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Nadal arrasa a Tsitsipas para ganar su undécimo torneo del Conde de Godó
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se impuso por un contundente 6-2 y 6-1

Nadal arrasa a Tsitsipas para ganar su undécimo torneo del Conde de Godó

Rafa Nadal sacó su mejor tenis en la final de Barcelona y logró la victoria 401 de su carrera en tierra batida. Sigue dejando en el aire la pregunta de quién puede hacerle daño sobre arcilla

Foto: Rafa Nadal, en el Godó. (EFE)
Rafa Nadal, en el Godó. (EFE)

Y con este, ya son once. Once veces campeón del Godó, como también es once veces campeón de Montecarlo. El reto real es hacer lo mismo en Roland Garros. Los pixeles que conforman estas letras son livianos para poder explicar la realidad de Rafael Nadal. Lo escrito se lee fácil, pero no es sencillo de asimilar. Todos los demás jugadores de la historia de este deporte centenario han sido incapaces de lograr algo así en un torneo. El número 1 del mundo va camino de conseguirlo en tres diferentes. Porque es una apisonadora, un tenista que es capaz de limitar a tres juegos a su rival en toda una final de un torneo. Tsitisipas, que la tarde previa hablaba de la opción de una lección gratuita, se fue a casa arrasado y confuso. Lo que seguro que ha aprendido es la distancia que le queda por recorrer hasta ser el mejor.

Sin disimulo, ha perdido un total de 24 juegos en todo el torneo, lleva 44 sets seguidos ganando en tierra batida, superficie en la que, con esta final, ha ganado 401 partidos en su carrera. Ese dato, así, solo, ya es brillante, pero es alucinante si se contrasta con laa cifra de derrotas: 35. En una carrera extensa como es la suya, con altibajos como las de todos los demás, es apabullante pensar que solo ha perdido esa cifra. Por poner un ejemplo, Roger Federer es probablemente el mejor jugador de siempre sobre hierba, una superficie en la que se juega mucho menos. En su ilustre carrera tiene 164 victorias y 24 derrotas. Un altísimo 87%, pero bastante por debajo del 92% de Rafa.

Foto: Stefanos Tsitsipas, en Barcelona. (EFE)

El partido fue lo que se espera de Nadal. Se encontró enfrente al sorprendente Tsitsipas, un jugador que no está acostumbrado a jugar una semana a tanta intensidad. Tiene muchos golpes muy buenos, un ritmo notable, un saque brillante. Puede ser un jugadorazo, pero difícilmente lo será al nivel de Rafa, que es uno para la historia. Tampoco le importó a Nadal la lluvia que cortó el ritmo al inicio del encuentro. Él disputó el partido al máximo, de la única manera que sabe hacerlo, y le terminó saliendo uno de los mejores partidos de la temporada.

Porque incluso en la excelencia hay grados. Nadal no solo le dio una lección al griego, también le mostró cosas que nunca podrá hacer. Sacó el repertorio más largo de 'passing shots' y tiros ajustados. Estaba triste el heleno al final del encuentro, aunque la derrota era algo comprensible y que no se tendría que tomar muy a pecho, no en vano él no hizo ni más ni menos que todos los demás que se enfrentan a Rafa en tierra batida, entrar en la pista pensando "¿y si soy yo el que le gana?" y salir asumiendo que no hay fuerza humana capaz de torcer el monstruo.

"Se ha visto un vídeo de todos estos años, para mí es emocionante el reconocimiento de esta carrera que ni en mis mejores sueños podría imaginar. Son muchos años, soy viejo, es lo único malo, pero por aquí seguimos y ojalá pueda seguir muchos años, porque para mí lo que significa jugar en esta pista que me ha visto crecer es difícil que os lo imagineís", explicaba Nadal. Esa pista, por cierto, llamada a su nombre, porque él es de ese tipo de mitos.

Y con este, ya son once. Once veces campeón del Godó, como también es once veces campeón de Montecarlo. El reto real es hacer lo mismo en Roland Garros. Los pixeles que conforman estas letras son livianos para poder explicar la realidad de Rafael Nadal. Lo escrito se lee fácil, pero no es sencillo de asimilar. Todos los demás jugadores de la historia de este deporte centenario han sido incapaces de lograr algo así en un torneo. El número 1 del mundo va camino de conseguirlo en tres diferentes. Porque es una apisonadora, un tenista que es capaz de limitar a tres juegos a su rival en toda una final de un torneo. Tsitisipas, que la tarde previa hablaba de la opción de una lección gratuita, se fue a casa arrasado y confuso. Lo que seguro que ha aprendido es la distancia que le queda por recorrer hasta ser el mejor.

Rafa Nadal
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