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Las reflexiones de Nadal sobre su histórica rivalidad con Federer
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este lunes juega contra el checo Vesely

Las reflexiones de Nadal sobre su histórica rivalidad con Federer

Rafa Nadal encara la segunda mitad de Wimbledon en muy buena forma. Aprovechó el domingo para entrenarse y estos días ha hablado largo y tendido sobre su rival y amigo

Foto: Wimbledon
Wimbledon

La ristra de tradiciones de Wimbledon es casi interminable. Comprende desde la ropa normativamente blanca (blanca-blanca, no blanco roto, blanco hueso, blanco marfil ni ninguno de todos esos otros blancos que no son blancos-blancos) hasta las fresas con crema y, por supuesto, el verdísimo césped de todas las pistas, que huele a húmedo y conforma un paraje casi insuperable en cuestión deportiva. Claro que hay alguna que otra que surge más de la necesidad, como es el hecho de que el domingo intermedio no se juega un solo partido en la competición. Se busca ese pequeño barbecho para que los jardineros del recinto, casi ingenieros de la hierba, puedan recuperar en la medida de lo posible un césped exhausto.

Más todavía esta temporada, que el calor aprieta de un modo muy poco londinense. La lluvia es el mayor dolor para un organizador de tenis, pero en el caso del torneo inglés tampoco es conveniente este calor que seca las hebras de césped, lo pone más tupido y ralentiza la bola, que vuela un poco más y sube más altura. Unas condiciones algo mejores para Rafa Nadal que, en realidad, no gustan a los organizadores. En el All England Tennis Club quieren que la bola vaya siempre a toda pastilla.

Foto: Wimbledon

"It's oh, so quiet", dice un tuit de la organización recordando la canción de Bjork y, también, que ese día no se juega, que las gradas están desiertas y no hay aglomeraciones ni siquiera en la colina Henman. Es solo una verdad a medias, los jardineros se afanan por revivir el verde en las pistas centrales, y los jugadores no se quedan en el hotel jugando videojuegos sino que acuden también al complejo para utilizar las pistas accesorias y entrenarse un rato. Ni un día sin tenis.

Y como tampoco hay mucho espacio para el juego, ya que las pistas oficiales están siendo cuidadas con esmero, se dan situaciones curiosas. Como, por ejemplo, que tres de los tenistas más grandes de todos los tiempos se desempeñen con sus equipos en solo unos pocos metros. En una pista Nadal, en el centro Djokovic, más al fondo Federer. Ni una valla les separa, como se puede ver en una historia de Instagram subida por el propio Rafa.

Roger y Rafa; Rafa y Roger

En la vida, y más aún en Wimbledon, Rafa se pasa mucho tiempo contestando preguntas sobre Roger, del mismo modo que Roger siempre tiene que hacer frente a muchas preguntas sobre Rafa. Se llevan bien, siempre ha sido así, tanto que el día que se retiren no podrán otra cosa que echarse mucho de menos. En este Wimbledon, además, estamos de efeméride, porque hace una década ya que ambos jugaron su partido más célebre, la final que ganó Nadal y de la que se llegó a escribir un libro entero. Lo hizo el periodista Jon Wertheim, que tuvo material suficiente de aquella tarde para escribir muchas, muchas palabras.

No se volvió a repetir ese duelo y ahora, una década después, surgen de debajo de la piedra todos aquellos que pagarían por una reedición. En realidad, prácticamente todo el universos menos, se entiende, aquellos otros jugadores que todavía están en el cuadro, gente como Djokovic o Del Potro. Y Nadal, Nadal tampoco quiere ese partido, aunque es de esperar que preferiría esa final a otra cualquiera en la que él no esté presente. "No soy estúpido, preferiría jugar con un rival más sencillo", explicaba estos días con total naturalidad el español. No todos son tan sinceros, pero esto no tiene más que el peso de la lógica, el suizo es el jugador al que todos miran cuando de Wimbledon se trata. "Si estoy en la final serán buenas noticias, y el rival en todo caso será difícil", admite también Nadal después de decir lo lógico.

La final no es la única pregunta sobre su eterno duelo, claro. Con su victoria ante De Miñaur, Rafa aseguró el número 1 del mundo cuando termine el campeonato inglés. Durante todo el año esa pelea es importante y centra muchas conversaciones, pero todos saben que en Londres, es un objetivo secundario. "Por supuesto que prefiero ser el uno al dos, pero realmente no vengo aquí para mantener el número uno, solo vengo para buscar el mejor torneo posible", explicaba Nadal.

placeholder Nadal se entrena en Wimbledon. (EFE)
Nadal se entrena en Wimbledon. (EFE)

El Manic Monday

No, no es la última pregunta sobre Federer porque Nadal, también de manera recurrente, también tiene que responder cuando le preguntan si algún día jugará dobles con su amigo. Un torneo entero, se entiende, que en la última Copa Laver ya jugaron juntos. Es un poco como esas conversaciones de amantes de los cómics en los que se pelean sobre lo que pasaría si se peleasen Superman y Spiderman y cosas así, un juego teórico que los aficionados del tenis no renuncian a hacer. "Nunca sabes, no se puede decir nunca, pero con nuestros calendarios no es sencillo", dice Nadal, que también piensa que todo esto hubiese tenido mucho más sentido hace unos años, cuando eran jóvenes y la vitalidad daba para todo.

Foto: Nadal se prepara para una volea. (Reuters)

Y este lunes, después de una semana de sensaciones y un domingo en barbecho, vuelve el tenis. Wimbledon reserva siempre para este día un horario fantástico, que en esta ocasión incluye tres partidos en la central que corresponden a tres de los más grandes tenistas de siempre. Primero Federer, luego Serena Williams, para terminar Rafa Nadal. Lo llaman Manic Monday y preparan todo para que sea memorable. Como para no mirar a ningún otro lado.

Rafa está con buena sensaciones, mejores que en los años previos, en los que parecía haber perdido el tacto en la hierba. Ha ganado tres partidos sin ceder un set, demostrando golpe a golpe su poder. Queda lo mejor, la segunda semana del torneo más grande.

La ristra de tradiciones de Wimbledon es casi interminable. Comprende desde la ropa normativamente blanca (blanca-blanca, no blanco roto, blanco hueso, blanco marfil ni ninguno de todos esos otros blancos que no son blancos-blancos) hasta las fresas con crema y, por supuesto, el verdísimo césped de todas las pistas, que huele a húmedo y conforma un paraje casi insuperable en cuestión deportiva. Claro que hay alguna que otra que surge más de la necesidad, como es el hecho de que el domingo intermedio no se juega un solo partido en la competición. Se busca ese pequeño barbecho para que los jardineros del recinto, casi ingenieros de la hierba, puedan recuperar en la medida de lo posible un césped exhausto.

Rafa Nadal
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