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Eugenie Bouchard iba para gran tenista pero se quedó en una simple 'celebrity'
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Eugenie Bouchard iba para gran tenista pero se quedó en una simple 'celebrity'

La tenista canadiense ha vuelto a cambiar de representante esta semana. Fue número cinco del ránking, iba a comerse el mundo pero el desapego con su profesión la apartó de los buenos resultados

Foto: Eugenie Buchard ocupa el puesto 116º del ránking de la WTA. (EFE)
Eugenie Buchard ocupa el puesto 116º del ránking de la WTA. (EFE)

Eugenie Bouchard es una tenista singular, aunque mirado el ránking se podría pensar que es una bastante mediocre. El número 116 no suele arrojar otra cosa en una jugadora de 24 años. Sin embargo, esta semana estaba jugando en Indian Wells, un torneo muy por encima de sus números. Invitada por los organizadores, saltándose la previa. Vende entradas, es una de las tenistas más conocidas. Ella es diferente y, sobre todo, es poliédrica.

Por una cuestión de justicia, comenzaremos analizando la Bouchard tenista, una más entre las muchas posibles Bouchard. El año pasado ganó 13 de los 34 partidos que jugó y esta temporada la música no suena mucho mejor: cayó pronto en Australia, en Indian Wells y hasta en un torneo con poquísimo nivel como es el de Taipei. Pero la canadiense, ahora irrelevante con una raqueta, estaba llamada a ser una de las mejores jugadoras del circuito. En 2014, el año que cumplió 20, fue finalista en Wimbledon y semifinalista en Roland Garros y Australia. Llegó al cinco del mundo, venció su primer torneo en el circuito en Nuremberg y cristalizó lo que se esperaba de toda una campeona júnior en la hierba de Londres.

Foto: Garbiñe Muguruza, en Indian Wells. (EFE)

Sus resultados eran la consecuencia lógica de una carrera que estaba llamada a la cumbre. Se convirtió súbitamente en una estrella en el circuito, quizá en la gran estrella. La sonrisa perenne que la acompañaba —y que de hecho aún la acompaña— era el acceso perfecto a los más variopintos contratos publicitarios. Marcas como Nike o Babolat se apresuraron a firmarle lucrativos contratos. Con 20 años y ese historial deportivo, no hacerlo sería un suicidio. No se bajaba de los titulares en la prensa mundial, no había empresa que no quisiese asociarse con la chica que, además de su contundente tenis, tiene hechuras de modelo de revista.

Los cambios de representante

Lo que parecía un futuro irremediable, una escalera hasta lo más alto, no lo fue. Bouchard dejó de jugar bien, perdió estabilidad, si es que alguna vez la tuvo, y se empeñó en demostrar que la toma de decisiones no es su fuerte. Por ejemplo, es conocida por sus cambios interminables de entrenador, a los que exprime, coge y deja sin mucha explicación. Se la ha visto pelear con varios de ellos, lo de seguir los dictados de nadie no es su fuerte. Es habitual también que despida a un técnico tan solo para volverlo a coger tiempo después, como si intentarse volver por los pasos perdidos.

No es tan raro cambiar de entrenador, esta misma semana Maria Sharapova ha anunciado que dejaba al suyo. Sí lo es cambiar de agente, la carrera deportiva de un jugador suele estar comandada en la parte empresarial por una persona de inicio a fin. Bouchard lleva cuatro en cuatro años y el último, John Tobias, de la agencia TLA, se marchó la pasada semana. "No estoy de acuerdo con las cosas que hace, por eso espero que encuentre a otra persona", explicaba Tobías en el 'New York Times'.

"No tengo a nadie, pero ahora mismo es como el séptimo problema para mí. Después de este torneo pensaré algo con mi equipo, a ver qué se me ocurre", contaba la tenista, que nunca parece muy preocupada por nada que le pueda pasar. Lo que es cierto es que su cuenta de patrocinios está menguando. Ha desaparecido Aviva, la aseguradora; Usana, una línea de complementos nutricionales; y Colgate. Nike, su marca fetiche, la paga en relación a sus resultados y en lo que va de año aún no ha conseguido sacar un euro de su contrato. Antes, cuando era célebre por su tenis, tenía su propia línea de indumentaria, desaparecida hasta más ver. También se ha extinguido su vínculo con Babolat, la marca de raquetas. Busca alguien que le dé material, pero ninguna empresa quiere meterse en eso. Ha dejado de ser una tenista con atractivo para las marcas.

Anunciando criptomonedas

Solo hay que ver las dos últimas firmas con las que ha firmado acuerdos. Ella pone a cambio una foto en Instagram, donde tiene 1,7 millones de seguidores. Está promocionando algo que suena muy poco a tenis, un libro de criptomonedas. También unas barritas energéticas llamadas Neuenergy. Todo muy lejos del tiempo en el que era una de las caras visibles de Rolex.

Recientemente, sin embargo, ha ganado una buena cantidad de dinero de un modo bastante sorprendente. Hace unos días se conoció el dictamen de una cuita judicial que la enfrentaba con la Federación Estadounidense de tenis desde el año 2015. En aquel momento ella se resbaló en el vestuario durante el US Open y se lesionó para lo que quedaba de temporada. Empezó la canadiense una de esas batallas de tribunales solo concebibles en Estados Unidos, de años de litigio y muchos abogados buscando un buen precio. Pedía cuatro millones de dólares, aunque no se sabe la cifra final porque tras el veredicto llegaron a un acuerdo. Mucho dinero, en todo caso.

Bouchard también es noticia con bastante frecuencia por su vida extradeportiva. Ha sido una de las estrellas en los dos últimos especiales de bikinis de la revista 'Sports Illustrated'. En el último, sacado hace un mes, mostró un intercambio de mensajes con su padre en el que su progenitor se decía un poco confundido al ver a su hija en una revista muy ligera de ropa, pero también contento por verla feliz. Ella no tardó en ponerlo en su Twitter, también porque tiene algo de estrella del rock. Y su hermana gemela, Beatrice, también.

Foto: Eugenie Bouchard sufrió una fría venganza en la Fed Cup.

Ha presumido de soltería en tiempos recientes, pero también lleva jugando un año a que está con un chico al que conoció por una apuesta loca en Twitter. Ella aseguró que ganaban los Falcons la Super Bowl, él respondió que cenaban si perdían, perdieron y tuvieron la cena. Luego entra y sale de su instagram como si fuese un personaje secundario de una telecomedia.

Quizá algún día vuelva a ser una tenista profesional. Porque tenista es, pero lo de profesional es otra historia. Juego tiene, no solo porque en su momento lo mostrase, también porque de vez en cuando vuelve a dar un zarpazo. Sucedió en Madrid el pasado año, no se esperaba nada de ella, pero eliminó a Sharapova y se metió en cuartos de final. Con la rusa había tenido pelea esas semanas, está muy en contra de sus trampas y de que la hayan admitido en el circuito con invitaciones como si nunca hubiese errado. Esas invitaciones que tiene Sharapova y que, curiosamente, sigue teniendo Bouchard. Por la jugadora que fue y por la 'celebrity' que sigue siendo.

Eugenie Bouchard es una tenista singular, aunque mirado el ránking se podría pensar que es una bastante mediocre. El número 116 no suele arrojar otra cosa en una jugadora de 24 años. Sin embargo, esta semana estaba jugando en Indian Wells, un torneo muy por encima de sus números. Invitada por los organizadores, saltándose la previa. Vende entradas, es una de las tenistas más conocidas. Ella es diferente y, sobre todo, es poliédrica.

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