Bienvenidos a la nueva era: Alcaraz resiste ante un irreductible Sinner y conquista Pekín
El español se impuso en la gran final del ATP 500 después de tres horas de partido ante el número uno del mundo. Partido intenso y simbólico de los tenistas que dominarán las pistas con su gran rivalidad
Carlos Alcaraz inició su aventura oriental imponiéndose en la final del ATP 500 de Pekín a Jannik Sinner en un titánico partido que duró casi tres horas y media por 6-7, 6-4 y 7-6. Esta victoria en el Open de China le sirve para recuperar sensaciones tras su prematura eliminación del US Open y para recuperar el número dos del ránking ATP. Próxima parada, el Masters 1000 de Shanghái.
A un lado, sin mangas y de naranja fosforita, Alcaraz. Al otro, con gorra y verde grisáceo, Sinner. Ambos vestidos de Nike. Los dos mejores tenistas del mundo, los dos tenistas llamados a tener una dinastía, a repartirse los trofeos durante una década... y Pekín fue testigo de este punto de partido. El partido fue simbólico, pese a que solo ofrecieron relámpagos de sus mejores versiones, tanto Sinner como Alcaraz estuvieron en tensión: no era una final de ATP 500 al uso. La rivalidad amerita finales de Grand Slam que acabaremos viendo, siendo Pekín un aperitivo para el paladar de los espectadores. Con todos los respetos para Djokovic, el oro del tenis masculino midió sus fuerzas.
La intensidad del duelo se vivió nada más comenzar, con el murciano imponiendo sus derechas y manteniendo el servicio. Al resto, Carlos tuvo hasta tres bolas de rotura y las desaprovechó todas, con el italiano apretando los dientes. El guion seguía su curso, con ambos tenistas resistiendo su servicio. Los golpes más bellos eran de Alcaraz, pero es tan difícil encontrar huecos en el juego de Sinner. El italiano flota por la pista con su 1,92 metros, llega de lado a lado, elástico por momentos, y con una mentalidad inquebrantable, aunque no lo pareció en el inicio del partido.
A nadie se le escapa que son momentos complicados para Jannik después de la no sanción por dopaje (caso que todavía no está cerrado, "he pasado noches sin dormir, intentando lidiar con esta incertidumbre"). Una pelota relativamente sencilla al carril, en claro error no forzado, dio el primer break a Alcaraz, que lo confirmó sin demasiados problemas. 4-1 y paso de gigante.
Sinner estaba en fuera de juego. Su servicio era un mundo y el resto, demasiado fácil para Alcaraz. Dejó muestras de su absoluta calidad, pero en el momento de la verdad, golpes sencillos se marchaban muy lejos. Soltó el brazo Sinner al final de la manga, metiendo bombas con su derecha para tratar de igualar la contienda, la táctica del que no tiene nada que perder... y fue efectivo. Rotura para el italiano, tenía que confirmarlo para igualar a cinco juegos el set. La red traicionó en dos ocasiones a Alcaraz, quizás demasiado acelerado, y luego mandó larga una derecha que aspiraba a ganadora. De tenerlo en su mano a tener que remar.
La rabia se apoderó del murciano. Lo dejó claro con dos voleas agresivas, de esas que se mastican después de celebrarlas. Entre ceja y ceja, la victoria. En esos momentos de furia, Alcaraz roza la sobreexcitación, perfecta para venirse arriba y lograr puntos de Playstation, peligrosa para las derechas que se marchan largas. Esa irregularidad daba alas a Sinner, superincómodo en la pista, llevándose las manos a las rodillas entre punto y punto. Un par de dobles faltas del italiano dieron la primera bola de set a Alcaraz, que se quedó en oportunidad.
Es la de siempre...
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Pero no nos cansaremos nunca.
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El tie-break decidió una primera manga que no decepcionó. Ahí se vio la primera gran dejada de Alcaraz, una delicatessen marca de la casa. Sinner, por su parte, dio una auténtica lección de que defender en el tenis también es proponer. Se lo acabaría llevando el italiano con el cuchillo entre los dientes, tras salvar dos bolas de set.
La resistencia de Alcaraz
Alcaraz se fue al banco con cara de pocos amigos. Era difícil de explicar cómo se le había escapado el set (y la única respuesta, está en el talento de su rival). Había que bajar pulsaciones y centrarse en recuperar sensaciones. Sinner impuso la inercia al inicio de la segunda manga, sólido al servicio. Respondió el español con la misma moneda.
El parcial era todo tensión. Ambos tenistas se aferraban a su servicio como vía para ganar. Se empezaba a ver Sinner más suelto. El italiano no sonríe (casi) nunca en la pista, pero las muecas de antes pasaban a ser gestos de triunfo. Tenía que esperar su oportunidad el tenista de El Palmar. Iba a llegar el momentum. Rozó el drama en su tercer juego con saque Alcaraz, pero reaccionó para colocar el 3-3 en el marcador después de más de una hora y media de encuentro.
