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La parsimonia de Novak Djokovic en Madrid y sus gestos con los 'enemigos'
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"Gracias, muchas gracias"

La parsimonia de Novak Djokovic en Madrid y sus gestos con los 'enemigos'

El número uno del mundo firmó a todos los fans tras un entrenamiento a última hora de la tarde en el Open de Madrid. En 2013 fue abucheado por un público que ahora le admira

Foto: Novak Djokovic, tras ganar su partido contra Taylor Fritz en la central del Open de Madrid. (EFE)
Novak Djokovic, tras ganar su partido contra Taylor Fritz en la central del Open de Madrid. (EFE)

Tras barrer al estadounidense Taylor Fritz en su debut en el Mutua Madrid Open (6-4, 6-2), Novak Djokovic emprendió el camino hacia los vestuarios. En el 'planning' de este martes no estaba previsto que volviera a dejarse ver por la Caja Mágica, más teniendo en cuenta que descansa hasta el jueves, pero no fue así. A las 19:00h de la tarde el serbio salió para deleite de los aficionados a hacer un breve entrenamiento en la pista 12, una de las más alejadas del recinto.

Peloteó durante un buen rato con Enrique López y, tras acabar, se quedó un buen rato viendo atentamente los ensayos de los sub-16, que compiten en su particular Master. Con las manos en la espalda, como quien mira las obras, y la cabeza erguida, sin dejar ni un minuto de sonreír. Son las promesas, el futuro y, quién sabe, quizás los próximos rivales a batir. El público, entre ellos muchos niños, gritaban para que se acercara a hacerse fotos, pero ‘Nole’ se hacía de rogar.

En la pista anexa, dos compañeras de la WTA se aproximan a su altura y le dicen algo. El serbio no puede evitar reírse, se da la vuelta y empieza a entablar una larga conversación con ellas. Cada vez hay más gente en los alrededores y se producen algunas carreras. “¡Eh! ¡Está Djokovic ahí!”. Muchos, atónitos, no daban crédito: “¿Pero por qué no han anunciado que entrenaba?”. Djokovic tenía la práctica programada para las 11:00 de la mañana, pero la retrasó hasta después de su debut. Algunas jóvenes se sumaban a la búsqueda del selfie abriéndose paso entre la multitud como podían, con el número 1, la posición actual del jugador en el ranking, pintado en la cara. “¡Eh Djokovic, por favor!”, “Novak, venga, que me quiero ir a casa”, decía un muchacho, provocando la risa de los presentes, sobre todo de los que llevaban más de ocho horas disfrutando de los partidos y de las diferentes actividades que, como cada año, la organización prepara alrededor de la pista central.

El jugador seguía a lo suyo, hablando con toda la parsimonia del mundo de espaldas a los fans. ¿Qué cuestiones se tratarían en aquella conversación?: ¿la controvertida dimisión del directivo de la ATP Justin Gimelstob?, ¿la felicidad del serbio al haber recuperado a su viejo equipo de trabajo?, ¿la equiparación económica de los premios entre hombres y mujeres?, ¿quizás el nuevo formato de la Copa Davis de Piqué? Es un misterio. Puede que tocaran esos temas porque el intercambio de reflexiones dio para veinte largos minutos, pero, sinceramente, no parecía que la actualidad del tenis estuviera sobre la mesa.

Mientras, los sub-16 practicaban entre el griterío y cada vez más miembros de seguridad hacían acto de presencia en la pista por si las moscas, no vaya a ser que la cosa se salga de madre. Finalmente, Novak dio por zanjada la conversación con sus dos compañeras y, pese a que hizo el amago de abandonar la arcilla sin saludar a nadie, enseguida reculó y se dirigió a los fans de buena gana, al puro trote ‘cochinero’. La gente, eufórica, celebraba que el serbio se acercara por fin.

Foto: Alexander Zverev, con gesto de preocupación durante un partido esta temporada. (Reuters)

Firmó hasta una lata de refresco

Su relación con Madrid ha cambiado por completo. Hace no tanto, en 2013, sufrió los pitos y abucheos de buena parte de la grada en su enfrentamiento contra Dimitrov. “No sé por qué se ha producido esta situación del público. No sé qué decir, la verdad”, exclamó apenado. Aquel partido, en el que él también dejó algún gesto feo al perder los nervios, le marcó. En aquel momento, el público veía a ‘Nole’ como algo más que un simple adversario para los intereses de Nadal. Tardó dos años en volver, pero cuando lo hizo se ganó el aplauso y el respeto de sus detractores levantando su segundo entorchado ante Raonic. Madrid, la que antaño fue la casa del ‘enemigo’, ahora le recibe con los brazos abiertos y él, encantado. Disfruta.

Su implicación con los fans está fuera de toda duda y aprovecha cualquier mínima oportunidad para tener gestos encomiables que dibujan una sonrisa en el rostro de sus seguidores. Firmó pelotas, pancartas con todo tipo de mensajes de admiración, camisetas, postales, gorras, sombreros y hasta una lata de refresco. “La guardaré toda la vida”, decía el joven, que aseguraba no tener nada más a mano. Por supuesto, tampoco faltaron las fotos para las redes sociales. Nole se marchó del mismo modo que llegó, con su particular trote. Le va la marcha. Saludó a todo el público presente antes de desaparecer por el túnel de acceso rodeado de fuerzas de seguridad. “Gracias, muchas gracias”, les decía en perfecto castellano. Muchos no se olvidarán de este momento. Al número uno del mundo Madrid, más allá de los resultados, le sienta genial.

Tras barrer al estadounidense Taylor Fritz en su debut en el Mutua Madrid Open (6-4, 6-2), Novak Djokovic emprendió el camino hacia los vestuarios. En el 'planning' de este martes no estaba previsto que volviera a dejarse ver por la Caja Mágica, más teniendo en cuenta que descansa hasta el jueves, pero no fue así. A las 19:00h de la tarde el serbio salió para deleite de los aficionados a hacer un breve entrenamiento en la pista 12, una de las más alejadas del recinto.

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