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Tsitsipas, el nieto de un oro olímpico soviético quiere aprender de Rafa Nadal
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su madre fue tenista, su abuelo futbolista

Tsitsipas, el nieto de un oro olímpico soviético quiere aprender de Rafa Nadal

Rafa Nadal busca su undécimo título en el Godó. Para ello tendrá que ganar al mejor jugador griego de todos los tiempos, aunque eso no sea decir mucho, pues en Grecia la tradición es inexistente

Foto: Stefanos Tsitsipas, en Barcelona. (EFE)
Stefanos Tsitsipas, en Barcelona. (EFE)

Stefanos Tsitsipas tendrá una ventaja sobre Rafa Nadal. Una y solo una. "Le he visto jugar más veces que a mí mismo", decía entre risas el joven y sorprendente finalista del Conde de Godó. Es probable que el número 1 del mundo no le tuviese siquiera en su radar, al fin y al cabo el griego, uno de los jugadores más prometedores del mundo, no acaba sino de empezar en el mundo del tenis. Más allá de eso nadie se engaña, cualquier resultado que no sea una victoria de Rafa será una sorpresa mayúscula. El propio Tsitsipas define el partido como "una lección gratuita" para seguir progresando en su tenis. Será esta su primera gran final, quizá la primera de muchas otras.

¿Y quién es él? Pues, a su edad, el mejor tenista masculino griego de todos los tiempos. Es cierto, el listón no estaba muy alto. Dos datos para entender lo raquítico del deporte de la raqueta en el país heleno, desde 1973 no había un jugador en una final de ATP (Nicholas Kalogeropoulos, en Des Moines) y Tsitsipas es el primero en entrar en el top-100 mundial desde que existe. No es sencillo encontrar pistas de tenis en Grecia, pero eso nunca supuso un problema para el joven valor, su padre era monitor y su madre una notable jugadora.

Foto: Carlos Moyà y Rafa Nadal en el Open de Australia de este año. (EFE)

Lo que no era su madre, al menos no de nacimiento, era griega. Julija Apostoli jugó en los años 80 la Fed Cup con la selección de la Unión Soviética. Era una prometedora tenista hasta que decidió colgar la raqueta para estudiar periodismo, errores cometemos todos. Ya en los noventa soñó con volver a ser profesional. Por aquel entonces ya era griega y había dejado en el camino su apellido original, Salinikova. Ella ayudó en la formación tenística de Stefanos, que cogió la raqueta por primera vez a los tres años en el 'resort' que regenta la familia. Tiempo más tarde, cuando el chico empezó a despuntar, le mandaron a Niza a entrenar con Patrick Mouratoglou, uno de los técnicos más célebres del mundo y preparador durante años de Serena Williams.

Pero Julija, como Stefanos, no es ni siquiera la deportista más célebre de la familia. Ella sabe lo que es convivir con un mito porque pasó su infancia conviviendo con un campeón olímpico, su padre, Sergei Salnikov, cuya cara llegó a aparecer en los sellos de la unión de repúblicas. Logró el oro en Melbourne, en 1956, como parte del equipo de fútbol de la URSS. Era un goleador y compañero de Lev Yashin, con facilidad el mayor mito del fútbol ruso.

"Ruso de mierda"

Su medalla llegó, eso sí, en un torneo desprovisto de algunos de los grandes favoritos. Pocos meses antes la Unión Soviética había aplastado la revolución Húngara y eso hizo que unos cuantos equipos se quedaran en casa en señal de protesta. Quizá la prueba más clara del escaso nivel de la competición sea que India fue semifinalista. E Indonesia, a la que Salnikov marcó dos goles, cuartofinalista. Los episodios políticos en aquellos Juegos fueron notables, quizá siendo el más famoso el conocido como "baño sangriento", que enfrentó en waterpolo a la URSS y a Hungría.

