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El tenis como una historia de superación
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se enfrentan dos jugadores muy respetados

El tenis como una historia de superación

Del Potro pasó por cuatro operaciones de muñeca, tuvo que cambiar sus golpes y volvió a ser grande. Ferrer, con quince centímetros menos que sus rivales, estuvo un lustro en el top 10 mundial

Foto: Juan Martín del Potro (EFE)
Juan Martín del Potro (EFE)
Foto: Garbiñe Muguruza, en el US Open. (Reuters)

Si un aficionado corriente piensa en el entrenamiento de un atleta de élite es poco probable que se lo imagine sentado en una silla y retorciendo un cilindro de goma entre sus manos. Y, sin embargo, en eso consiste buena parte de la rutina de Juan Martín del Potro. Eso y otros ejercicios como estrujar una pelota de goma o algunas esponjas. Hace unos meses, cuando salió de su tercera operación en la muñeca, el ejercicio estrella era levantar con su mano izquierda una cáscara de huevo. Del Potro ahora juega en el US Open, parece haber vuelto, pero no pasa un día sin tratar de fortalecer su muñeca izquierda, la que tanto dolor ha ocasionado. Y no solo físico.

Viene de una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río, una presea y una gran historia. Porque Delpo ha renunciado a tener un entrenador, no quiere hacerle a nadie perder el tiempo. Y también porque su juego ha cambiado radicalmente, el revés de siempre ha desaparecido, ahora la mano izquierda la utiliza aún menos de lo que acostumbraba. No es necesario explicar lo que le supone a un gran campeón. y el argentino lo ha sido, cambiar la manera de jugar a su deporte. La derecha, sin embargo, sigue ahí, en perfecto estado de revista, lista para enviar misiles al otro lado de la red. Siempre fue la base de su éxito.

Foto: Nadal, jugando bajo el techo del US Open (Efe)

Dice el 'Wall Street Journal' -y los medios argentinos lo rebotan con furor- que Del Potro es hoy el jugador de tenis más querido por todos. En Nueva York aún recuerdan aquel 2009 en el que fue poco a poco destartalando candidatos hasta conseguir el primer y, por el momento, único Grand Slam de su carrera. Desde entonces las sombras han superado con creces a las luces y eso, de algún modo, le ha granjeado el cariño de todos. Incluso de sus rivales, que tuercen el gesto cuando les preguntan por el argentino: nadie merece tanto calvario.

En la tercera ronda de este US Open se enfrentará a otra estrella en problemas, otro jugador ejemplar que también tiene el cariño de buena parte del circuito, David Ferrer. Hace no mucho dejó de estar entre los diez primeros del mundo, llevaba años allí, desafiando a la lógica. Prueben a ver una fotografía de grupo en la que se encuentren los mejores jugadores de estos años para entenderlo. No es una prueba de agudeza visual, no hay que ser muy brillante para darse cuenta de que Ferrer es un palmo más bajo que cualquiera de sus iguales. A nadie se le escapa que eso es una anomalía y, sin embargo, ahí ha estado.

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Sep 1, 2016; New York, NY, USA; David Ferrer of Spain reacts during the match against Fabio Fognini of Italy on day four of the 2016 U.S. Open tennis tournament at USTA Billie Jean King National Tennis Center. Mandatory Credit: Jerry Lai-USA TODAY Sports

El sparring

A los 34 años lo normal es el declive. Le está pasando hasta a Roger Federer y, si le pasa a él, qué no le puede ocurrir al resto de seres humanos. Ferrer, en ese sentido, es tremendamente humano, el más trabajador, el que se concienció muy joven, y a base de golpes, que para ganarse la vida con una raqueta tendría que trabajar mucho más que los que tenía al lado. Y así lo ha hecho, con humildad y un millón de amigos. Ferrer no es el que alza la voz, más bien al contrario, pero su autoridad no exige decibelios. Tiene las credenciales del compañerismo, como demostró, por enésima vez, en los últimos Juegos Olímpicos. Cuando fue eliminado en el dobles mixtos se quedó sin competición. Él, que bien podría haber cogido el raquetero y marcharse, se dirigió al equipo para ofrecerse como sparring. Si podía ser de ayuda quería serlo. Porque ese es David Ferrer.

Foto: Rafa Nadal, durante su primer partido del US Open. (EFE) Opinión
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Se verán en las pistas de Nueva York, un lugar que a ambos les trae buenos recuerdos. Ya se ha comentado lo de Del Potro, que un día fue campeón. Ferrer también fue feliz en la gran manzana, en dos ocasiones se plantó en las semifinales, solo lo ha hecho mejor en Roland Garros, donde una vez se vio en la final contra Nadal y terminó como suelen -o al menos solían- terminar los partidos en tierra contra el balear: con derrota.

Han quedado ambos, una vez más, para verse en un cuadro. Juan Martín del Potro aún es un tenista joven, solo tiene 28 años, pero su experiencia da para escribir un libro. Sabe como nadie lo que cuesta estar en esas pistas, lo que significa haber vuelto. Para entrar en el cuadro, esta vez, tuvo que pedir a la organización que le invitasen. Los rectores del tenis suelen reservar esas plazas para los jóvenes emergentes del país -tremenda injusticia nunca solventada- pero en este caso el argumentario del argentino era demasiado prolijo para no tenerlo en cuenta. Es un excampeón y en Río ha demostrado lo que todavía puede hacer con una raqueta en la mano. Le dieron la wild card y el cuadro entero le marcó con subrayador amarillo. Ferrer lo sabe también: ahí hay un rival.

Haber pasado tres años estrujando esponjas, entrenar más que el de tu lado porque es el único modo de conseguirlo, tener un talento brutal, acostumbrar al cuerpo a las rutinas de una vida profesional... hay tantas historias como tenistas juegan en el circuito.

Foto: Garbiñe Muguruza, en el US Open. (Reuters)

Si un aficionado corriente piensa en el entrenamiento de un atleta de élite es poco probable que se lo imagine sentado en una silla y retorciendo un cilindro de goma entre sus manos. Y, sin embargo, en eso consiste buena parte de la rutina de Juan Martín del Potro. Eso y otros ejercicios como estrujar una pelota de goma o algunas esponjas. Hace unos meses, cuando salió de su tercera operación en la muñeca, el ejercicio estrella era levantar con su mano izquierda una cáscara de huevo. Del Potro ahora juega en el US Open, parece haber vuelto, pero no pasa un día sin tratar de fortalecer su muñeca izquierda, la que tanto dolor ha ocasionado. Y no solo físico.

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