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La reinvención de Djokovic o cómo un campeón tiene que volver a aprender
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campeón seis veces del primer grande del año

La reinvención de Djokovic o cómo un campeón tiene que volver a aprender

Venció en su partido a Albert Ramos y ya está en octavos de Australia. Para llegar ahí ha tenido que volver a pensar en tenis, mejorar su físico y centrarse junto a sus entrenadores Agassi y Stepanek

Foto: Agassi comenta con Djokovic en Melbourne. (Reuters)
Agassi comenta con Djokovic en Melbourne. (Reuters)

Llamar a Agassi era algo lógico. Novak Djokovic lleva meses deambulando por el circuito. Al final ha sido una lesión en el hombro, pero los problemas no empezaron en los brazos sino en la cabeza. Algo pasó en Wimbledon 2016, algo que nunca ha especificado, que le dejó algo tocado y con menos ganas de jugar al tenis. Un bache, algo más o menos común en el tenis a lo que el serbio no estaba en absoluto acostumbrado. En ese momento era el mejor jugador del mundo, pero una de las claves de su vida había estado, precisamente, en una línea personal sin sobresaltos. Unas veces ganaba, otras perdía -se enfrentaba a Nadal y a Federer, ni más ni menos- pero siempre estaba en la pomada.

Aquello terminó de repente y las dudas empezaron para Djokovic. Él, un tipo esencialmente feliz, empezaba a conocer el sufrimiento. Recurrió a un gurú para recuperar la sonrisa, uno que cambia raquetazos por amor. Buscó terapias alternativas, maneras de hacer más sencillo lo que es muy difícil, que no es otra cosa que mantenerse entre los mejores tenistas del mundo. Becker, tanto tiempo su entrenador, se fue de su lado con pena, creía que no se estaba entrenando lo suficiente.

Foto: Djokovic se lamenta tras un punto con Thiem. (Reuters)

Y ahí entra la lógica de Agassi. No es porque sea un gran entrenador que le fuese a cambiar la manera de jugar, pero sí era un hombre que podía ayudarle a modificar su manera de ver el mundo. Agassi ya había pasado por eso, tuvo una carrera magnífica, con ocho grandes en las vitrinas, pero también llena de sobresaltos y caídas al vacío. Muchos tenistas no pueden entender lo que es perderse por el camino, el de Las Vegas sí. Solo hay que leer su biografía, quizá la mejor que hay escrita de un deportista, para saberlo.

"No es como enseñar a un niño de 19 años, él ha ganado más que yo. Solo me tengo que asegurar de darle una pequeña ayuda para volver a su mejor versión. Tiene muchísimo talento en tantas cosas que se tiene que dar cuenta que para él sigue siendo mucho más fácil que para el resto", explicaba hace semanas Agassi. A Djokovic se le han quitado las ganas de no tener entrenador o de asociarse con algunos de poco prestigio. El estadounidense ha llegado para asesorarle, pero en el día a día tendrá al lado a Radek Stepanek, profesional de gran nivel a quien todos señalaban como uno de los tenistas más reflexivos y capaces. Un buen entrenador en potencia.

"Tengo que jugar de un modo eficiente"

Los tres se juntaron en la pretemporada en Montecarlo, para ver si la química surgía y de ahí podía salir la clave para que Novak saliese del bache. "Siempre he hablado mucho con Radek, pero ahora me cuenta aún más cosas porque está retirado y no nos vamos a enfrentar", explicaba Djokovic en una entrevista a Sport360. "Estoy muy contento del tiempo que pasamos juntos en Monaco, Andre también estaba allí y fue una semana casi perfecta, porque estábamos todos juntos, como un equipo, y pudimos discutir detalles de la temporada y de cómo puedo jugar del modo más eficiente posible", narraba el 12 veces campeón de grande.

Era importante recomponer las emociones, pero el nuevo equipo no buscaba solo eso. También tenía en cuenta una nueva variable en el tenis: la longevidad. Al fin y al cabo tanto Stepanek como Agassi coinciden en haber alargado sus carreras hasta bien entrada la treintena, algo que empieza a ser habitual, pero que no siempre lo fue. Y Djokovic, que ya cumple tres décadas, puede hacerse más fuerte con sus consejos. "No quiero poner ningún límite a mi carrera, o a cualquier cosa en realidad. Los límites solo existen en tu cabeza, antes se decía que cuando llegabas al número mágico de los 30 se terminaban tus mejores momentos, pero Connors jugó unas semifinales del US Open con 40, y mira a Roger Federer, que sigue ganando grandes", desarrollaba el exnúmero 1.

