Nadal arrasa en el partido más sencillo que se le recuerda en Roland Garros

Una lucha entre desiguales en Roland Garros. Nikoloz Basilashvili estaba sorprendentemente en tercera ronda de un 'grand slam', pero nada más. Su juego no justificaba su presencia en tan altas cotas, pero ahí estaba. Se cruzó con Rafael Nadal, el mejor tenista sobre esa superficie en la historia, y se desató el apocalipsis. El pobre georgiano tampoco tenía mucho que hacer más allá de recrearse ante el juego de su rival.

De hecho, lo más fiero que tenía Basilashvili eran las calaveras que adornaban su indumentaria. En el juego, nada o casi nada, buena intención se le supone, pero también muchas ganas de que aquello terminase. Debe doler que la primera vez que coges una pista central de un grande termines asfaltado por un rival tan superior a ti.

Porque Nadal, que es una estrella, tampoco necesitó de jugar a su mejor nivel para hacer desaparecer al georgiano. Es extraño, el español no suele ser un jugador muy contundente, gana sus partidos contra rivales menores con cierta facilidad, no deja de ser una leyenda, pero es extraño verle colocar el cero en un set a su oponente. Porque eso está más pensado para jugadores agresivos, que se juegan todas y, cuando les entran, abruman. Rafa no es así, él es más defensivo y calmado, por eso no suele abrumar tanto. Pero con Basilashvili no tuvo otra opción, golpe que tiraba, golpe que entraba.

Tanto es así que el georgiano solo consiguió su primer golpe ganador bien entrado el segundo set. Y solo obtuvo su primer juego en el partido cuando Nadal ya había sumado 11. Punto tras punto se evidenciaba la brutal diferencia entre un jugador de élite y otro que estaba allí, por merecimiento propio, pero no corresponde a ese lugar ni mucho menos. Un joven que al final de cada punto resoplaba, como si lo único que quisiese es que pasase la tormenta.

Entre las anécdotas del partido, por llamarlas de alguna manera, hay un juego en el que Nadal se vio 0-40 con su saque. Era el tercer set y eran las primeras tres bolas de ruptura de las que disponía el georgiano. Pero ni siquiera en esa situación supo sacar adelante un juego, Nadal sacó con normalidad, se movió con normalidad y solo con eso tuvo suficiente para dejar de nuevo a Basilishvili sin su añorado juego. Es posible que el georgiano pueda contarle a sus nietos algún día cómo una vez jugó contra el gran Nadal. También sería lógico que no les contase mucho del partido para no quedar mal.

Y así, sin grandes problemas, Nadal se deshizo de su rival dejándole solo un juego para el recuerdo. Una paliza de las que marcan época.