Se llegó a ese punto en el que cada punto era una carrera y cada juego, un maratón. Todo ello, englobado en una batalla táctica: que si subo al resto para provocarte, que si sé que me vas a hacer el passing por la derecha, que si te amago la dejada y busco la línea... Se conocen a la perfección. Sinner reaccionó a una volea regulera de Alcaraz con un globo de época que levantó a los aficionados de Pekín. Tenía una peligrosísima bola de break el italiano y Alcaraz colocó un ace importante. El español intercambió una serie de fallos garrafales y golpes excepcionales. Otros dos aces consecutivos dieron oxígeno suficiente para el 4-4.
Fue un punto de inflexión para el español. Sinner mostró debilidad en su servicio y Alcaraz respondió al servicio. Rotura y saque para llevarse el set. ¿Y qué pasó? Juego en blanco y empate en la final. Todo por decidirse en el tercer set.
El espectáculo para Pekín
Golpe sobre la mesa de Sinner en su servicio. No se iba a dejar llevar, pero en frente estaba un Alcaraz en estado de ebullición. La rotura llegó al segundo servicio del italiano, cómo le corría la derecha a Carlos. Confirmo el break con relativa facilidad y dejó en jaque a su rival gracias a un 3-1.
Ni por derecha ni por izquierda...
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𝗘𝗦 𝗨𝗡 𝗠𝗨𝗥𝗢 𝗤𝗨𝗘 𝗡𝗢 𝗣𝗨𝗘𝗗𝗘𝗦 𝗦𝗨𝗣𝗘𝗥𝗔𝗥 🧱⛔️
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El Alcaraz que se lo pasa bien en la pista, que sonríe, que gesticula y que encandila al público, por fin se vio en Pekín. Un espectáculo. Tenía que cerrar el partido y Sinner parecía batido, torpe en algunas acciones y sin contundencia. Pero si le dejaba reaccionar, iba a regresar. Aceleró el español para conseguir un segundo break consecutivo y el número uno del mundo se defendió como gato panza arriba para impedirlo.
Por su parte, el español exhibió solidez en su saque, regalando incluso varios aces a los que no nos tiene tan acostumbrados. La pelota, en todo momento, para el tejado de Sinner. Que las vueltas preguntas se les hiciera él, que fuera su cabeza la que diese vueltas. A Alcaraz le valía con sostener su servicio para llevarse el título... pero reaccionó el italiano. Break y reseteo de partido a tres juegos.
Al servicio el del El Palmar. Sinner le había dado la vuelta a la tortilla. Hubo nervios, muchos nervios, con el 15-30 del marcador, y Alcaraz sacó la varita mágica... ¡para fallar una dejada facilísima en la red! El mejor ejemplo de la tensión que suponen este tipo de partidos, con los mejores tenistas del mundo fallando golpes sencillos después de intercambios de época. Cinco iguales y locura en la grada.
Alcaraz se desquitó al resto, llevando al límite a Sinner en un intercambio constante de pequeñas ventajas. Sufrió, y mucho, el italiano, pero acabó asegurándose el tie-break. Este llegó tras el servicio del español.
La muerte súbita lo definiría todo. Un resto espléndido de Sinner le puso con tres de ventaja, mientras que Carlos tenía problemas con su calzado. Una montaña por delante... pero Alcaraz... es mucho Alcaraz. 3-3 después de llevarse el mejor punto del partido, tras un larguísimo intercambio de globos, derechas y dejadas. Tenis en mayúsculas. Del 0-3 al 6-3. Primera bola de partido y a la cazuela.
Con esta victoria en Pekín, se acerca el final de temporada para Carlos Alcaraz, que se cerrará como agridulce: por una parte, logró dos Grand Slams consecutivos (Roland Garros y Wimbledon), pero cayó antes de tiempo tanto el Open de Australia como en el US Open. En el verano, se colgó su primera medalla olímpica, al ser derrotado en la final individual ante Novak Djokovic. La cita más inmediata continuará en China, con el Masters 1000 de Shanghái. Ahí estará Djoko, a partir del 2 de octubre. Con la Copa Davis (y Rafa Nadal) en el horizonte.
Carlos Alcaraz inició su aventura oriental imponiéndose en la final del ATP 500 de Pekín a Jannik Sinner en un titánico partido que duró casi tres horas y media por 6-7, 6-4 y 7-6. Esta victoria en el Open de China le sirve para recuperar sensaciones tras su prematura eliminación del US Open y para recuperar el número dos del ránking ATP. Próxima parada, el Masters 1000 de Shanghái.