Un antes y después en el tenis con el cambio de tiempo en el saque

En una era cada vez más rendida a la pantalla, el tenis quiere ofrecer un producto con el mayor ritmo posible. Un espectáculo dinámico, atractivo por una tensión permanente, llamativo hasta para el seguidor más ocasional. Durante los últimos años han ido proliferando propuestas que situaban esta tendencia en el ambiente. Exhibiciones donde los sets concluyen al ganar cuatro juegos, torneos que deciden al campeón disputando apenas una carrera a 10 puntos, duelos oficiales donde la situación de iguales queda sustituida por un punto de oro o eventos donde se compite sin regla de ‘let’, permitiendo la continuidad del juego aunque el servicio haya impactado en la cinta.

La cruzada por la celeridad no entiende de escenarios en el deporte. Incluso rincones tan tradicionales como la Copa Davis, una competición centenaria de formato ahora cuestionado, ya se atrevió en 2016 a introducir el 'tie-break' en la quinta manga. Un paso que ni siquiera han dado tres de los cuatro Grand Slam (Melbourne, París y Londres), aferrados todavía a la épica de interminables batallas.

En una información adelantada por 'The New York Times' esta semana se daba a conocer una importante decisión: el conocido como ‘serve clock’, una cuenta atrás que determina el tiempo restante para comenzar el siguiente punto, será implementado en el cuadro final del US Open 2018. Es decir, un reloj digital mostrará en las canchas de Flushing Meadows a ojos de todos, incluido el espectador, el tiempo que tiene el sacador para poner la pelota en juego. El tiempo establecido será de 25 segundos.

Aunque el Grand Slam neoyorquino ya incluyera a modo de prueba este elemento durante la edición de 2017, tanto en fase previa como en competición júnior, será la primera vez que un torneo absoluto del circuito introduzca este elemento durante su fase final.

De hecho, en un esfuerzo por terminar con demoras excesivas, se controlará con mayor dureza hasta el tiempo previo al encuentro. Desde que entren en pista, los jugadores tendrán un minuto para colocar su equipamiento y acudir a la red. Dispondrán de cinco minutos para realizar el calentamiento y, una vez acabada la activación, un minuto para iniciar el encuentro.

Hasta ahora, únicamente el juez de silla contaba con esa información ante sus ojos. En caso de observar una demora que excediera los límites marcados por el reglamento una vez comenzado el partido, el oficial podía atribuir una sanción al jugador tanto en Grand Slam (20 segundos) como en los torneos regulares del circuito (25 segundos). Una decisión que rara vez se ha venido aplicando a rajatabla, especialmente con los tenistas más destacados del circuito.

Un reloj digital mostrará en el US Open a ojos de todos, incluido el espectador, el tiempo que tiene el sacador para poner la pelota en juego

Ahora las reglas del juego cambian. Aunque el espacio para la interpretación de la norma siga sobre la mesa –tras un punto extenuante o bajo unas condiciones especialmente duras el juez de silla puede hacer valer su criterio humano para otorgar cierta discrecionalidad–, lo cierto es que ahora tendrá un apoyo visible ante todos para rebatir las protestas de cualquier jugador. Su decisión estará respaldada por un argumento normativo hasta ahora no visible a la audiencia.

Como en cualquier situación, hay diferentes teorías para explicar cómo se ha llegado a esta situación. ¿Es culpa de los jugadores? No faltan ejemplos de deportistas que abusan del recurso de toalla entre puntos, jugadores que atraviesan rituales de concentración interminables o manías que hacen del juego algo intermitente. ¿Está la pelota en el tejado de los jueces de silla? La introducción de elementos como el ojo de halcón ha incentivado una participación más pasiva de los oficiales, que no siempre hacen valer el reglamento de una forma severa en situaciones punibles. ¿Es la presión televisiva demasiado grande? Cuando la velocidad del juego es un criterio que ha de imponerse al oxígeno del deportista, parece que hay algún cable suelto.

¿Será un motivo de revuelta? En 2013 se hizo un esfuerzo por estrechar la vigilancia sobre aquellos jugadores que tomaban excesivo tiempo entre puntos. Aunque la norma ya existía, se anunció la voluntad de aplicar con mayor severidad el reglamento, sancionando de manera más firme a todo aquel que infringiera el código. Bajo los límites de tiempo mencionados, una violación del reglamento conlleva un aviso al jugador. Sucesivos incumplimientos de la norma pueden desencadenar la pérdida de un punto, un juego y hasta el encuentro.

Está por determinar la sanción que iría aparejada al jugador en Nueva York tras la aparición del reloj en pista, pero la presión ya será más que evidente. Bajo una tensión competitiva al más alto nivel, y en un deporte donde la concentración y la precisión lo son todo, miles de ojos estarán pendientes de una cuenta atrás. Se tratará de ganar al otro lado de la red, pero también mantener la frialdad ante un reloj de arena. En Nueva York, conocido como el Grand Slam del espectáculo, ya se puede intuir el murmullo desde la grada.

Un cronómetro en un deporte cuyos partidos carecen de límite temporal. ¿Se estará poniendo una puerta al campo?