Adiós a Manolo Santana, la leyenda del tenis español que abrió el camino para el resto

Dos veces ganador de Roland Garros (1961 y 1964), una del US Open (1965) y otra de Wimbledon (1965). Además de un oro olímpico en los Juegos de Roma (1968). El currículum deportivo de Manolo Santana es un fiel reflejo de los caminos que abrió para el tenis español cuando las gestas de Rafa Nadal aún estaban por llegar. Nacido un 10 de mayo de 1938 en la calle López de Hoyos de Madrid, Manuel Santana Martínez fue un niño criado en la posguerra que quedó prendado del tenis por error. Solo el destino sabía lo que le tenía guardado a uno de los grandes deportistas de la historia de España. El azar hizo que se viese obligado a llevar un bocadillo a su hermano, Braulio, que trabajaba de recogepelotas en el Club Velázquez a los 10 años. Ya nunca se separaría de la raqueta.

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R. R.

Sin dinero para comprarse una raqueta, Santana decidió fabricarse una con el respaldo de una silla de madera hasta heredar la primera de un socio del club, aunque estaba combada. A los 14 años, la muerte de su padre hizo que la familia Romero Girón le apadrinase y pudiese compatibilizar los estudios por las mañanas con el entrenamiento de las tardes. "Por entonces la gente no sabía si la pelota era redonda o cuadrada, no tenían ni idea de tenis, así que solo podrían jugar al tenis los que tenían la posibilidad económica", afirmaría años después en la revista 'Tenis Grand Slam'.

Pronto él se encargaría de que el tenis lograse el lugar que hoy ocupa en el mundo del deporte. Después de jugar en el Frontón Recoletos y en la Ciudad Deportiva del Real Madrid, Santana emprendió sus primeros viajes con 17 años. Ahí iniciaría una carrera meteórica que le llevaría a ganar su primer Roland Garros con 23 años contra Pietrangeli, a repetir la gesta en dobles en 1963 (junto a Emerson) y a hacerlo de nuevo con 26 (de nuevo contra Pietrangeli). Tal fue su ascensión que ganó el US Open en 1965, en hierba, por entonces.

Unos registros históricos

Con una Copa Davis que se le resistía, Santana volcó todas sus fuerzas en Wimbledon. Le llamaba la hierba sagrada del All England Club, el torneo más prestigioso del mundo. Santana había renunciado a participar ese año en Roland Garros para estar varias semanas entrenándose en la hierba de Londres y prepararse a conciencia. Su constancia tuvo premio.

Después de doce años sin que ningún jugador europeo saliese triunfador en Wimbledon, Santana conquistó su objetivo más preciado tras derrotar al estadounidense Dennis Ralston. "Es el torneo que todo el mundo quiere ganar. Cuando lo conseguí, me sentí totalmente realizado. Yo había triunfado ya dos veces en París y decidí que tenía que aprender a jugar bien en hierba para ganar en Londres. Entonces, me empecé a fijar en los australianos, que eran una maravilla cómo sacaban y cómo voleaban en la red. Era el camino a seguir y me acerqué a Laver, Emerson, Stollie, Newcombe, Roche... Aprendí muchísimo".

Rod Laver, al que muchos consideran el más completo de todos los tiempos, le definía así. "Manolo era un mago en la tierra batida, golpeaba la bola a los ángulos más increíbles, te volvía loco con sus globos y dejadas. Y mejoró tanto su volea que era peligroso también en hierba. Me ganó fácilmente un par de veces en Europa, haciéndome saber que tenía mucho que aprender sobre la tierra batida".

Fue en 1966 cuando llegó el gran triunfo de su vida, seguramente del que más presumía cuando narraba sus batallitas. "Cayeron los mejores por la otra parte del cuadro y en la final me enfrenté a Dennis Raltson, un americano muy grandote. Estaba enfadadísimo porque no entendía que un español le ganara en hierba".

En sus casi 20 años de alta competición (aunque con un breve paréntesis al inicio de la década de los 70') sumó más de 70 títulos, estuvo entre los diez mejores del mundo durante siete años de principios de los 60', fue capitán del equipo español de Copa Davis, y disputó, como jugador, las finales de 1965 y 1967 en Australia sobre hierba. Además, también tomó parte en el debut del tenis en los Juegos Olímpicos de México en 1968, como deporte de exhibición, y se hizo con la medalla de oro.

Santana asistió, en agosto de 1973, al establecimiento del ranking profesional, y al respecto del cambio de amateur a profesional opinaba no hace mucho: "El tenis es uno de los pocos deportes en el que cuesta trabajo cambiar las reglas establecidas hace mucho. La entrada de la ATP ha supuesto una evolución tremenda y que acabó con problemas anteriores, como si se podía pagar premios y la fórmula de hacerlo". Santana colgó la raqueta oficialmente en 1973, pero nunca dejó de prestar atención a su deporte fetiche.

Fue miembro del salón de la fama del tenis y se le nombró capitán del equipo nacional de la Copa Davis en dos ocasiones (1980-85 y 1995-99). Actuó como director del Mutua Madrid Open, aunque ya en los dos últimos años cedió el testigo a Feliciano López y él se quedó con el cargo de presidente de honor. A finales de 2018 aún se le podía ver jugando al tenis en las pistas de hierba artificial del Racquets Club MS de Marbella a sus 80 años y medio. Ahora, quien un día coronase el tenis mundial y fuese precursor del mismo cuando en España el tenis pasaba de puntillas, dice adiós con 83 años. Descanse en paz, maestro.