"Para eso tiene que hacer algunos cambios mentalmente y poder volver a la misma intensidad que le hizo tan dominante. Tienes que encontrar nuevas soluciones para nuevos problemas y quizá ahí es donde mi experiencia puede hacerle la vida un poco más fácil", asegura Agassi.

Hay otra cuestión importante cuando de Djokovic se trata, y es que son pocos los que necesitan tanto su físico como el serbio. Lo cual no suele ser un problema, porque durante años fue capaz de ser uno de los jugadores más sacrificados y duros. "Tiene que usar sus piernas, él no es como Federer, que te puede atacar en cualquier momento, necesita trabajar un poco más el punto", explicaba estos días el exjugador Leif Shiras.

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Tennis - Australian Open - Margaret Court Arena, Melbourne, Australia, January 20, 2018. Serbia's Novak Djokovic celebrates winning his match against Spain's Albert Ramos-Vinolas. REUTERS Issei Kato

Incorporó un estratega al equipo

Ya en octavos de final, y tras ganar con solvencia a Albert Ramos, Djokovic va cogiendo ritmo, algo que solo aparece cuando se está compitiendo. "Puedes practicar todo lo que quieras, pero al final el físico del partido es diferente, tienes una energía nerviosa, los niveles de fatiga cambian", comentaba un preparador físico en ESPN esta semana analizando el momento de Djokovic. "¿Cómo reacciona tu cuerpo a todo esto? Te tienes que poner en medio de la batalla para saberlo, tu cuerpo responde de una manera diferente", zanjaba.

Otro detalle apunta a que Djokovic se lo está tomando muy en serio, algo que no todos tenían claro hace unos meses. El serbio siempre fue bastante innovador, le gusta darle una vuelta de tuerca a su carrera de vez en cuando, y quizá por eso ahora se puede encontrar en su equipo a un estratega, una figura bastante poco usual en el mundo del tenis. Se llama Craig O'Shannessy y ya avisa que hay pocas cosas que cambiar en el juego de la estrella. Tampoco le van a enseñar a ganar ahora. "Va a seguir siendo un jugador tozudo, de los que cuesta mucho pasar, casi como un muro, de esa manera ha estado entre los mejores durante los últimos diez años", contaba su estratega en una entrevista.

"Su juego es de línea de fondo, dar ritmo al juego e intentar aprovecharse de las bolas que quedan cortas para moverse, el patrón de juego es mover al oponente hasta encontrar un hueco abierto para decidir, no creo que tenga mucho que cambiar", señalaba O'Shannessy.

Foto: Lleyton Hewitt, en el Abierto de Australia. (EFE)

El reto es hacer lo que hicieron el pasado año Roger Federer y Rafael Nadal, volver a la forma del pasado. Ellos marcaron el camino y tienen que ser el espejo en el que se mira Djokovic. "Es un reto nuevo para él que otros ya han tenido antes, pero para tener una carrera larga tienes que aceptar que tendrás lesiones, que habrá momentos bajos y encontrarás nuevos problemas. La cosa es ver cómo lo gestionas", remata Agassi.

La vida de Djokovic vuelve a ser el tenis. Habla de sus hijos, de todo lo que le ha transformado, de la paz interior que tiene, porque él siempre fue un poco místico. También está metido en cuestiones burocráticas, pues es la cabeza del sindicato de tenistas y estos días pide más dinero y mejores condiciones. Se ha centrado durante meses en su fundación y ha descansado. Todo eso bien, sí, pero ahora la idea es volver a ser un campeón. Volver a ser tenista, como también lo hicieron antes los que son sus grandes rivales.

Llamar a Agassi era algo lógico. Novak Djokovic lleva meses deambulando por el circuito. Al final ha sido una lesión en el hombro, pero los problemas no empezaron en los brazos sino en la cabeza. Algo pasó en Wimbledon 2016, algo que nunca ha especificado, que le dejó algo tocado y con menos ganas de jugar al tenis. Un bache, algo más o menos común en el tenis a lo que el serbio no estaba en absoluto acostumbrado. En ese momento era el mejor jugador del mundo, pero una de las claves de su vida había estado, precisamente, en una línea personal sin sobresaltos. Unas veces ganaba, otras perdía -se enfrentaba a Nadal y a Federer, ni más ni menos- pero siempre estaba en la pomada.

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