Con esos ancestros sorprende más que Tsitsipas, en Miami, llamase "ruso de mierda" a Daniil Medvedev. Fue, además, una de las primeras veces que el mundo tuvo noticia de la existencia del griego, lo que llevó a muchos a concluir, quizá equivocadamente, que estamos ante otro Kyrgios -de ascendente griego, como Sampras-, un niño con la lengua muy larga. Es curioso, si se rasca un poco más se puede ver el motivo de la trifulca, una de esas tradiciones poco comprensibles en el mundo del tenis: no le pidió perdón porque un tiro suyo hubiese tocado la red y pasado la pista. "Me dijo que me disculpase, pero yo no creo que tuviese que hacerlo. Al final lo hice, pero no me sentí bien por ello", explicaba el joven griego.

Tsitsipas tiene 19 años, mide 1.91, es potente, se adapta a todas las pistas y es uno de esos pocos valientes que aún cree que se puede prosperar con un revés a una mano. Es un golpe precioso, pero en peligro de extinción. Es también uno de los puntos favoritos de Nadal para hacer la vida imposible a un rival. El movimiento de la bola que sale de la raqueta de Rafa, único en su especie, es todavía más efectivo contra los que tienen ese tipo de revés, que suelen ser incapaces de domesticar esa bola. Ese es, de hecho, uno de los motivos por los que Nadal tiene un historial ganador contra el mejor jugador de todos los tiempos, Roger Federer.

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GRAF4810. BARCELONA, 28 04 2018.- El tenista griego, Stefanos Tsitsipas, durante el partido contra el español, Pablo Carreño, en la semifinal del Open BancSabadell-Trofeo Conde de Godó disputado esta tarde en las pistas del RCT Barcelona. EFE Alejandro García.

El mejor griego de siempre

Es, en todo caso, un producto en desarrollo. "Necesito mejorar un poco en mi agilidad y mi aguante. También tengo que presionar más cuando pego mis tiros y hacerlos todavía más pesados para mis oponentes", ha comentado el chico que no anda corto de sueños: "Siempre quiero más, mis metas de futuro son ganar un grand slam, luego cosas más difíciles como ganar los cuatro y ser el mejor en el deporte".

Para ser el mejor del tenis mundial tiene mucho camino por recorrer aún, pero puede conformarse con ser, con una diferencia abrumadora, el mejor jugador griego del momento. Su posición 63, que será mucho mejor la próxima pasada, aventaja en 914 puestos a su compatriota más cercano, Ioannis Stergiou. Él es bastante consciente de que lo suyo, en Grecia, es un deporte casi residual. "Juego por mí, pero también por mi país. Me gustaría ver a más chicos jugar al tenis y hacer que el deporte crezca".

Foto: Djokovic, en un entrenamiento en Barcelona. (EFE)

Resulta sorprendente la escasísima tradición helena en el deporte de la raqueta. Al fin y al cabo las condiciones climáticas, como también ocurre en España, son casi perfectas para la práctica del deporte. La final de Barcelona, probablemente el punto más alto del tenis griego, puede servir para que muchos sintonicen este deporte en la televisión por primera vez.

Y si Tsitsipas sigue ganando los griegos, amantes del deporte, terminarán comprando el tenis como afición. Además, no es el único jugador joven y prometedor del país, con 17 años ha debutado en el equipo de Davis uno de los mejores juniors del mundo: Petros Tsitsipas que, evidentemente, es hermano de Stefanos, hijo de una periodista y nieto de un campeón olímpico.

Stefanos Tsitsipas tendrá una ventaja sobre Rafa Nadal. Una y solo una. "Le he visto jugar más veces que a mí mismo", decía entre risas el joven y sorprendente finalista del Conde de Godó. Es probable que el número 1 del mundo no le tuviese siquiera en su radar, al fin y al cabo el griego, uno de los jugadores más prometedores del mundo, no acaba sino de empezar en el mundo del tenis. Más allá de eso nadie se engaña, cualquier resultado que no sea una victoria de Rafa será una sorpresa mayúscula. El propio Tsitsipas define el partido como "una lección gratuita" para seguir progresando en su tenis. Será esta su primera gran final, quizá la primera de muchas otras.

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