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Garbiñe Muguruza pierde en Miami contra Sloane Stephens y sus propios nervios
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la estadounidense ganó 6-3 y 6-4

Garbiñe Muguruza pierde en Miami contra Sloane Stephens y sus propios nervios

La jugadora española volvió a darse de bruces con su peor versión, esa que busca ganadores rápidos pero es incapaz de conseguir que las bolas que juega vayan a la pista

Foto: Garbiñe Muguruza. (EFE)
Garbiñe Muguruza. (EFE)

Era un duelo de urgencias y Garbiñe Muguruza decidió, de manera inconsciente pero rotunda, hacer la suya aún mayor. En Miami también ha naufragado, en uno de esos partidos tan suyos en los que es perfectamente capaz de desesperar hasta a los recogepelotas. Cuando es buena es la mejor, cuando no le sale es desquiciante. Una vez más dio un recital de bolas desajustadas, de pérdidas de concentración y de lagunas impropias de quien fuera número 1.

Se enfrentaba a Sloane Stephens que, sin parecerse en nada a ella, es casi su clon en las emociones. La estadounidense venció el último US Open y, después, no volvió a ganar un partido hasta el principio de esta temporada. Es muy talentosa y también parece incapaz de centrarse en muchos partidos. Juega a un ritmo altísimo y es proclive a los errores más infantiles. Es una gran jugadora con una pésima cabeza. Peor aún que Muguruza, aunque en esta ocasión ella se llevó el gato al agua.

Foto: Garbiñe Muguruza, en Indian Wells. (EFE)

Con Garbiñe valen los primeros puntos para saber por dónde va a salir la tarde. En esta ocasión, perdió los siete primeros de forma consecutiva. Y lo hizo a su estilo, tirando bolas a distancia de las líneas, intentando cortar los puntos rápido pero sin ningún tipo de precisión. Es realmente asombroso que una jugadora de su potencial no sea capaz de serenarse cuando empieza así un partido.

Le quedan muchas cosas que mejorar, aunque quizá la primera sea esa misma, poder calmarse cuando las cosas le van mal. La ansiedad suele ganar ese campeonato, parece tensa y se enreda en puntos perdidos y decisiones catastróficas. Casi todos los golpes de Muguruza pueden generar un ganador, pero es también dada a perder la mirilla y dejar de acertar con las localizaciones.

"No creo que ella haya jugado un tenis excepcional. La derrota se debe es más por mi lado al fallar más bolas que tenía que haber pensado mejor, jugado mejor", explicaba la española tras el partido. Al menos de eso sí se percató, y ese es el primer paso para una recuperación. "He cometido varios fallos, que normalmente no suelo hacer, y contra una jugadora que estaba jugando bien y ha sabido aprovechar los momentos importantes, ha sacado bien y ha jugado mejor esos momentos claves", narraba.

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Mar 26, 2018; Key Biscayne, FL, USA; Garbi–e Muguruza of Spain serves against Sloane Stephens of the United States (not pictured) on day seven of the Miami Open at Tennis Center at Crandon Park. Stephens won 6-3, 6-4. Mandatory Credit: Geoff Burke-USA TODAY Sports

Los errores en el saque

También tiene otra cuenta pendiente, esta mucho más técnica: el servicio. Tiene los movimientos poco coordinados, lo cual es curioso porque el resto de su juego es especialmente armónico y no necesita grandes esfuerzos para provocar bolas rápidas y potentes. El saque, es cierto, es algo que se parece al resto del tenis solo relativamente. Es un arte secuencial en el que marcar los tiempos es lo más importante. Las herramientas para tener un buen saque están presentes en Garbiñe, una tenista de brazos largos, de altura y con fuerza. Pero no, porque le saque no es solo materia prima sino tener los pasos claros y eso, es obvio, falla.

Los días en los que el saque no entra, y este fue claramente uno de esos, Muguruza se siente insegura. Ella necesita para estar bien sentirse con la situación controlada, ser la que dirige los puntos y la que dicta desde el fondo de la pista cómo se tiene que jugar. A ella le gusta mucho hacer correr a su rival con su potente derecha y no tener que moverse ella demasiado. Cuando en el inicio del punto das ventaja eso es mucho más difícil.

Foto: Garbiñe Muguruza, en Dubai. (Reuters)

La prueba más clara es que, en este caso, estuvo más certera con el resto que con su propio servicio. No debería ser así, en el tenis se supone que empezar cada punto entrega una ventaja que hay que continuar, pero cuando solo metes un 61% de los primeros saques no hay manera. Y su solo ganas el 58% de esos primeros servicios la cosa está aún peor. No es que Stephens estuviese mucho más atinada, pero sí lo suficiente para enfriarse en los puntos claves y terminar ganando con cierta facilidad.

Termina, en principio, la colaboración entre Garbiñe y Conchita Martínez. Estaba prevista para cuatro torneos y después de un muy buen inicio en oriente medio, con una final en Doha y una semifinal en Dubai; ha sido francamente decepcionante en los torneos de la primavera estadounidense. En Indian Wells, un fracaso sin paliativos, derrota en la primera ronda sin casi darse cuenta. En Miami ha perdido contra una buena rival, porque Stephens lo es, pero de nuevo puede culparse de no haber conseguido avanzar más en el torneo. Muguruza se tiene a sí misma como rival, cuando se gana es magnífica, en días como este de Miami puede ser desesperante.

Era un duelo de urgencias y Garbiñe Muguruza decidió, de manera inconsciente pero rotunda, hacer la suya aún mayor. En Miami también ha naufragado, en uno de esos partidos tan suyos en los que es perfectamente capaz de desesperar hasta a los recogepelotas. Cuando es buena es la mejor, cuando no le sale es desquiciante. Una vez más dio un recital de bolas desajustadas, de pérdidas de concentración y de lagunas impropias de quien fuera número 1.

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