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Las dudas sobre Nadal o 'La pasión de Cristo' en Montecarlo
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EN LA FINAL DE MONTECARLO DE FORMA SOLVENTE

Las dudas sobre Nadal o 'La pasión de Cristo' en Montecarlo

El jugador español se impuso con facilidad a su rival para meterse n al final. Aspira a su undécimo entorchado en el principado, récord absoluto en el circuito

Foto: Nadal, en su partido de semifinales. (Reuters)
Nadal, en su partido de semifinales. (Reuters)

Todo aquel que esté siguiendo esta semana el tenis en Montecarlo tiene clara una cosa por encima de todas las demás: no hay tenista como Rafael Nadal. El jugador español está a un nivel altísimo, y si en los días previos a la gira de tierra había dudas sobre su estado físico todas ellas han quedado olvidadas. No es solo que esté ganando, algo habitual en él en esta superficie, es que está tratando a su rivales como si fueran infantiles que buscan lecciones del maestro. Su última víctima ha sido Dimitrov, este sábado en semifinales y este domingo le espera en la final Kei Nishikori.

El jugador balear obliga a este cronista, y a todos los demás, a repetir una y otra vez las mismas frases. Todas las tardes entra en la pista con la misma determinación, hace su trabajo sin dejar respirar a su rival y se va al vestuario con una sonrisa ganadora. Es la rutina de la excelencia, el bucle al que ha llegado en estos años por el cual en cuanto se ve el anaranjado color del suelo uno sabe instintivamente lo que está a punto de suceder en la pista. Y se falla muy poco, porque el desenlace es tan previsible como el que uno espera cuando ve 'La pasión de Cristo'.

"Es la realidad, ¿no?"

"Es la realidad, no? Pero llegar a la final doce veces aquí es difícil de imaginar. Y más ganar diez. En nuestro deporte, sin embargo, hay muy poco tiempo para pensar en lo que ha sucedido. Hay que avanzar. He ganado hoy y tengo otro partido el domingo. Cuando acabe el torneo y me vaya tendré más tiempo para pensarlo. He jugado un buen torneo por ahora, es verdad... Y no me importa si soy el favorito o no. Estoy en la cancha y trato de hacerlo lo mejor posible para ganar. Ese es mi objetivo. Jugar bien, ganar mis partidos y ser mejor", señaló el español al término de su choque.

Foto: Nadal sirve en Montecarlo. (Reuters)

Esta vez era Grigor Dimitrov, que puede decir cuando va con sus amigos por la calle que es uno de los mejores tenistas de la actualidad. El quinto mejor, según la última lista publicada. Cuando era jovencito decían de él que era el nuevo Federer, por aquello de que tiene un precioso revés con una sola malo y que la estética de su juego es sublime. No lo fue, claro, a sus casi 27 años ya podemos saber que su carrera no igualará a la del ídolo. También hay que decir que la petición era, en todo caso, excesiva.

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Tennis - ATP - Monte Carlo Masters - Monte-Carlo Country Club, Monte Carlo, Monaco - April 21, 2018 Spain's Rafael Nadal in action during his semi-final match against Bulgaria's Grigor Dimitrov REUTERS Eric Gaillard

El ritmo y la presencia

Dimitrov, que se ha convertido en un gran jugador después de años de dudas, no es rival para Rafa Nadal en tierra. No hay que darle muchas más vueltas a eso, ni tiene el tenis adecuado para hacer daño al español, ni la resistencia suficiente para aguantar los puntos eternos que propone el número 1 del mundo de inicio a fin del partido. Es una trituradora, un festival de tiros perfectos, altísimos, probablemente el jugador más frustrante para los adversarios.

Sí, jugar con Nadal es una de las peores cosas que le puede pasar a un tenista. Primero, y fundamentalmente, porque antes de empezar la película uno sabe que lo más probable es la derrota, y no es plato de gusto. Pero no es solo eso, pues también ocurre algo parecido con otros como Federer. El problema añadido es que el español invita a un infierno físico que no suele agradar. Nadal no te va a ganar con golpes ganadores, pero sí con ritmo ganador. Va a estableces un mínimo de golpes por punto que se hacen pesados hasta para quienes lo ven. Como para no hartar a los rivales.

Foto: Jon Fernández 'Jonfer' en plena acción durante un combate.

"En el segundo set ha jugado un poco peor que siempre", razonaba Nadal sobre el parcial de Dimitrov. Es cierto, aunque lo que no va a hacer, porque no le corresponde, es explicar que los tenistas que se encuentra al otro lado de la pista no es que jueguen mal ese día por casualidad, sino que él mismo les obliga a parecer mucho menos de lo que son. Y por todo eso el búlgaro, un hombre que puede estar muy orgulloso de sus cualidades, no tiene más remedio que agachar la cabeza en tardes como estas.

Este domingo será la final ante Nishikori. Aspira Nadal al undécimo título lo cual era algo absolutamente inimaginable antes de que ese chico de Manacor pasase a profesionales. Si alguien quiere apostar contra él es libre, pero todos saben que el más probable desenlace es el de siempre, con él levantando el trofeo.

Todo aquel que esté siguiendo esta semana el tenis en Montecarlo tiene clara una cosa por encima de todas las demás: no hay tenista como Rafael Nadal. El jugador español está a un nivel altísimo, y si en los días previos a la gira de tierra había dudas sobre su estado físico todas ellas han quedado olvidadas. No es solo que esté ganando, algo habitual en él en esta superficie, es que está tratando a su rivales como si fueran infantiles que buscan lecciones del maestro. Su última víctima ha sido Dimitrov, este sábado en semifinales y este domingo le espera en la final Kei Nishikori.

Rafa Nadal
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