La derrota de Alcaraz que puede provocar un duelo anticipado con Sinner... y caer en un grupo terrible
El tenista español tendrá consecuencias tras la derrota ante Humbert y el triunfo de Zverev en París: podría caer en el grupo de la muerte con Sinner en la lucha por ser 'Maestro'
Carlos Alcaraz afronta la recta final de temporada. Con casi total seguridad, el tenista español acabará el año como tercer mejor tenista del mundo, después de una campaña convertida en montaña rusa de sensaciones. Por primera vez en su carrera, ha sido capaz de levantar dos Grand Slam en un año (Roland Garros y Wimbledon), pero se quedó con la miel en los labios en los Juegos Olímpicos. Aunque, ahora, tiene una buena oportunidad para cerrar el curso con dos broches de oro.
Además de los dos grandes, Indian Wells y Pekín vieron triunfar al español, que ha reconocido en varias ocasiones que las temporadas se le hacen excesivamente largas. Ese tenista potente, de golpes contundentes y de mentalidad rocosa no es tan fiable en los meses finales de competición, donde el cansancio físico y psicológico se hacen más evidentes. Y, tras el tropiezo en París-Bercy, le quedan dos balas. La primera, con una doble lectura tras caer en la capital gala.
La derrota ante Ugo Humbert en octavos de final, sumado al título logrado por Alexander Zverev, provoca que el español caiga a la tercera posición del ránking de la ATP, en beneficio del alemán, que se hace con la segunda plaza tras Jannik Sinner. Y, ¿qué importancia puede tener de cara a las ATP Finals? Pues, para empezar, que las posibilidades de que el español quede encuadrado en su grupo con el tenista italiano han aumentado de manera exponencial.
Será el próximo jueves 7 cuando tenga lugar el sorteo del torneo que se disputa en Turín, que puede provocar que Alcaraz caiga en una especie de grupo de la muerte. De momento, están confirmados el español, el italiano y el alemán, además de Daniil Medvedev y Taylor Fritz. Este martes, Novak Djokovic confirmó que no jugará por lesión, por lo que queda por ver cómo se compone el resto del torneo. Pero el sorteo puede ser duro para el español.
No solo por tener que medirse a las primeras de cambio al número uno del mundo, sino por el resto de rivales con los que puede quedar encuadrado. Pero, al mismo tiempo, si esto sucede así, tendrá una lectura positiva para el español: como se clasifican los dos primeros de cada grupo, no tendría que volver a verse las caras con Sinner hasta una hipotética final. Y, además, habrá podido tomar contacto con el juego del italiano en una pista de la que puede aprender.
Solo hay que echar un vistazo a los resultados de Alcaraz desde que llegó a la élite para comprobar que la pista rápida bajo techo no es la superficie en la que mejor se desenvuelve. Y, pese a ello, por su estilo de juego y su mentalidad ganadora, puede sobreponerse a la velocidad de la bola en este tipo de torneo para dar la sorpresa. Y, por qué no, conseguir algo que nunca logró Rafa Nadal en toda su carrera: convertirse en Maestro entre los mejores del momento.
De hecho, a inicio de la temporada, Alcaraz confirmaba que era uno de los grandes objetivos del curso, pero después de Wimbledon y del tropiezo en los Juegos, su rendimiento no ha sido tan bueno. Es cierto que levantó el título en Pekín, pero también es verdad que ha perdido partidos contra rivales inferiores como Ugo Humbert, Tomas Machac, Botic van de Zandschulp o Gaël Monfils. En condiciones normales, un jugador como Alcaraz no debería de haber tenido problemas ante ellos.
El problema de Alcaraz es que acaba los años excesivamente extenuado, lo que hace que las temporadas se le hagan largas. Pese a ello, en las ATP Finals tiene su primera oportunidad para acabar la temporada de manera brillante, a pesar de poder quedar encuadrado en un grupo de la muerte. Y, después, llegará la Copa Davis, otro título que aún no tiene y que sueña con levantar en Málaga. Llega el momento de la verdad para Alcaraz y, de una derrota, puede surgir el mejor final posible.
Carlos Alcaraz afronta la recta final de temporada. Con casi total seguridad, el tenista español acabará el año como tercer mejor tenista del mundo, después de una campaña convertida en montaña rusa de sensaciones. Por primera vez en su carrera, ha sido capaz de levantar dos Grand Slam en un año (Roland Garros y Wimbledon), pero se quedó con la miel en los labios en los Juegos Olímpicos. Aunque, ahora, tiene una buena oportunidad para cerrar el curso con dos broches de oro.
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