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La red, la escondida virtud de Nadal que le hace ser más competitivo en hierba
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La red, la escondida virtud de Nadal que le hace ser más competitivo en hierba

Rafa Nadal ya está en cuarta ronda de Wimbledon, donde un año más demuestra que tiene cualidades mucho más allá de la tierra y que es capaz de volear con gran efectividad

Foto: Nadal se prepara para una volea. (Reuters)
Nadal se prepara para una volea. (Reuters)

El tópico funciona en el deporte como en otros muchos ámbitos de la vida. Cuando se ve a Rafa Nadal, español y terrícola, se piensa casi por inercia en un jugador de fondo de la pista, laborioso, esforzado... esas cosas. En su momento, allá por 2008, ya demostró que es bien capaz de ganar en Wimbledon, lo cual es en sí mismo una manera de refutar esa especialización. La hierba ha cambiado con el tiempo, las pistas del All England Tennis son hoy algo más lentas que en el pasado, pero ganar sobre césped requiere de un juego que, en principio, no casa con las rutinas de Nadal.

Cuando se rasca un poco más, sin embargo, se entiende que Rafa es más jugador del que parece de antemano. Hace unas semanas, un jocoso diputado de Podemos le atribuyó un juego defensivo y soporífero, pero es evidente que no repasó demasiado las estadísticas. Nadal no solo sabe jugar de una manera, y aunque estéticamente no sea Roger Federer, que parece diseñado en máquina para jugar sobre hierba, lo cierto es que tiene una manera muy solvente de moverse en la superficie más rápida de cuantas hay.

Foto: NAdal, en su partido contra Sela. (EFE)

A Nadal se le achaca no jugar bien en la red, pero eso es tremendamente falso. La mejor pastilla contra el prejuicio es una buena estadística, y pueden valer los tres primeros partidos de este campeonato para darse cuenta de que el español es muy fiable también cuando adelanta unos metros para concluir el punto. 83%, 73% y 86% de efectividad en cada uno de sus encuentros en este campeonato. Sube prácticamente lo mismo que Roger Federer por partido, es solo ligeramente menos efectivo que el suizo que, en principio, suena como el mayor dominador del circuito en esa estrategia.

Lo primero para entender este dato tiene que ver con una cuestión que no está relacionada tanto con el juego en la red como con el conjunto del deporte. Y también un poco en cómo ha ido cambiando el juego y las necesidades de los tenistas. Antes ir a la red se hacía sin pensar, el juego en la hierba consistía en un saque, unos pasos hasta la red y ahí tirar una moneda, para bien o para mal. Tener control de la red era tener el partido.

Ahora no, solo se sube a la red para detener el juego, cuando está muy claro que subir es ganar el punto. Es una muy buena manera de concluir un peloteo, pero para llegar a ese punto antes hay que dominar la pista y tener al rival contra las cuerdas. Y en eso, Nadal es sublime. Desde siempre es capaz de controlar el equilibrio del partido y encontrar los puntos débiles del rival para hostigarle hasta que, irremediablemente, deje alguna bola tonta, en medio de la pista, perfecta para atacarla. Por eso Nadal tiene esa efectividad en el juego corto.

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Tennis - Wimbledon - All England Lawn Tennis and Croquet Club, London, Britain - July 7, 2018 Spain's Rafael Nadal in action during the third round match against Australia's Alex De Minaur REUTERS Andrew Boyers

Reflejos y velocidad

Además, Rafa es un jugador mucho más eficiente en sus golpes de lo que parece en principio. Su revés a dos manos, que es un golpe muy compacto, no combina bien en principio con el juego de red, pero es capaz, porque lo ha ido aprendiendo por el camino, de cambiar a una mano y cortar el juego, un recurso mucho más útil en esta superficie. En hierba hay que buscar que la pelota vuele poco y obligar que las rodillas del rival se flexionen al máximo y la cadera baje cuanto más mejor.

Nadal es un buen voleador, tiene recursos en la red y reacciona muy rápido. Porque tiene algo de felino en esos metros, reacciona muy rápido y eso es esencial en ese punto de la cancha, ya que la pelota va rapidísimo y saber adecuar el brazo lo más rápido posible para responder las embestidas del rival es el primer punto necesario para hacerse un lugar en esas clasificaciones de los mejores atacantes.

Foto: Nadal y Federer tras la Copa de Maestros del pasado año. (Reuters)

Por todo esto, y algunas otras cosas más, Nadal siempre ha demostrado ser un buen doblista. Cuando juega por parejas es capaz tanto de estar brillante en la línea de fondo, nada excepcional si se tiene en cuenta su juego, como cuando tiene que aparecer adelante, como el hombre de la red. Y es que el que es buen jugador de tenis, y en este caso lo es en grado superlativo, suele ser también capaz de trasladar sus talentos a cada una de las muchas partes que conforman este deporte. Otra cosa es el saque, mucho más mecánico y menos sujeto a las vicisitudes del juego.

Nadal lleva unas cuantas temporadas con problemas para trasladar su juego a la hierba. Le cuesta la transición de la tierra al césped, se encuentra jugadores que le buscan de otras maneras y es, de algún modo, más dados a las emboscadas. Le pasó la pasada temporada, con un Muller en estado de gracia que prácticamente no le dejó respirar. Le pasó también años antes, distintos problemas. Pero que venga de años raros en Wimbledon no quiere decir que no sea peligroso. Es el número uno del mundo y lo será en todo caso al final de este torneo, pues la victoria contra De Miñaur así lo asegura. El reto, de todos modos, no es ese sino plantear una batalla real al resto de los tenistas. Roger Federer incluido.

El tópico funciona en el deporte como en otros muchos ámbitos de la vida. Cuando se ve a Rafa Nadal, español y terrícola, se piensa casi por inercia en un jugador de fondo de la pista, laborioso, esforzado... esas cosas. En su momento, allá por 2008, ya demostró que es bien capaz de ganar en Wimbledon, lo cual es en sí mismo una manera de refutar esa especialización. La hierba ha cambiado con el tiempo, las pistas del All England Tennis son hoy algo más lentas que en el pasado, pero ganar sobre césped requiere de un juego que, en principio, no casa con las rutinas de Nadal.

Rafa Nadal