El legado de Rafa Nadal: fascinó por su épica en la victoria y su deportividad en la derrota
Rafa Nadal es un tenista irrepetible que deja un legado muy valioso de cómo hay que comportarse en el deporte de alta competición y en la vida. Un equilibrio ejemplar para gestionar lo bueno y lo malo
Nadal celebra su victoria contra Roger Federer en la final de Wimbledon de 2008. (EFE/Vassil Donev)
Por
Ulises Sánchez-Flor
Lo admirable de Rafa Nadal no es todo lo que ha ganado, sino el legado que deja como ejemplo de deportista. Detrás de cada uno de los 22 Grand Slam, hay un trabajo incansable de un tenista con un talento especial, una capacidad de resistencia insuperable y muchas lecciones de vida. Nadal ha ganado mucho. Algunas veces ha arrasado y, en otras ocasiones, las menos, ha sido el número uno en la derrota. La frustración, esa sensación que nos atormenta, no era visible en Nadal.
No es nada fácil para los deportistas de la alta competición gestionar la presión, los elogios, el ego, el respeto a los rivales y los aficionados. Rafa Nadal ha sido un diez en todo. Ni una mala palabra, ni un gesto de soberbia, siempre respetuoso con el adversario, humilde y sencillo. En el triunfo no sacaba pecho y en la derrota no ponía excusas.
La estabilidad emocional y su espíritu deportivo se deberían estudiar en las universidades de todo el mundo. Rafa Nadal, como ejemplo del juego limpio, el sacrificio, la deportividad y la resiliencia. Ha elevado al deporte español a lo más alto y se ha ganado la fascinación de todo el mundo. Hasta el punto de ser reconocido en los Juegos Olímpicos de París para recoger la antorcha de manos de Zidane en la ceremonia de inauguración.
De Rafa Nadal se puede concluir que nos ha dejado con la boca abierta con su épica, en cada pelota imposible que no daba por perdida, su humildad para ser empático con el derrotado y autocrítico en la derrota.
En mayo del año pasado, anunció en su Academia que renunciaba a disputar Roland Garros, su torneo, y que se iba a centrar en recuperarse bien de los problemas físicos que le acuciaban. Se encendieron las alarmas. Rafa Nadal, hasta en el momento de su declive, supo mantener la calma y transmitir un mensaje de esperanza. Tenía el año 2024 como objetivo para dar una última alegría a los aficionados con el regreso a Roland Garros y una medalla en los Juegos Olímpicos.
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En un momento delicado, hizo una reflexión que tuvo un enorme impacto: "Yo no quiero ser un ejemplo de saber parar demasiado pronto. Al final, creo que nos hacemos débiles mentalmente. Uno tiene que poner remedio cuando tiene problemas mentales, cuando tiene una depresión. Son cosas muy serias. Sin ninguna duda, hay que trabajar con profesionales. La salud mental es vital. Pero también la salud mental hay que entrenarla. Si a la mínima que no nos salen las cosas paramos porque no nos podemos quemar, para mí estás desentrenando la salud mental. Lo que estás entrenando es la frustración. Si nos frustramos a las primeras de cambio, lo que hacemos es ser más infelices. A nivel de parar, claro que cuando uno no da para más hay que parar. Pero uno tiene que haberse dado muchas oportunidades antes de tomar esta decisión. Esto es lo correcto".
Rafa Nadal es un mito en todos los aspectos de la vida. Su mentalidad y su físico de hierro, su pasión por el deporte y sus valores le llevaron a concluir que "siempre merece la pena un esfuerzo más". Sin duda, se retira un deportista y una persona irrepetible.
Lo admirable de Rafa Nadal no es todo lo que ha ganado, sino el legado que deja como ejemplo de deportista. Detrás de cada uno de los 22 Grand Slam, hay un trabajo incansable de un tenista con un talento especial, una capacidad de resistencia insuperable y muchas lecciones de vida. Nadal ha ganado mucho. Algunas veces ha arrasado y, en otras ocasiones, las menos, ha sido el número uno en la derrota. La frustración, esa sensación que nos atormenta, no era visible en Nadal.