar fuera de la pista sus problemas y, de su único momento de debilidad, también supo extraer lo positivo.
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Así lo explica el propio Nadal en una emotiva carta publicada en The Players Tribune, donde da a conocer las líneas maestras de su personalidad, cómo se forjaron y por qué fueron el punto fundamental para poder entender su carrera. Todos los éxitos llegan a base de trabajo, constancia y empeño, pero muchas veces solo se aprende cuando vienen mal dadas. El techo al que sea capaz de llegar un atleta dependerá del néctar que sea capaz de sacar en los peores momentos.
La primera gran lección de Nadal llegó siendo solo un crío, con 12 años. Por aquel entonces, era capaz de compaginar el fútbol y con el tenis, donde su privilegiado físico jugaba un papel importante para permitirle triunfar en ambos deportes. Solo era un niño y, como tal, la diversión también formaba parte de su panorama habitual. Pero pronto se dio cuenta de que había momentos para todo y que, no elegir bien, solo provocaría mayor frustración cuando saltara a la pista.
"Un día fui a pescar en lugar de entrenar y, al día siguiente, perdí mi partido. Recuerdo que, de vuelta a casa, estaba llorando en el coche y Toni Nadal, que a esa corta edad tuvo una gran influencia en mí, me dijo: 'Está bien, es solo un partido de tenis. No llores ahora, no tiene sentido. Si quieres pescar, puedes pescar. No hay problema. Pero entonces perderás. ¿Y si quieres ganar? Si quieres ganar, lo primero es lo primero'. Fue una lección muy importante para mí", explica.
Aquello le sirvió para entender que, para ser el mejor, era necesario luchar para ello. Si un día no se entrena, en algún lugar del mundo habrá alguien haciéndolo para tratar de ganarte en un futuro. Nadie regala nada. Pero no fue la única lección. La segunda llegó a los 17 años, ya siendo profesional y empezando a demostrar que tenía mimbres para triunfar: "Me lesioné y me dijeron que posiblemente nunca más podría jugar al tenis", afirma. Era el síndrome de Müller-Weis.
La rotura por estrés del escafoides del pie izquierdo fue una lesión irreversible y, por ende, Nadal tuvo que aprender a vivir con ella toda su carrera, a superar el dolor y a ganar con él. Pero las palabras de su padre le marcaron para siempre: "Encontraremos una solución. Y, si no la hay, hay otras cosas en la vida aparte del tenis". Era una manera de enseñarle que siempre hay que seguir adelante y que solo hay que encontrar la puerta correcta para caminar en cada momento.
Un momento complicado
Pero, a veces, no siempre es sencillo encontrar una lectura positiva de un momento complicado. Es precisamente lo que le pasó a Nadal cuando ya era un tenista consolidado y, sin duda, uno de los grandes del deporte: "Pasé por un momento muy difícil, mentalmente, hace unos años. El dolor físico era algo a lo que estaba muy acostumbrado, pero hubo momentos en la pista en que tenía problemas para controlar la respiración y no podía jugar a mi mejor nivel", confirmaba.
"No llegué al punto de no poder controlar la ansiedad, pero todos pasamos por momentos de dificultad para controlar la mente. Cuando sucede, es difícil tener el control de tu juego. Hubo meses en los que pensé en tomarme un descanso absoluto del tenis para limpiar mi mente. Al final trabajé cada día para mejorar y lo superé avanzando siempre. De lo que estoy más orgulloso, a pesar de haber luchado, es de que nunca me rendí, siempre di el máximo", sentenciaba.
Nadal se convirtió en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos y, sin duda, en un verdadero referente para miles de jóvenes que han visto en él un espejo en el que mirarse, incluso más allá del tenis. Pero lograr lo que consiguió no salió gratis y, por el camino, tuvo que aprender lecciones dolorosas que le permitieron hacer historia en el deporte. Una leyenda no se forja con los momentos buenos, sino con el aprendizaje de los malos. Y Nadal es el mejor ejemplo.
Acaba 2024 y, con ello, llega el fin de Rafa Nadal como tenista profesional. A lo largo de las dos últimas décadas, el balear se ha ganado por méritos propios ser considerado como uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Y no solo por sus increíbles resultados deportivos sino, especialmente, por su manera de competir: nunca dando una bola por perdida, luchando hasta el final, teniendo fe en la victoria hasta el último punto. Es la resiliencia hecha persona.