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Garbiñe ante la montaña de Plisikova, una tenista que definirá su carrera
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Garbiñe ante la montaña de Plisikova, una tenista que definirá su carrera

Por edad y talento están condenadas a encontrarse durante años en las pistas de todo el mundo. De momento el enfrentamiento beneficia a la checa, que tiene el juego para hacer daño a Muguruza

Foto: Garbiñe Muguruza, en Indian Wells. (EFE)
Garbiñe Muguruza, en Indian Wells. (EFE)

En el cuadro estaba Svitolina, sí, pero un nombre destacaba por encima del resto. Cuartos de final, Karolina Pliskova. Garbiñe Muguruza, como todos los tenistas de la historia, asegura que ella no mira mucho más allá, que su vida es pensar en el día siguiente y no en la perspectiva de toda una semana. No dicen la verdad, es una manera de salvaguardarse, lo cierto es que en su cabeza aparecen todos los posibles emparejamientos posibles desde que salen las bolas del sorteo. Cuando se supo el cuadro de Indian Wells, Garbiñe entendió que si las cosas marchaban bien lo más probable era cruzarse con Pliskova en cuartos. Y eso no le gustó.

Foto: Carolina Marín, durante el reciente Abierto de Alemania en el que una lesión le impidió jugar la final. (EFE)

La hispanovenezolana ha llegado ya esa ronda, por lo que ya no vale pensar en otra rival que no sea Pliskova. En la ronda anterior se deshizo de Svitolina, joven y prometedora tenista, ya metida en el top-10, con quince victorias consecutivas en el circuito hasta que se cruzó con Garbiñe, que es una de las grandes del circuito. Fue el clásico partido de Muguruza, con altibajos, pero también demostrando que cuando su tenis aparece las dudas se disipan. Ganarle el tercer set a una jugadora de ese nivel por 6-0 es una declaración en sí misma.

Svitolina va para estrella, pero su tipo de tenis no es de esos que le hacen daño a Muguruza. Es una jugadora más intensa que potente, limitada por su altura (1.74) cuando encuentra delante una presencia física como la de Garbiñe, Ahí es donde entra en juego Pliskova. Porque ella, a diferencia de Svitolina, sí tiene el físico y el juego para hacer daño a la española.

Garbiñe, si está bien, es favorita

Con Garbiñe Muguruza se puede partir, con seguridad, de una base. Si está bien, es favorita en una abrumadura mayoría de los partidos. Cuando está concentrada y despliega su tenis se aposenta entre las mejores jugadoras del circuito, está más que demostrado. De hecho, sus problemas con tenistas de menos nivel, una lacra en su carrera, hacen pensar que su debilidad no está en verse superada por los golpes sino en no llegar a sintonizar cuando entra en la pista. Sus duelos contra las mejores prueban que en las mejores condiciones siempre compite. Salvo una excepción, la que viene ahora en Indian Wells.

Karolina Pliskova, número tres del mundo y finalista en el último US Open -después de eliminar a ambas hermanas Williams, ni más ni menos- es un enigma para Garbiñe. Tienen un juego similar, aunque la checa lleva al extremo los rudimentos de la caraqueña. Pliskova domina desde el servicio y utiliza la derecha como un bazuca. Si un punto puede durar un golpe solo es mucho mejor que si tiene que jugar dos o tres veces. Es una kamikaze, como también lo es, a veces, Garbiñe.

Entre las críticas que se le pueden hacer a Muguruza está la lectura del partido. A veces se precipita en exceso, algo que no necesita porque jugando a ritmo también tiene recursos más que suficientes para dominar. No necesita apresurar las cosas. Pliskova, en cambio, sí que se ve obligada siempre a poner la sexta marcha. Con ella no hay otra opción, porque su movimiento lateral no es lo suficientemente bueno para encontrarse cómoda desde el fondo de la pista.

En teoría la táctica contra ella es sencilla: no enloquecer, mantener siempre la calma. Claro que esto es mucho más sencillo de decir y de escribir que de hacer. La demostración de esto está en los marcadores previos, en seis enfrentamientos Garbiñe solo ha ganado uno. Y no será porque no sepa lo que tiene que intentar, cuál es el patrón con el que puede lastimar a Pliskova. El problema es que la checa no se deja.

placeholder Karolina Pliskova (EFE)
Karolina Pliskova (EFE)

El servicio de Plisikova

Cuando a Pliskova le entra el primer servicio, que es potentísimo, solo queda echarse a temblar. Es una jugadora que te empuja fuera de la pista, te obliga a defenderte, lo cual no está en el alma de Muguruza tanto como el ataque. Cuando no duda tiene un servicio casi irrompible, y eso es lo peor que le puede pasar a la española. Porque no tener opción de ruptura le obliga a ella también a dominar desde el servicio, algo que, paradójicamente, no está entres las virtudes más destacadas de Garbiñe.

Además, está la vertiente psicológica. Si la caraqueña cree que no va a poder atacar el saque de su rival le entra cierta ansiedad cuando ella sirve. Sabe que no puede fallar, y eso es una presión importante para soltar el brazo e imponer su narrativa al juego. Ahí dejan de entrar los primeros saques y entran en juego los segundos, que lógicamente son más débiles, bolas más sencillas para que Pliskova haga lo que mejor sabe: jugarsela a vida o muerte.

También le pasó con CoCo Vandeweghe en Australia, una jugadora de similares características. La estadounidense, con un servicio poderosísimo, minimizó la confianza de Garbiñe, incómoda en un juego en el que no podía dar un paso adelante.

Foto: Garbiñe Muguruza y Ana Ivanovic. (Imago)

Claro que esto, como todo en el deporte, tiene una vuelta de hoja. Pliskova es una gran sacadora, muy constante para lo que se ve en el circuito, pero no es perfecta. Si en un juego, en un solo juego, duda y termina perdiendo la iniciativa las tornas habrán cambiado completamente. Cuando Garbiñe coge la delantera es capaz de dar ese paso más, entrar en la pista y dominar. Ahí, desde el centro de la pista, genera un huracán que no se puede parar con misiles.

Pliskova, que tiene una hermana gemela también tenista, será una de las presencias constantes en la vida de Garbiñe. Todos los grandes jugadores se definen por su juego y por sus títulos, pero también por sus rivales. Federer sería otro jugador sin Nadal, del mismo modo que el español se entiende peor si no se sabe quien es Djokovic. Y así con todos, porque la historia de este deporte es una constante oposición de personalidades. Por edad y juego lo más probable es que Muguruza y Pliskova se vean muchas veces más.

Los síntomas, por el momento, no son los más halagüeños, pero Garbiñe nunca deja de evolucionar. De hecho, hoy en día, y aún siendo un año más joven que su rival, su juego es más diverso y excitante. El problema no es el tope al que pueden llegar ambas, sino que su rival tiene el juego perfecto para hacerle daño. Con eso tendrá que convivir.

En el cuadro estaba Svitolina, sí, pero un nombre destacaba por encima del resto. Cuartos de final, Karolina Pliskova. Garbiñe Muguruza, como todos los tenistas de la historia, asegura que ella no mira mucho más allá, que su vida es pensar en el día siguiente y no en la perspectiva de toda una semana. No dicen la verdad, es una manera de salvaguardarse, lo cierto es que en su cabeza aparecen todos los posibles emparejamientos posibles desde que salen las bolas del sorteo. Cuando se supo el cuadro de Indian Wells, Garbiñe entendió que si las cosas marchaban bien lo más probable era cruzarse con Pliskova en cuartos. Y eso no le gustó.

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