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Por qué Nadal es tan superior en tierra o la "virtud de cómo utiliza su cuerpo"
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GANADOR DE SU OCTAVO MASTERS 1.000 DE ROMA

Por qué Nadal es tan superior en tierra o la "virtud de cómo utiliza su cuerpo"

Rafa Nadal acaba de ganar su octavo Masters 1.000 de Roma, en este caso frente a Zverev, y en El Confidencial hemos analizado el porqué de su superioridad en tierra batida sobre el resto

Foto: Nadal llegará a Roland Garros con los títulos de Montecarlo, Barcelona y Roma. (Reuters)
Nadal llegará a Roland Garros con los títulos de Montecarlo, Barcelona y Roma. (Reuters)

Cuando Rafael Nadal tomó la copa de Roma ante Alexander Zverev completó un esfuerzo formidable a ojos de todos. El mallorquín, que sumó la octava corona de su carrera en el Foro Itálico, remarcó un dominio histórico en la superficie más lenta del circuito. Trece años después de levantar su primer título en la capita italiana, y frenando al máximo exponente de la generación, el balear demostró que el paso del tiempo es una variable relativa si las piezas del puzzle están debidamente armadas.

Con el ánimo de comprender el fenómeno de Nadal sobre la tierra batida, una de las grandes asociaciones del deporte moderno, El Confidencial busca respuestas especializadas en el terreno. En una charla con Eduardo García Prat, preparador físico de Carla Suárez y voz autorizada en la puesta a punto de deportistas de élite, este diario trata de conocer algunos detalles sobre el ampliamente considerado como mayor figura en la historia del deporte español.

Al hablar de la solvencia del balear sobre el polvo de ladrillo, una superficie que exige los peloteos más prolongados y un desgaste físico por acumulación de esfuerzos, se tiende a encumbrar su fortaleza física sobre cualquier otra variante. La imagen que viene a la mente es automática: un jugador que lleva a la extenuación en cada punto. Una perspectiva que puede poner el foco en un único terreno, dejando en un segundo plano grandes virtudes del mallorquín.

Foto: Rafa Nadal, este domingo en Roma. (Reuters)

“Nadal no tiene algo diferente a nivel anatómico al resto de los jugadores para marcar tal diferencia”, señala Eduardo, situando al balear en un plano de igualdad con el resto del vestuario. “Su virtud reside mayormente en la manera en que utiliza su cuerpo”. En un deporte donde las habilidades de repetición, coordinación y precisión están presentes en todo momento, la capacidad de conectar el golpes siempre en la posición correcta puede ser uno de los activos más valiosos.

La posición de golpeo, una clave

Precisamente ahí se sitúa una de las principales ventajas del campeón de 16 grandes. La posición en el golpeo es una de las facetas más trabajadas en la preparación física de los tenistas, un elemento fundamental para lograr la iniciativa en los intercambios. Conectar el golpe en una posición favorable facilita el dominio del juego y, por tanto, las opciones de decidir el destino del encuentro. Una garantía muy presente en el esquema del balear y especialmente visible en tierra batida. “Podemos observar como en situaciones en las que hay desplazamientos a alta intensidad, Nadal es capaz de desacelerar y mantener una situación estable durante el golpeo”. Una faceta presente desde los albores de la carrera del balear, autor de lanzamientos imposibles junto al muro desde sus primeros pasos en el circuito.

Esta virtud trasciende lo técnico para adentrarse en lo psicológico, un terreno cada vez más presente en la preparación integral de los deportistas. El reto que supone Nadal para un adversario va más allá de la preparación específica a nivel físico y técnico-táctico, forzando al rival a una labor de mentalización superior. Estas visualizaciones forman parte de manera creciente en la puesta a punto de los competidores de élite, y el ejemplo del balear es uno de los más firmes en el deporte moderno. “De entrada, sabes que Nadal va a competir cada punto. Y compite al límite los que juega bien y los que no le salen tan bien”, reconoce Eduardo. “El nivel de exigencia para el deporte que salga a enfrentarle siempre será altísimo. Y ése es un aspecto que puede condicionar al rival ante de empezar”, indica el preparador, acostumbrado a vivir en la burbuja psicológica permanente que deriva de la competición profesional.

Foto: Marc Márquez entrando a meta de Le Mans. (EFE)

"Nadal sólo hay y habrá uno"

Siendo uno de los grandes referentes de la competición actual, ¿se pueden tomar patrones de Nadal como referencia para la preparación de otros jugadores? “Cada deportista es único, y el entrenamiento debe atender a las necesidades de cada jugador”, indica Eduardo. “Desde el punto de vista metodológico, el paradigma actual está basado en teorías sistémicas y cognicivistas (entre otras), que entienden al tenista como un ente hipercomplejo formado por estructuras (cognitiva, coordinativa, condicional, socio-afectiva, emotivo-evolutiva, creativo-expresiva)”. Se compite como se entrena y se entrena como se vive. En la búsqueda del rendimiento óptimo se intenta cuidar cada plano del individuo, algo que va mucho más allá de la faceta deportiva. “El tenista se desarrolla por la interpelación dinámica entre estructuras. En definitiva, el proceso de desarrollo va de dentro a fuera sin poner ningún ejemplo a reproducir, buscando construir su propio modelo. Nada sólo hay y habrá uno”.

Con años de desgaste en las piernas y una ambición que parece no tener fin, la conservación de Nadal entra en un terreno clave para alargar su carrera. Un factor clave para asumir esfuerzo como los que requiere la tierra batida. “A medida que pasan las temporadas los tenistas van acumulando los efectos producidos por el entrenamiento y la competición. Principalmente son cambios fisiológicos y en las habilidades específicas del tenis que mejoran la eficacia y la eficiencia. Y no todos estos efectos son positivos. En el tenis, como en otros deportes, se solicita más unos músculos que otros, provocando alteraciones en la biomecánica de las articulaciones y descompensaciones musculares”. El ejemplo del balear, con una colección de grietas en gran parte del cuerpo, sirve como botón de muestra.

Foto: Sergio Llull también cortó la red en el Star Arena de Belgrado. (EFE)

Ahora, y superada la barrera de los 30 años, Nadal asume una etapa clave en su trayectoria. La de mantener unas virtudes sostenidas en una alta eficiencia física sin llegar a romper el cuerpo. Una asignatura siempre asumida en una carrera marcada por los sobresaltos físicos. “En estas edades se aumenta el tiempo dedicado al entrenamiento coadyuvante, cuyo principal objetivo es minimizar el riesgo de lesión”, resume García, completando el análisis de situación sobre el actual número 1 mundial.

Para Nadal, un deportista ya eterno por lo conseguido, una virtud que suele pasar desapercibida: la de conocer como pocos los límites de su propio cuerpo.

Cuando Rafael Nadal tomó la copa de Roma ante Alexander Zverev completó un esfuerzo formidable a ojos de todos. El mallorquín, que sumó la octava corona de su carrera en el Foro Itálico, remarcó un dominio histórico en la superficie más lenta del circuito. Trece años después de levantar su primer título en la capita italiana, y frenando al máximo exponente de la generación, el balear demostró que el paso del tiempo es una variable relativa si las piezas del puzzle están debidamente armadas.

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