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Nadal tira de manual y avanza, con permiso de la lluvia, a la tercera ronda (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3)
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Tercer Grand Slam del año

Nadal tira de manual y avanza, con permiso de la lluvia, a la tercera ronda (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3)

Ricardas Berankis fue un digno rival que lo tuvo contra las cuerdas en algunos momentos de los sets. Sin embargo, la resistencia del balear fue algo imbatible para su adversario

Foto: Nadal, durante el partido de la segunda ronda en Wimbledon. (REUTERS/Paul Childs)
Nadal, durante el partido de la segunda ronda en Wimbledon. (REUTERS/Paul Childs)

Se acerca el verano y hay cosas que no cambian. El fútbol está en suspenso, porque el Mundial se lo han arrebatado al aficionado. Ese, sin embargo, es otro tema. Los interesados en el deporte se agarran a todo lo acabado en movilismo para aguantar el 'mono' hasta que llegue agosto. El tenis, en algunos casos, también contribuye a paliar ese déficit y Wimbledon es el menú actual. Se ha echado de menos a Rafa Nadal, que no aparecía por las pistas de Londres desde 2019. En la segunda ronda, venció en tres sets a Ricardas Berankis (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3) en un encuentro en el que hubo intercambio de golpes.

El partido empezó reñido. Ninguno cedió su saque, hasta que Nadal vio la rendija por la que tenía opciones de colarse. Así logró el 'break' y se llevó el set al bolsillo. Es encomiable la voluntad que demuestran sus adversarios, semejante a la de los equipos modestos que se enfrentan a los grandes en la Copa. Son conscientes de que quizá no se repita esa oportunidad. O sí, pregunten en Alcoy.

El segundo punto del encuentro dejó una imagen que, probablemente, sea carne de memes. O de gifts, ya es cuestión de gustos. Berankis buscó el impacto de la pelota, pero se fue rasa hacia la red, en un golpe más típico de una pachanga que de un Grand Slam. Su cara tras aquello fue todo un poema.

placeholder Nadal, en acción durante el partido de tercera ronda. (REUTERS/Paul Childs)
Nadal, en acción durante el partido de tercera ronda. (REUTERS/Paul Childs)

La mala fortuna en los grandes torneos

El lituano ha participado 36 veces en un Grand Slam y sus resultados no han sido precisamente positivos. Hasta ahora, nunca ha superado la cuarta ronda. Para el recuerdo, salvo que lograra más adelante una hazaña, le quedará lo vivido. Y haberse enfrentado en Wimbledon a Rafa Nadal. A veces, lo importante es participar.

La derrota es dolorosa cuando uno se ha esforzado hasta el máximo de sus posibilidades. Quizá haya que recordar las palabras de Jorge Luis Borges: "El éxito y el fracaso son dos grandes impostores". La fina línea que separa ambos es la que diferencia a los grandes campeones de los jugadores del montón. A los que les sopla el viento a favor en los momentos de dificultad. O, simplemente, los que afrontan con suma sagacidad las situaciones complicada porque en el compendio son mejores tenistas que el rival.

El segundo set estuvo también apretado, pero Nadal, de nuevo, apeló a su orgullo y gallardía para dar un paso más en el camino hacia la victoria. El récord, que es complicado y nunca lo ha logrado nadie, es convertirse en el primer tenista en ganar los cuatro Grand Slam en el mismo año. No es descabellado pensar que, a pesar del estado de su pie, lo tenga en mente. Ya es el tenista más laureado de todos los tiempos, aunque una nueva marca nunca está de menos.

placeholder Nadal se lamenta por un punto perdido. (REUTERS/Paul Childs)
Nadal se lamenta por un punto perdido. (REUTERS/Paul Childs)

El mal estado de su pie

La diferencia es que Nadal ha convertido lo anómalo en rutinario. Como si fuera normal ganar 13 veces un mismo trofeo; convertir la pistas de París en su monarquía absoluta; vencer a rivales técnicamente más superiores que él; o ser el mejor de la historia cuando coincides en la misma época con dos de los mejores, Novak Djokovic y Roger Federer. Los datos hablan por sí solos.

El tercer set comenzó mal para Nadal, que concedió un 'break' en su primer saque. Lo que mal empieza, mal acaba. Y en esta ocasión, a diferencia de lo habitual, Rafa le dio la razón al refrán. Berankis se colocó 1-2 y soñó con ganar el encuentro, un deseo que no se hizo realidad. Aquel traspié, sin embargo, no le afectó al balear.

La parsimonia con la que afrontó el cuarto y definitivo set, que fue suspendido por la lluvia, escondía algo detrás. Un engaño tan puro como el de un trilero. Sus rivales confían en que esté en fuera de juego; que no sea capaz de revertir la situación. Todo lo contrario. Sabe mejor que nadie que la película acabará como siempre: Nadal juega y gana. Así llegó el jaque mate.

Se acerca el verano y hay cosas que no cambian. El fútbol está en suspenso, porque el Mundial se lo han arrebatado al aficionado. Ese, sin embargo, es otro tema. Los interesados en el deporte se agarran a todo lo acabado en movilismo para aguantar el 'mono' hasta que llegue agosto. El tenis, en algunos casos, también contribuye a paliar ese déficit y Wimbledon es el menú actual. Se ha echado de menos a Rafa Nadal, que no aparecía por las pistas de Londres desde 2019. En la segunda ronda, venció en tres sets a Ricardas Berankis (6-4, 6-4, 4-6 y 6-3) en un encuentro en el que hubo intercambio de golpes.

Rafa Nadal
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