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¿Qué le pasa a Alcaraz? Cuando ser el número uno del mundo no es tan bonito como parece
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TRES DERROTAS EN SIETE PARTIDOS

¿Qué le pasa a Alcaraz? Cuando ser el número uno del mundo no es tan bonito como parece

El tenista español ha hecho historia siendo el jugador más joven en convertirse en número uno del mundo, pero este hecho parece que le empieza a pesar en las piernas y la cabeza

Foto: Alcaraz se lamenta ante Felix Auger-Aliassime. (Reuters/Arnd Wiegmann)
Alcaraz se lamenta ante Felix Auger-Aliassime. (Reuters/Arnd Wiegmann)

La temporada de Carlos Alcaraz tiene dos partes bien diferenciadas. Durante más de nueve meses, el jugador murciano se ha mostrado intratable en pista, ofreciendo un catálogo de golpes variados y difícil de entender para los rivales y, especialmente, una mentalidad ganadora que le ha llevado hasta el número uno del mundo. Pero su cara B llegó, precisamente, tras colocarse en la cabeza del ranking de la ATP. Desde ese momento, el español no termina de fluir y sufre más de lo esperado, algo que no se le había visto hasta ahora.

Alcaraz se convirtió en el tenista más joven de la historia en alcanzar el número uno del mundo, después de ganar el US Open frente a Casper Ruud. Era el broche de oro a una temporada increíble, en la que el español se había convertido en el jugador revelación y había conseguido demostrar a todo el mundo que el sucesor de Rafa Nadal ya estaba preparado para asumir grandes retos. Pero, precisamente desde ese momento, Alcaraz ha comenzado a mostrar ciertas debilidades que, hasta la fecha, no había tenido. Se ha vuelto 'humano'.

Foto: Moutet y Andreev, enzarzados en la red. (Youtube)

Al comienzo del curso, Alcaraz había asegurado que su principal objetivo en el año era intentar acabar entre los quince mejores jugadores del mundo. Sin embargo, su nivel de juego fue 'in crescendo' y, con el paso de los meses, empezó a mostrarse realmente sólido: los títulos en Río de Janeiro, en Miami, en Barcelona y en Madrid le hacían crecer exponencialmente en la clasificación y empezaba a ver que llegar a la cima del tenis mundial era algo más que un sueño. Se había convertido en una posibilidad más que real.

La primera oportunidad se dio en el US Open y el español no la desaprovechó. En la primera ocasión que tuvo para convertirse en número uno del mundo, Alcaraz lo logró y destrozaba cualquier tipo de expectativa que previa que se hubiera puesto sobre él. El español había hecho historia y era el momento de disfrutar hasta el final del curso, con la intención de mantener su posición de honor en el ránking y tratar de acabar el año en lo más alto de la ATP. Pero da la sensación que se le está atragantando haber alcanzado tan pronto el número uno.

"Nunca pensé que llegaría tan pronto al número uno. No he dispuesto del tiempo necesario para entender plenamente lo que logré en Nueva York. La verdad es que sigo siendo el mismo, no creo que haya cambiado nada. El mundo de tenis no para, cada semana comienza otra aventura y no puedes estar pensando y recordando lo que has hecho", afirmaba antes de comenzar el torneo de Astaná. Ahora, sus palabras cobran más sentido que nunca.

Una racha no demasiado positiva

Desde que es número uno del mundo, Alcaraz ha disputado siete partidos, en los que ha cosechado tres derrotas. Tras perder ante Felix Auger-Aliassime en Copa Davis y David Goffin en Astaná, consiguió ganar a Soon Woo Kwon también en Davis para, en Basilea, derrotar a Jack Draper, Botic van de Zandschulp y Pablo Carreño… pero perder de nuevo ante el canadiense, que parece haberle cogido la media. Pero más allá de la derrota, los datos hablan por sí solos.

Hasta antes de alcanzar el número uno, Alcaraz había jugado 60 partidos, de los que había ganado 51 y solo perdido nueve. O, lo que es lo mismo, solo un 15% de sus partidos se sumaban por derrotas. Una vez alcanzada la cima de la ATP, Alcaraz ha disputado siete partidos, sumando tres derrotas. Es decir, ha perdido el 30% de los encuentros. Varios factores pueden estar afectando al español para atravesar este pequeño bache, que quiere revertir en el próximo Masters 1.000 de París-Bercy.

placeholder FOTO: EFE/EPA/Georgios Kefalas.
FOTO: EFE/EPA/Georgios Kefalas.

El principal elemento puede tener que ver con un pequeño factor psicológico, que no es otro más que las dudas sobre cómo mantenerse en lo más alto del ránking. Y es que lo difícil no es llegar, sino continuar en lo más alto y, por ello, Alcaraz tiene que aprender a vivir con esa presión para seguir arriba. Casos como el de Daniil Medvédev o el propio Juan Carlos Ferrero, su entrenador, deben de servir de ejemplo para saber lo que debe hacer. En pista no parece haber cambiado mucho, si bien es cierto que está dejando alguna duda más con el servicio y, sobre todo, sufriendo a la hora de tener continuidad con su juego en los intercambios.

Alcaraz es ya el presente del tenis mundial y sabe que, para seguir en lo más alto, no vale con ser bueno, sino que debe ofrecer lo mejor de sí mismo en cada partido. Es posible que la temporada se le esté haciendo larga y que necesite el final del curso para resetear y volver a encontrar su mejor versión. Pero lo que nadie le quita es que ya es número uno del mundo y que puede acabar el año en esa posición, un éxito que ni siquiera podía imaginar cuando empezaba el 2022.

La temporada de Carlos Alcaraz tiene dos partes bien diferenciadas. Durante más de nueve meses, el jugador murciano se ha mostrado intratable en pista, ofreciendo un catálogo de golpes variados y difícil de entender para los rivales y, especialmente, una mentalidad ganadora que le ha llevado hasta el número uno del mundo. Pero su cara B llegó, precisamente, tras colocarse en la cabeza del ranking de la ATP. Desde ese momento, el español no termina de fluir y sufre más de lo esperado, algo que no se le había visto hasta ahora.

Alcaraz se convirtió en el tenista más joven de la historia en alcanzar el número uno del mundo, después de ganar el US Open frente a Casper Ruud. Era el broche de oro a una temporada increíble, en la que el español se había convertido en el jugador revelación y había conseguido demostrar a todo el mundo que el sucesor de Rafa Nadal ya estaba preparado para asumir grandes retos. Pero, precisamente desde ese momento, Alcaraz ha comenzado a mostrar ciertas debilidades que, hasta la fecha, no había tenido. Se ha vuelto 'humano'.

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